Ciudad de México, Deportes

La tesis que se volvió autódromo

El Autódromo Hermanos Rodríguez comenzó como una tesis académica de Óscar Fernández; hoy recibe fechas de la F1

KATYA LÓPEZ

A finales de los 50, Óscar Fernández trabajaba como asistente mecánico en el taller de autos de su padre y alternaba el oficio con la escuela; le tomó diez años culminar sus estudios, pues trabajaba de tiempo completo entre motores, aceite y coches. Al fusionar la academia y el oficio, surgió la más brillante idea: recibirse como Ingeniero Civil con una tesis con los análisis, planos, cálculos y el diseño de la primera pista de carreras en México.

“La única relación que encontré entre coches e Ingeniería fue una pista. Le pedí permiso a la UNAM para ver si me autorizaban hacer una tesis con este tema y empecé a trabajar en ella en el año de 1953. En México no había pistas de carreras, así que fui a Indianápolis y a Washington donde me dieron mucha información”, recuerda el hombre que supera los 90 años de edad.

Su padre, piloto aviador que combatió en la I Guerra Mundial con el Ejército de Estados Unidos, le ayudó. “Al estar en la Fuerza Aérea Americana, mi papá me consiguió los manuales que documentaban la fabricación de pistas para aterrizaje de aviones de guerra.

“No había nada escrito para pistas de carreras. Mi tesis fue el primero libro que se hizo en el mundo sobre el tema, incluso en la biblioteca del Congreso en Washington D.C., pedí datos y como no tenían nada, me pidieron una copia de mi tesis cuando la acabara y sí, se las mandé”, recuerda el amante de los autos.

Tras dos años de recopilar información, de análisis y desvelos, llegó el día del examen profesional. “El Ingeniero Guillermo Salazar Polanco, uno de los titulares del examen profesional, me dijo: ¿Cómo te vamos a examinar si no sabemos nada de pistas de carreras? y por eso invitó como sinodal al Ingeniero Gilberto Valenzuela director de la Secretaría de Obras Públicas del DF. Al terminar el examen, salió con la tesis en la mano y me dijo ¿Qué tal si la hacemos? Habló con el presidente Adolfo López Mateos se autorizó y se hizo”.

La semilla de un deseo quedó sembrada y despertó la inquietud de muchas mentes que colaboraron para ver su realidad; entre ellos el ingeniero Gilberto Valenzuela, quien motivó a trazar la pista en 1958 y al siguiente año fue inaugurada.

Con el tiempo el trazado ha evolucionado, a requerimientos de la Federación Internacional de Automovilismo; sin embargo, en el primer circuito, el Ingeniero Óscar recuerda su creación más especial: la curva peraltada.

“Era la única en el mundo!”

Óscar Herández
Ingeniero Civil por la UNAM

Cuando estudié los manuales de la Fuerza Aérea Americana, decía que, al tripular aviones de alta velocidad, viajaban a más de 700km/h, le decían a los pilotos que a causa de la resistencia de viento se podían dañar las alas si hacían un viraje instantáneo, por eso les pedían hacer un ligero ‘swing’ en sentido opuesto al que se dirigían, para cortar la resistencia del viento y entonces sí dar la vuelta. Eso se me metió en la cabeza.

“En el taller de mi papá inventé suspensiones y estabilizadores, pero luego se me ocurrió cambiar el peralte: el pavimento tendría una inclinación de 17 grados, para después trazar la curva a 27 grados, así la fuerza centrífuga queda perpendicular al pavimento y los carros no se patinan, sino se aferran”, explica a detalle y sonriente el ingeniero, al reencontrarse con el recuerdo de aquel concepto que lo hizo brillar en el mundo.

La curva podía tomarse hasta a 250km/h y pilotos como Nigel Mansen, Emerson Fitipaldi o Adrián Fernández felicitaron al ingeniero Óscar por un trazo tan preciso; sin embargo, fue retirada para recibir las carreras más recientes, pues ahora los bólidos promedian 350km/h y requieren trazados distintos al de aquella curva peraltada.

