KATY LÓPEZ
¿Qué se sentirá morir? Muchos temen a la muerte. Tal vez es miedo al preludio: a que sea prolongado y doloroso, o rápido sin oportunidad de reaccionar ni despedirse. Después de eso, para mí la muerte debe ser un proceso muy hermoso.
Hay documentados ‘encuentros con la muerte’: personas que perciben luz, paz, voces. No me ha pasado, pero en 2011 tuve una experiencia análoga…o más bien, una epifanía sobre la muerte.
En la primera semana de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, trabajé como reportera, pero en la segunda fui Voz Técnica de Atletismo, en las 47 disciplinas de este deporte. Divertidas 10 horas al día para narrar esfuerzos sobre el tartán, aunque me perdí la cobertura de otras competencias.
El día de la clausura de los Juegos, invitaron a los jueces a la ceremonia y al ser mi labor de ese equipo, fui. Era de noche. Abordamos el camión. Llegamos a la Villa de Atletas. Bajamos. Entramos al complejo habitacional. Caminamos hacia el Estadio…y yo no entendía nada.
Dos kilómetros a pie. Había muchas personas de muchos países y entre ellas, me encontró el Médico Deportivo Héctor Aguilar. “¿Tú qué haces aquí? Estás bien lejos, ¡ven con los de México!”, dijo y me tomó del brazo. Alcanzamos a ‘los de México’: ¡ERAN TODOS LOS DEPORTISTAS, ENTRENADORES, FISIATRAS Y DOCTORES QUE NO HABÍA VISTO EN COMPETENCIAS! Saludé a todos: Paola Longoria, Patrick Loliger, Iván Bautista, Rocío Guillén o Manuel Cortina.
Allí empezaron mis delirios sobre la muerte, porque uno recuerda y añora mucho a los seres queridos que pierde y los momentos que se van con ellos; pero tan pronto inicia este proceso de morirse, ellos llegarán a tu encuentro.
Dante tuvo a Virgilio y a Beatriz, y yo también tuve a mi acompañante: Manuel Cortina. Competía en canotaje. Vivía sus terceros Panamericanos y ya conocía bien este momento. Manuel se dedicó a calmar mis nervios, a acompañarme en el camino e incluso a arroparme, pues yo llevaba una sudadera púrpura, muy desentonada con el blanco uniforme de la Delegación Mexicana, así que me prestó su rompevientos talla XG para no desentonar.
Vi el Estadio cerca y hasta ese instante caí en cuenta de lo que estaba sucediendo. “¡VÁLGAME EL SANTO SEÑOR DE LAS MARCHAS! ¡ESTAMOS DESFILANDO!”. Hasta ese momento supe que después de la Delegación del país sede, los jueces desfilan en la clausura.
Definitivamente no quería hacerlo, pero no podía dar paso atrás….y pasa un poco así con la muerte también.
Llegamos a ese famoso momento: ‘El Túnel’. Me hablaron mucho de él, pero lo que viví allí, es creo el hermoso camino hacia la muerte: Todo es oscuridad, pero no tienes miedo ¡estás emocionado! ¡Sabes que eres parte de un mar de almas bajo la misma experiencia! Escuchas chiflidos, aplausos, tu piel se eriza y haces un involuntario y profundo respiro, para soltar todo tu aliento y gritar, reír…se enchina la piel.
No hay pasado. No hay futuro. Sólo eres ESE momento. Ni siquiera hay temor. Sólo quieres que tu voz, todas tus emociones y sentidos se unan al oleaje efusivo que te empuja y entonces, pasa lo que cuentan de la muerte: una luz al final y llegas a un camino lleno de brillo y alegría. Avanzas lento, pero sientes los fuertes latidos de tu corazón, sí, como si fueran los últimos y hasta sonríes con gratitud por cada sístole, por cada diástole, por cada respiro.
Así sentía en mi trajín mortuorio, que era también la despedida de esos Juegos.
Lo qué pasó después no se vivió en los Olímpicos de Beijing 2008 ni Londres 2012: en Guadalajara 2011, México era sede, los asistentes en el Estadio esperaban a México y así, cuando llegó el contingente anfitrión -con esta colada- los aplausos, la alegría, la locura del encuentro y los gritos, eran todos para ellos.
Casi siete meses después, el 8 de mayo de 2012 partió una de las mujeres más importantes de mi vida: mi abuelita Elvira. De ella heredé el gusto por escribir –que no la calidad, era asombrosa– y si hay cosas buenas en mi corazón, casi todas las sembró ella.
Mi abuelita sabía que mi sueño era vivir unos Olímpicos. Tras 12 años de cubrir Deporte Amateur, fui a Londres 2012 y llevé algunos de sus escritos siempre en mi mochila, en cada cobertura.
En la clausura de los Juegos británicos, cuando Ed Sheeran, Nick Mason, Mike Rutherford y Richard Jones interpretaron el cover de Pink Floyd ‘Wish you were here’, lloré y la recordé muchísimo; fue como si todo el tiempo, en toda la cobertura, hubiera estado a mi lado.
Ya no podré llevarle lo que siempre me pedía, lo que más le gustaba: fotos y el relato de cada aventura; pero en la clausura de Guadalajara 2011 viví una experiencia mágica que sí le conté antes de que ella partiera.
Así imagino el transitar de mi abuelita hacia su bienvenida, en la otra brillante, feliz y hermosa vida. Ojalá así sea para mi.