El camino de una periodista

La máxima expresión del espíritu a través del cuerpo. ¡Eso es para mí el deporte!

«¿Qué significa para ti el deporte?». Una vez me lo preguntó mi amigo Arturo Xicoténcatl y me faltaron palabras para explicarlo. Ya analicé la pregunta y por mera curiosidad, comparto la respuesta.

Respeto a quienes conciben al deporte como una actividad de entretenimiento. Respeto, pero no coincido. El deporte es para mí la máxima expresión del espíritu a través del cuerpo. Simple, pero intenso.

El deporte es una forma de materializar la motivación de un alma, en el desarrollo de habilidades motrices; que además tiene una ecuación exponencial, pues la energía de ese esfuerzo se multiplica en más motivación y se transmite hacia quienes tienen oportunidad de atestiguarlo.

Tengo dos ejemplos: No es posible limitar ese estímulo únicamente al ver a Usain Bolt ganar una medalla olímpica (suceso que enchina la piel de miles de personas); esto pasa en todos los niveles del deporte, también cuando una niña, en su competencia de gimnasia artística ejecuta una rutina de piso y sus padres se sienten orgullosos; quizá son menos quienes descubren la motivación en la competencia de la niña, pero puede ser tan intensa que desborde alegres lágrimas de triunfo…aun cuando ella no ganara, pues el triunfo no significa ascender al podio para ella, sino superar sus retos motrices personales.

Además, el deporte para mí es la oportunidad de ver la caída de la torre de Babel. Las barreras del idioma se derrumban rendidas al deporte. El lenguaje es el cuerpo y su gramática el esfuerzo. En el deporte las palabras sobran. No es necesario hablar ruso, chino, español, alemán, lo que prefieran, para comprender el valor del triunfo, o la derrota. En ambos casos puede haber lágrimas, pero sin siquiera hablar comprendemos la alegría o la tristeza de sus actores. El deporte es un idioma que nos sensibiliza, nos aproxima, nos brinda una empatía en torno a quienes vemos esforzarse. Sobran historias para explicarlo.

El deporte es para valientes. No cualquiera dedica su tiempo, su vida, su fuerza, a una actividad de la que no sabe si obtendrá los frutos deseados. Una siembra sin garantía de cosecha. Una moneda al aire. Se necesita mucho carácter y valor para estar dispuesto a enfrentar la competencia, las lesiones, la crítica y los millones de “hubiera”. Si un deportista no está entre los primeros tres lugares de su competencia, todo su entorno se convierte en experto y después del evento le aconsejan “hubieras hecho…”, “te hubieras preparado…”, “no hubieras ido…”; un cúmulo de juicios hacia alguien que no conocen y una metodología competitiva que no entienden. Muy duro.

En lo social: el deporte es la mejor expresión del comunismo. No importa si eres rico, o pobre, alto o pequeño, gordo o extremadamente flaco, todos sus actores requieren esforzarse para alcanzar sus metas, no por tener más o menos de una u otra característica se da el merecimiento de una medalla, si lo quieres, te lo vas que ganar gracias al perfeccionamiento de tu esfuerzo; además, el esquema es tan incluyente, que todos los biotipos pueden encontrar una actividad física en la que tengan éxito.

Y en un aspecto más biológico: el deporte es la oportunidad más latente de permitir la evolución de la especie humana. Desde su existencia como homo sapiens, el hombre ha hecho el proceso inverso que cualquier otra criatura en la tierra: mientras el resto busca su adaptación al medio ambiente, el ser humano ha buscado adaptar el medio ambiente a sus necesidades. “No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapte”, dijo Charles Darwin en su Teoría de la Evolución de las Especies; el hombre llegó para corromper sus palabras y al medio mismo en que coexiste.

Sin embargo, es el deporte la única actividad que implica un esfuerzo físico que permite la evolución a seres más rápidos, más fuertes, con mayor resistencia y cualidades físicas que permitan enfrentar con mejores elementos los cambios que le deparan al mundo.

Es una reflexión muy personal. Por supuesto estoy describiendo el lado más noble, pues hasta en algo tan maravilloso como el deporte existen los hoyos negros. No busco convencer a nadie, es sólo una manera de externar el respeto que le tengo, no sólo a un seleccionado nacional, sino a todo aquel que tiene la iniciativa de salir de la inactividad a cuidar su tempo, la herramienta mediante la cual alcanzará sus sueños: su cuerpo.

No sólo lo veas, practícalo y quizá encontrarás otra concepción, quizá una muy distinta de la que yo tengo.

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