Sin embargo, el ingeniero Óscar Fernández no sólo tuvo el placer de ver su tesis hecha realizad, además corrió en el autódromo con un auto que con sus propias manos diseño y construyó.

“Yo corrí en el autódromo con mi coche Azteca, llegué a ganar cuartos de milla con él, pero me tenía que costear todo y todavía era estudiante ¡me salía en un dineral! A puro pujido, pero corría”, bromea.

En 1986, con la llegada de la F1 al país, se rediseñó la pista y se repitió el proceso para 2015, con el regreso de la máxima categoría del Deporte Motor a nuestro país. “Excavando las capas de asfalto era casi como ver un sitio arqueológico desde 1959. Nos pudimos dar cuenta de que para iniciar los cimientos del Autodromo, no fue nada fácil, en especial el reto de construir sobre el lago”, agregó Christian Epp, quien se encargó del rediseño del nuevo trazado de un sueño de un estudiante que es hoy el epicentro del deporte motor nacional.

Mientas tanto, el ingeniero Óscar aún disfruta del sueño hecho realidad y entre recuerdos, comparte una visita guiada por su taller, en la Colonia Popotla de la Ciudad de México, donde además de la tesis, tiene otros tesoros: antiguos autos que con celoso cuidado ajusta y da servicio; gemas que cobran vida cada vez que enciende sus motores y sale a recorrer las calles de la capital.

Quizá el más apreciado para el ingeniero es este Cadillac Rojo.

“Este coche era de mi papá y los fines de semana me lo prestaba, me iba manejando al Bosque de Chapultepec o por Paseo de la Reforma; una vez, vi a una muchacha tan bonita, que la invité a ella y a sus amigas a pasear conmigo en el coche, aunque iba muy calladita.

«Con el tiempo, esa muchacha tan bonita se convirtió en mi esposa y cuando nos casamos, mi papá nos regaló el Cadillac, pero tuve que venderlo para comprar nuestra casa. Me dolió mucho pero tenía que hacerlo y pensé que algún día volvería a tener un Cadillac como ese. Muchos años después andaba buscando el mismo modelo, aunque no fuera el coche que me dio mi papá, yo quería arreglar uno y encontré que vendían un Cadillac que estaba medio destartalado, pero lo compré y entonces me di cuenta, por el número de serie del motor, que ¡ese era el coche que mi papá me había regalado!”, dice y sonríe de nuevo, con la añoranza de una juventud creadora de un legado histórico y el presente de una nostalgia llena de vivencias únicas.

Ciudad de México, Deportes

El hombre de la sonrisa eterna

KATYA LÓPEZ

Sus ojos se reducían a dos breves y radiantes líneas, rodeadas de pequeñas arrugas que se plisaban a razón de una amplia sonrisa, honesta y contagiosa. Allí estaba él: con sus 1.64 metros de estatura, con sus brazos delgados y fuertes como sus piernas, con el brillo intenso de su alegría; aún mayor que el radiante reflejo de sus cuatro oros mundiales, sus dos oros olímpicos, sus victorias históricas y sus récords mundiales en el Maratón de Berlín. Aún más grande que todo ello, allí estaba él: Haile Gebrselassie, el hombre de la sonrisa eterna.

HC3CDMX8.jpg

“Yo antes corría para vivir”, dijo ante Las Puertas del Infierno del escultor Agust Rodin, en el Museo Soumaya de la Ciudad de México, ante más de 200 personas que con sus celulares grababan cada palabra, tomaban cada foto y lo veían a través de la pantalla del móvil. Haile llegó como embajador del MaratónCDMX a platicar, entrenar y compartir su vida en las carreras.

“Sí, antes corría para vivir, porque correr me daba la oportunidad de competir, de ganar carreras, de ganar premios, de llevar dinero a casa, de tener patrocinios…antes corría para vivir, pero hoy corro para no morir ¡En serio! Ahora corro por mantener mi cuerpo saludable; cada día que no salgo a correr es un día que le hago un daño a mi cuerpo y quiero invitarlos a disfrutar esta forma de vivir corriendo”, agregó con una voz tan sueva como un murmullo, como si nos compartiera el secreto de su felicidad.

