El silencio era profundo en el estadio. “Ojalá lo fallen”, dijo, casi en secreto, un aficionado en la tribuna, pero en seguida le callaron múltiples y autoritarios “¡Shhh!”. Guyana estaba por abrir el marcador con un penal sobre México, en la Final de la Rugby Americas North. Mientras el pateador caribeño Ryan Gonsalves se preparaba para cobrar el tiro, los jugadores mexicanos pidieron a los asistentes abstenerse de hacer ruido y permitir concentración a su rival. Guyana anotó: 0-3 caían de forma parcial los locales, en el Estadio ‘Tapatío’ Méndez de la UNAM.
¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cómo es que 15 tipos rudos entran en duro contacto físico con sus rivales y a punto de cobrar un penal en su contra, esos mismos 15 rudos se encargan de establecer las condiciones ideales para su oponente, que busca superarlos? “Por respeto”, dijo Francisco Echegurén, presidente de la Federación Mexicana de Rugby. “Por los preceptos básicos del Rugby: DRIPS. D: Disciplina; R: Respeto; I: Integridad; P: Pasión; S: Solidaridad”, agregó. Nadie entra al campo sin el DRIPS y nadie se queda sin contagiarlo en la afición. En penales o conversiones, mexicano o guyanés, en el campo o en la banca…en toda oportunidad, los jugadores invitan a la afición a apasionarse, pero con respeto y solidarizarse hasta con el contrincante.
“Nadie le reclama al árbitro en la cancha”. Todos los jugadores se encargan de inyectar el deportivismo en su propia casa, de limpiar la actitud en la cancha y fuera de ella. Por primera vez en su historia, México ganó una final de la región Norteamérica en el Rugby 15 y superó 32-3 a Guyana. Algunos visitantes lloraron en la frustración de la derrota y la respuesta mexicana fue invitar al equipo del Caribe a acercarse a la tribuna principal, donde pidieron al público ovacionar al rival.
Ser ganador es bueno, pero triunfar con la actitud de un Campeón, es ser grandioso. Enaltecer al oponente es pone lustre y pulir con la suavidad del respeto tu propio logro. Ver a jugadores involucrados en el palpitar de un monstruo de mil cabezas, que está dispuesto a gritar, agredir e insultar en la espesa selva del anonimato, es como ver al caballero medieval combatir y superar al dragón salvaje; mientras que abstraerse de la realidad es desunirse de sí mismo.
“Lo único necesario para el triunfo del mal, es que los buenos no hagan nada”
Edmund Burke.
Otro ejemplo…aunque tardío:
En Río 2016, durante la final de salto con garrocha varonil, se dio un duelo de ex amigos, que pasó de una batalla individual, a una guerra trasnacional. El francés Renaud Lavillenie, recordista mundial y oro en Londres 2012, empezó su competencia en 5.75 metros, que pasó en su primer intento, al igual que el 5.85m y 5.93m. Con la varilla a 5.98 metros de altura, sólo dos hombres peleaban por el oro: el galo y uno de los consentidos de Brasil: Thiago Braz.
Thiago entrenó al lado de Renaud por varios años, pero el brasileño se fue con el ucraniano Sergey Bubka (leyenda del atletismo en esta disciplina). Eso los distanció, pero nunca fueron enemigos y ese 15 de agosto, allí estaban, en una lucha en las alturas, por el título olímpico.
En el atletismo, el público suele apoyar a su favorito, pero nunca se abuchea al deportista. Esa norma se quebrantó en esa final, cuando el Campeón Defensor exponía su corona mientras los cariocas lo denigraban. El europeo pasó el 5.98m, entre gritos en su contra. La varilla subió a 6.03 metros, Renau con un estadio amenazante, falló dos saltos, mientras el brasileño pasó el segundo y a los 6.08m, Lavillenie falló su intento de conservar el cetro, mientras el brasileño hizo nuevo Récord Olímpico.
El francés salió afligido y en entrevista habló del maltrato y la falta de educación del público brasileño; hasta les comparó con el público nazi, que sólo apoyaba a los alemanes. En el podio recibió tantos abucheos, que lloró con la medalla de plata colgando de su cuello.
Muchos, incluido Thomas Bach, presidente del COI, se manifestaron en contra del actuar de esa Gestalt carioca, convertida en odio. Thiago mismo reaccionó….pero tarde. Al terminar la Ceremonia de Premiación, en una de las oficinas del estadio, el brasileño acudió a Renaud para apoyarle. Hizo bien, pero debió suceder antes. Durante la competencia, Braz pudo pedir a la gente que no gritara o pudo invitar al francés al primer sitio del podio.
Lo grande es invitar a los demás a atestiguar con más dignidad la lucha del deporte. No se engrandece quien se evade de una realidad indeseable de enfrentar.
Como siempre, hermoso, valioso y profundo tu trabajo mi querida Katy!!
Muchas gracias por compartirlo y muchas felicidades también.
..Si fue súper triste ver la competencia de garrocha y ver cómo el público brasileño tan alegre, tan apasionado, tan vivo y justo; se transformaba en una figura agresiva y grosera que de repente solo pudo vivir su competencia a través de lo que bajamente el fútbol les ha mal enseñado y así lo hicieron y así lo expresaron lamentablemente.
Qué bonito artículo mi Katy, un gusto siempre leerte.
Te mando un abrazo y un beso muy grandes y con mucho cariño y sobre todo, admiración.
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