Allí estaba él, entre autógrafos, entrevistas, aplausos, flashes, reflectores y selfies. Nada le quitaba la auténtica y paciente sonrisa y entonces, concedió su tiempo a algunos privilegiados para sentarnos frente a frente y platicar con él.

HG1996

Esperé mi turno, mientras me hacía muchas preguntas: ¿Cómo un niño de cinco años corría 10 kilómetros para llegar a la escuela? ¿Cómo le robaba la radio a su padre y huía al campo para escuchar las finales olímpicas de Moscú 80 y el triunfo de su inspiración, Mirus Yifter? ¿Cómo su padre por eso les golpeaba a él y a sus nueve hermanos, hasta tres veces al día? ¿Cómo es que su padre creyó en él hasta que fue Campeón Mundial de 10,000m (Stuttgart 1993)? No por el oro sobre su pecho, sino por el auto que le regalaron por la victoria, el primer coche que tuvo la familia. ¿Cómo platica de todo ello mientras sonríe? Y cómo, la única vez que el mundo vio lágrimas en su rostro, fue porque lloró de alegría cuando ganó su primer oro olímpico en los 10,000m de Atlanta ‘96. ¿Cómo, de trabajar en los campos, se convirtió en un prominente hombre de negocios, con hoteles y agencias de automóviles en Etiopía?

Allí esperaba, silente, emocionada, reflexiva. Llegó el momento de hablar con el hombre que rompió 27 récords mundiales, desde 1,500m hasta el maratón. Allí estaba él, sonriente. Me saludó, nos presentamos e inició una charla tan inusual como asombrosa; una clase de historia contada por un histórico:

-Es increíble lo lejanos que están nuestros países y lo mucho que estamos vinculados, ¿No cree señor Gebrselassie?

¡Sí, es impresionante! Puedes llamarme Haile, si quieres. En Etiopía le tenemos un cariño muy especial a México y tenemos tanta gratitud con este país, que hasta tenemos una Plaza México en nuestra capital, Addis Abeba.

¿En verdad? ¡No lo sabía!

Ha

Sí. Fue porque a mediados de los 30, Benito Mussolini invadió Etiopía, que era de los pocos países libres de África, entonces casi todos eran colonias europeas y aunque el entonces Emperador de Etiopía, Haile Selassie, acudió a la Sociedad de Naciones Unidas a acusarlo, nadie lo apoyó, nadie dijo nada, nadie excepto ¿quién crees?

¿¡Quién!?

Nadie, excepto ¡MÉXICO! México fue el único país del mundo que públicamente condenó la ocupación en Etiopía y por eso, cuando Etiopía fue libre, en agradecimiento, el Emperador Halie Selassie mandó a construir la Plaza México.

¡No sabía que tuviéramos una plaza allá! ¿Pero sabe qué?

¿Qué?

Allá por los 40, cuando Etiopía fue libre, el Emperador Selassie vino a México a agradecernos el gesto de solidaridad y aquí en la Ciudad de México inauguró la Plaza Etiopía. La ciudad creció, se modernizó, se construyeron las líneas del metro y justo bajo la Plaza Etiopía se instaló la estación que hoy lleva ese nombre: ETIOPÍA; en los andenes está la placa del día en que el Emperador estuvo con nosotros.

¿Ves? ¡Yo no sabía eso tampoco! Hoy yo te conté algo nuevo y tú me cuentas algo nuevo a mí. Lejos, pero nos apreciamos México y Etiopía. Si a eso le agregamos que hace cincuenta años aquí en México un etíope, Mamo Wolde, ganó el maratón de los Juegos Olímpicos, pues con más razón México nos trae buenos recuerdos.

Y qué mejor que recuerdos de correr.

Nada mejor que correr, que apoyarnos y apreciarnos.

Hablamos de correr, de consejos para entrenar, de la calidad de vida que merece nuestro cuerpo y al final, nos despedimos en un abrazo cariñoso.

Llegué a la cita reflexiva y nerviosa, pero salí llena de energía, sonriendo.

Al día siguiente, Heile Gebrselassie compartió un entrenamiento en el Bosque de Chapultepec con algunos de los participantes en el Maratón de la CDMX, casi impreceptible, de no ser porque el mundo se rinde a su nobleza y su alegría.

HC2CDMX8
Ciudad de México, Deportes

¿Y quien fue ‘El Palillo’ Martínez?

El estadio que ha albergado Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales o migrantes centroamericanos, lleva el nombre de un actor, crítico y filántropo 

KATY LÓPEZ

palillo1Bajo su nombre se escudan diversas causas: desde las más críticas, hasta las más filantrópicas. Jesús ‘Palillo’ Martínez es el nombre del actor que fue inmortalizado en el estadio de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixuhca, instalación que en 2019 alojó caravanas migrantes de centroamericanos, en su tránsito a Estados Unidos.

Se nombró así al estadio pues fue ‘El Palillo’ quien hizo las mayores aportaciones financieras para su construcción. Fue el primero en pensar en la creación de un legado deportivo para uso público, pues las pocas instalaciones que entonces existían eran privadas; por ello, poco a poco, de sus propios recursos dio el dinero para dar vida a su sueño. En 1958 la instalación fue inaugurada por el presidente Adolfo Ruiz Cortines cuando ‘Palillo’ tenía 45 años de edad.

palillo.hockeymex68

Pero su faceta de actor era tan intensa como su causa social. Jesús Martínez fue de los más críticos del ejercicio político nacional, con sátiras y burlas informaba a la sociedad de los abusos del poder, un acto más que entretenido era casi heroico, pues aún cuando portaba consigo un amparo que lo avalaba para ejercer su oficio, continuamente clausuraron su teatro, suspendieron sus funciones, fue arrestado e incluso golpeado; especialmente durante la administración del regente Ernesto Uruchurtu, quien mandó encarcelarlo en seis ocasiones.

¿Quién diría que Jesús, aquel niño acólito de Guadalajara, sería invitado para debutar en en el Teatro Colonial de la Ciudad de México a los 24 años de edad y viviría siete años bajo el destello de los reflectores, entre el reconocimiento y el aplauso?

Su flacura era la causa inicial de la burla y después su agudo ingenio y letrado discurso. Con presentaciones como ‘El retrato de Dorian Buey’, ‘Agarren a López por pillo’ o ‘Cuna de robos’, el llamado ‘Rey de la Carpa’, se ganó el aplauso de un México que despertaba su deseo de analizar el ejercicio de la autoridad, en una era de poca tolerancia a la crítica política.

anamartinPalillo’ falleció en 1994 a los 81 años de edad y aún en sus últimos años mantenía su deseo de motivar el análisis en la política nacional.

De sus cinco hijos Ana Martin se dedicó a la actuación.

Aunque ‘Palillo’ se fue, queda su recuerdo en el estadio que en más de 50 años de existencia, ha recibido eventos como: el Campeonato Mundial de Pentatlón Moderno, el Festival Panamericano de Atletismo, el torneo de hockey sobre pasto de los Olímpicos de México 68, fue sede de los partidos de la Liga de Futbol Americano Profesional de México y abrió sus puertas a las caravanas centrocaribeñas.

palillo2

Todo en nombre de un hombre valiente y crítico que encontró en la risa la mejor arma para la subsistencia.

Ésta es una de sus últimas participaciones, al estilo Teatro de Carpa: Así era Palillo

Ciudad de México, Deportes

El padrino del Azteca

 

¿Cómo obtuvo su nombre uno de los estadios de futbol más emblemáticos del mundo?

Aquí la historia.

@Katilunga

El Estadio Azteca recién cumple 50 años de existencia. El único en el mundo que ha recibido dos finales de la Copa del Mundo de Futbol. En México ’70 vio a Brasil coronarse tras ganarle a Italia por 4-1 y en México ’86 albergó otra victoria sudamericana: la de Argentina por 3-2 sobre Alemania.

Llamar al Estadio ‘Azteca’ quizá era obvio, pero hubo alguien a quien se le ocurrió primero.

azteca

En 1966, el Servicio Postal Mexicano emitió una convocatoria para bautizar al nuevo estadio, que estaba a punto de ser inaugurado. En ella, una de las reglas fue tomar en cuenta el nombre más votado y de éste, elegir a la primera persona que mandara la carta con la propuesta. El referente sería la fecha en que se marcó el sello postal sobre la carta.

Así, Antonio Vázquez Torres mandó “Azteca” como su nombre candidato. Cerró el sobre y desde León, Guanajuato, mandó la carta que fue la primera en llegar.

Vázquez Torres ganó el concurso y a cambio de heredarle un nombre al estadio, se hizo acreedor a dos asientos en platea ¡concedidos por 99 años!

En 50 años el Estadio Azteca no sólo ha visto futbol. También ha abierto sus puertas para juegos de NFL (el último en 2005); funciones de lucha libre (1983); la pelea de Julio César Chávez contra Greg Haughen -registrada como el encuentro de box más concurrido de la historia con 132 mil 274 asistentes- en 1993; conciertos de Michael Jackson, Elton John, U2, Paul McCartney, Artic Monkeys…y hasta un encuentro religioso, presidido por el Papa Juan Pablo II, en 1999.

Así que, el señor Antonio Vázquez puede ahora heredar dos asientos con 49 años de vigencia para atestiguar las historias que queden por resguardar en el bien nombrado ‘Estadio Azteca’.

 

Ciudad de México, Deportes

¿Por qué se llama ‘El Sope’ la pista atlética de la Ciudad de México?

 

A diario entrenan en ella casi 4 mil personas; su historia comienza hace más de 50 años, con una promesa por cumplir, un intento de asalto…¡y un machete!

Dejó caer el machete sobre la maleza una y otra vez, hasta trazar un camino llano. Padecía una obsesión por cumplir una promesa y -de forma involuntaria- con ese machete abrió la senda para las metas de casi 4 mil corredores, que todos los días asisten a la pista ‘El Sope’, en la 2ª Sección del Bosque de Chapultepec, de la Ciudad de México.

Hace 50 años, un terreno salvaje y escondido entre la hierba silvestre, fue ‘civilizado’ por Mario Pérez, quien transformó una zona hostil para convertirla hoy en una de las pista de arcilla más importantes de la capital del país.

Pero antes de abrir camino a machetazos, Mario era un hombre fumador y sedentario. La cuota de su adicción era una cajetilla de cigarros diaria, hasta que un día su hermano lo retó a iniciarse en el atletismo.

Lo acompañé a una carrera de campo traviesa; los ganadores le sacaron como dos kilómetros de ventaja…¡y que lo regaño! “¿¡Para eso me trajiste aquí!? ¡Para verte perder!”. Él, muy noble contestó: “¿Por qué no le entras tú?”. Muy orgulloso, le dije: “¡Sí. El otro año voy a correr y verás que estos no me ganan a mí!”», recordó Don Mario.

Allí supe lo que cuesta cumplir una promesa. Esa promesa fue mi entrada al atletismo. ¡En el primer mes de entrenamiento, hasta para sentarme me agarraba de las paredes! Sentía que me moría…¡y pararme era peor!…pero todo valió la pena».

Entre orgullosos dolores, el novato corredor cumplió la promesa: se llevó el primer sitio en su primera incursión en el Campeonato Nacional de Campo Traviesa, en 1965 y ese triunfo fue el primer paso hacia una prolongada vida en el atletismo.

Pérez Saldívar profesionalizó sus entrenamientos y una madrugada de 1966, salió a correr con su hermano entre solitarias y peligrosas veredas, sin saber que esa práctica sería el preludio de uno de los lugares de mayor concurrencia para entrenar en la Ciudad de México. “No existía la 2ª Sección del Bosque de Chapultepec. Había, cuevas, barrancas, animales salvajes ¡y hasta drogadictos! Una ocasión nos persiguieron para asaltarnos y al escaparnos, acabamos casi por la Calzada Virreyes, como no podíamos regresar, entrenamos allí. Había mucho matorral, pero le dije a mi hermano: “aquí está bueno pa’ correr” y al otro día me llevé el machete para cortar ramas”, confesó.

Esos machetazos y sus entrenamientos fueron los primeros pulsos en la vida de la pista ‘El Sope’. “Cuando cortábamos la maleza, jamás pensamos que pudiera ser el camino de tantos corredores, sólo queríamos un lugar seguro para hacer ejercicio”.

Entonces, Pérez Saldívar trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas (SOP) y representaba a este organismo al competir en pruebas de ruta que podían ir de Xochimilco a Tláhuac, de Tláhuac a Milpa Alta o de Iztapalapa a Tláhuac. En esas competencias recibió su sobrenombre.

“Había varios clubes de atletismo: Venados, CDI, Vaqueros, UNAM, Poli y donde yo trabajaba: la SOP; todos me gritaban, en especial los de Prepa 5 “¡échale SOP!”, me decían, pero un día me ‘regalaron’ una ‘E’, y ya me decían ‘El Sope’; a ellos les debo el apodo”.

Sope.Periodico

De ser un fumador mórbido, Mario ‘El Sope’ Pérez, se convirtió en atleta de selección nacional. Ganó oro (5,000m), plata (10,000m) y bronce (1,500m) en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1970; bronce (5,000m) en los Panamericanos de 1971 y compitió en los Olímpicos de Munich ’72 , basando su preparación en aquella pista, que a machetazos creó.

“Con tantas medallas, una ocasión fui a Los Pinos y vi al Presidente Gustavo Díaz Ordaz. Me preguntó dónde entrenaba, le expliqué y él dijo: “Esa vereda se va a llamar ‘El Sope’” y mandó poner una placa con mi apodo”.

Algunas mañanas, el creador de este circuito practica, anónimo, entre los corredores. “La satisfacción de ver la pista llena a casi todas horas, que la gente venga a correr es muy bonito, ver cómo aquí van haciendo sus cronos, planeando sus metas me da mucha alegría”.

El trazo original que le dio Mario Pérez ha cambiado mucho al de hoy en día, pero ahora la pista atlética ‘El Sope’ tiene dos circuitos: uno de mil 150 metros y otro de 820m; además cuenta con una recta de arcilla de 100m para entrenar tramos de velocidad, tiene señalizaciones cada 100m, aparatos de estiramiento, red de iluminación, red de riego y jardinería.

La pista ‘El Sope’ nació a razón de una promesa cumplida. Es un trazo hecho a machetazos, herencia para los corredores de la Ciudad de México y uno de los circuitos más completos para practicar carrera atlética, en la capital del país.

EL DATO

Legado para todos

La pista atlética ‘El Sope’ es una de las más importantes del D.F. En ella han entrenado desde destacados competidores de alto rendimiento, hasta personalidades como Presidentes o Jefes de Gobierno.

Ciudad de México, Deportes

El perdedor más grande de la historia.

¿Somos sólo cifras? A veces conducimos nuestra vida en torno a números: ¿Cuánto ganas? ¿Cuánto debes? ¿Qué edad tienes? ¿Cuánto te costó?…Si eres maratonista -o conoces a alguien tan loco que lo sea- de seguro lo primero por conocer serán dos números: el tiempo al cruzar la meta y la ubicación en la tabla general. ¿Será lo más importante? ¿Si no llegaste en primer sitio, no vale la pena contar lo que viviste?

En estas líneas va el mejor ejemplo: en ediciones pasadas, el Maratón de la Ciudad de México recorría casi la misma ruta en que se trazó uno de los capítulos más trascendentes de los recuerdos olímpicos, durante los Juegos de 1968 y en ese asfalto hizo camino del perdedor más grande de la historia.

A las 3:00 pm del 20 de octubre, en la Plaza de la Constitución, inició el maratón olímpico de México ’68. El etíope Abebe Bikila, Campeón Olímpico en Roma 1960 (donde ganó descalzo) y también ganador del oro en Tokio 1964, era favorito entre 75 corredores.

Fue una prueba casi suicida: los Olímpicos en la Ciudad de México dificultaron el rendimiento de los atletas en eventos de resistencia -debido a la altitud de casi 2 mil 300 metros sobre el nivel del mar, que implican una pérdida del 30 por ciento de oxígeno, en comparación con la playa-.

Por ello, esa tarde, los corredores iban a un paso reservado. En el 20km, el belga Gaston Roelants (oro de 3,000m con obstáculos en Tokio ’64) lideraba la prueba, con el británico Tim Johnston.

Después de los 20km, la ruta parecía un campo de guerra: corredores mareados, sin aliento, tirados en el suelo y asistidos con tanques de oxígeno para respirar. Al 17km, ante las miradas atónitas de los espectadores, el brillo de Bikila se apagó en el retiro, a causa de una fractura en un dedo del pie; al final, fueron 18 deserciones.

Pero Etiopía retuvo el cetro del evento. Tras 2 horas, 20 minutos y 26 segundos, Mamo Wolde ganó. Media hora después, Wolde, con el japonés Kenji Kimihara (2:23.20) y el neozelandés Michael Ryan (2:23.45) recibieron las medallas…pero ese no era el fin de la competencia y aún después de la ceremonia de premiación, los jueces anunciaron que un corredor seguía en la ruta.

Medallistas olímpicos del maratón de México '68.

Parecía imposible. La noche otoñal de aquel octubre ya había caído, cuando entre los jueces de ruta empezaron a compartir los capítulos que enarbolaban su maratónica desdicha: en el 19km cayó y se lastimó severamente rodilla y hombro derechos; después de ver a compañeros abandonar la prueba, avanzaba con profundo dolor, pero rechazó la asistencia médica y sólo pidió vendas para contener la luxación de su pierna, pues de recibir apoyo, sería descalificado; a ratos caminaba, otros trotaba, y hubo instantes en los que hasta lloraba…pero no se detenía. El pronóstico para ese fondista era sumarlo, en cualquier momento, a la estadística del retiro pero ¿quién era el insistente lesionado? John Stephen Akhwari.

Los pies lesionados de Akhwari, durante su competencia.

El tanzano Akhwari no era novato en la prueba y antes de este día, los números también le sonreían. Había ganado el Campeonato Africano de Maratón, fue 5º en el Maratón de los Juegos de la Mancomunidad y corrió la distancia por debajo de las 2:20 horas. Esto le auguraban un destino más exitoso en México.

Pero la ruta en la Ciudad de México fue tortuosa, en especial a partir de aquella caída. Pasó más de una hora desde que Wolde cortó el listón de la meta, como campeón del evento, hasta que Akhwari llegó al Estadio Olímpico Universitario, que estaba casi vacío. Akhwari apenas podía andar cuando entró por el túnel y los pocos testigos le acompañaron con aplausos que le empujaron a trotar, caminar y hasta saltar en una pierna. La ovación terminó tras ver al perdedor más grande de la historia llegar a la meta, con tiempo oficial de 3 horas, 25 minutos y 27 segundos.

“Usted viene muy mal, ¿Por qué no permitió que le asistieran las ambulancias?”, le preguntó un juez. Cansado y lesionado, Akhwari dio una respuesta más radiante que una medalla de oro:

“Mi país no me mandó a 5 mil millas de distancia para empezar una carrera, me mandaron aquí para terminarla”.

Ese día Akhwari dejó grabado su nombre en el asfalto de la Ciudad de México.

En 1983, Akhwari recibió una medalla de honor, como Héroe Nacional de Tanzania. Creó una fundación encargada de apoyar a atletas de su país, para llegar a los Juegos Olímpicos en mejores condiciones. En abril de 2008, fue portador de la flama que encendió el pebetero de los Juegos de Bejing y en la justa china fue además ‘Embajador de Buena Voluntad’.

En México ’68, Akhwari cayó, se lesionó, hizo un ‘mal tiempo’, fue el último en llegar…y es recordado por algo más grande que ganar; algo invaluable y no medible con números, porque hay instantes en la vida tan grandes, que no se calibran con nada.

Ciudad de México, Deportes, Mujer y Deporte

La maestra que no vino a marchar, sino a correr, ganar y brillar

Cuando supe que Gladys Tejeda vendría al Maratón de la Ciudad de México me dio mucha alegría y supe que estaría en el podio. Ganó bronce en el maratón de Guadalajara 2011 y compitió en Londres 2012; de esos Juegos  británicos conservo una de las más hermosas experiencias de mi vida. Fue raro: sin conocerla, sin habernos visto de frente, Gladys me dio uno de los momentos más simbólicos de los Olímpicos.

Hace un año que me emocionó en el Estadio de Londres y entonces no imaginé que Gladys, una maestra de profesión, vendría a conquistar las calles de la capital del país, de una forma tan distinta a la de sus homólogos del sureste de México: Los maestros mexicanos llegaron a marchar y bloquear calles (durante plena competencia de maratón), pero Gladys, la profesora peruana, llegó para correr, ganar y brillar. Eso se llama EJEMPLO.

Como esa enseñanza, Gladys me dio una muy buena en 2012. Rumbo a los Juegos británicos, la firma P&G desarrolló la campaña ‘Gracias mamá’, como reconocimiento a la primera, verdadera y eterna patrocinadora de un competidor, e invitó a mamás de atletas destacados de todo el mundo, a atestiguar el momento más importante de la vida deportiva sus hijos, en Londres 2012. Por invitación de esta firma, tuve la fortuna de estar con muchas mamás de atletas de América Latina, en la Ceremonia de Inauguración de los Juegos.

Una experiencia hermosísima. Más de 80 mil almas en el Estadio conjugamos todos nuestros sentidos en un viaje a la apertura del olimpismo y una celebración del inicio del máximo esfuerzo del espíritu y del cuerpo.

En tele o en Estadio, fue hermosa y divertida, cada momento increíble. Hasta el esperado desfile de las Delegaciones. Disfruté mucho ver a María Espinoza vestida de China Poblana dirigiendo a un México que desde ese momento brillaba exitoso…y al final de los Juegos lo fue.

Pero, cuando cruzó Perú, era Gladys quien dirigía a la nación, nadie en todo el estadio estaba más emocionado que la señora Marcelina Puchuhuaranga, su mamá, quien estaba sentada a mi lado, con uno más de sus nueve hijos. La señora Marcelina se levantó del asiento y se acercó lo más posible para ver a su hija. Sus pequeños ojos brillaban con lágrimas alegres y un mensaje sin hablar, hasta el corazón de su hija “¡Estoy muy orgullosa hija! ¡Lo lograste! ¡Gracias por hacer tanto con lo poco que te he dado!”, así decía su mirada; mientras Gladys, en sus primeros Olímpicos, hondeaba la bandera Peruana en Londres.

La señora Marcelina después me dijo: “soñábamos con este momento, yo le decía que podía llegar a unos Olímpicos y no se imagina usted lo que es para mi verla, estar aquí con ella, tan lejos, al otro lado del mundo, logrando su sueño”. Las lágrimas devoraron sus palabras y ese nudo en la garganta que causan los sueños realizados cerró el paso de su voz. No me pudo decir más, pero no importaba. Todo me quedó claro.

La producción de la Ceremonia de Inauguración elaborada por el famoso productor británico Dany Boyle fue bellísima, pero la comunión entre Gladys y su mamá, en esa comunicación, de un alma a otra, sin voz, pero con un intenso latido ,fue mucho más significativa que cualquier coreografía de la Ceremonia.

Ver a Gladis ganar en el Maratón de la Ciudad de México fue muy especial. En verdad me enchinó la piel. Al cruzar la meta, después de las entrevistas, la felicité y le dije “Estuve con tu mamá y tu hermano en la Inauguración de Londres 2012”. “¡Oh! ¿¡De verdad!?”, me dijo al abrazarme fuerte, sorprendida y muy sonriente.  El mundo es pequeño… o tal vez Gladys, con sus 1.60 metros de estatura es grande.

https://www.youtube.com/watch?v=GrQM6bgo2v4