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Rudy Ball: el judío que compitió por la Alemania Nazi

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Al año de 1936 podríamos llamar del ‘olimpismo nazi’: ambas ediciones de los Juegos se realizaron en Alemania, durante el régimen de Adolfo Hitler. Tras recibir la justa de verano, en Berlín, la ciudad de Garmish-Partenkirchen organizó la de invierno, entre un tenso ambiente, ante las hostiles políticas públicas del gobierno fascista.

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Pin conmemorativo de la justa invernal 

Como anfitrión del evento, Alemania llevó a ambos Juegos delegaciones con las que deseaba demostrar el supuesto poder ario; sin embargo, en el equipo de invierno compitió un judío: el jugador de hockey sobre hielo Rudy Victor Ball.

Antes de la Primera Guerra Mundial, Rudy era conocido como el mejor jugador alemán y fue capitán del equipo que ganó bronce en los Olímpicos de Lake Placid 1932, pero su ascendencia judía impidió que fuera llamado para la justa del 36.

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Su coequipero Gustave Jaenecke se rehusó a integrar la selección si su amigo Ball no lo hacía; el resto del equipo se sumó a la demanda. Gracias a esa solicitud, Ball pudo hacer una negociación importante: decidió competir, en tanto el gobierno nazi permitiera que su familia abandonara Alemania.

En los Juegos de 1936, Ball jugó cinco partidos y anotó dos goles; después se lesionó y el equipo alemán terminó en quinto sitio.

Rudy Ball falleció en 1975, en Sudáfrica, pero en 2004, el único judío-alemán que compitió en los Juegos Olímpicos, en nombre de la Alemania nazi de 1936 fue electo para entrar en el Salón de la Fama del Hockey sobre Hielo.

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PHILIP BOIT: Un keniano en la nieve

KATY-LOPEZ.COM

Como muchos kenianos, Philip Boit soñaba con dedicarse al atletismo de fondo y emular los éxitos de sus compatriotas en el mundo, hasta que recibió una extraña propuesta de la marca Nike: ser el primero de su país que compitiera en unos Olímpicos de Invierno.

Boit encontró un sueño disfrazado de reto en esa oferta. En febrero de 1996, sin conocer la nieve y con el apoyo de la firma deportiva, se mudó a Finlandia para entrenar, hasta convertirse en un esquiador de fondo con nivel de alta competencia; después de todo, contaba con resistencia atlética y una herencia genética deportiva: su tío Mike Boit ganó bronce en 800 metros de los Olímpicos de Munich 72; sin embargo, los resultados de esta aventura sólo responderían a su esfuerzo.

No fue fácil para Philip. Las dificultades iniciaron desde las situaciones más simples, como el clima: en Kenia, la temperatura promedio es de 25 grados centígrados; mientras en el invierno de Finlandia se alcanzan los 19 bajo cero…y también ‘desde cero’ debió aprender la técnica para esquiar en distancias largas.

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Dos años después, Philip logró la meta: clasificó a los Olímpicos de Nagano 1998, en la prueba de 10 kilómetros.

Nunca estuvo entre los favoritos. Terminó en 47 minutos con 25.5 segundos, en la posición 92; es decir, en el último lugar y su tiempo fue 20 minutos superior al del ganador del evento, el noruego Bjørn Erlend Dæhlie, quien es hasta hoy el máximo medallista en la historia del deporte olímpico invernal, con ocho preseas de oro y cuatro de plata.

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Sin embargo, nadie vio a Boit como un perdedor; en su debut olímpico eran altas las probabilidades de que el keniano se sumara a la lista de cinco esquiadores que abandonaron la competencia.

Su presencia en la meta paralizó hasta al mismo Dæhlie, quien pidió se suspendiera la ceremonia en la que le entregarían el oro, hasta que pudiera recibir a Boit.

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El noruego felicitó al keniano por lograr su sueño. El momento era casi irreal ¿en verdad el más grande de la historia celebraba al último lugar de la competencia? La escena demuestra que en el olimpismo hay miles de valores más grandes que la victoria: la humildad, el respeto, la igualdad, la valentía, la perseverancia, el afecto.

Boit no brilló con una medalla, pero recibió el reconocimiento del competidor más destacado, en la historia del deporte olímpico invernal. Para el keniano, ese momento fue tan importante, que nombró a su primogénito con el apellido del noruego Dæhlie.

Después de esa competencia, Nike retiró el patrocinio para Boit, pero eso no lo detuvo. Philip clasificó a los Juegos de Salt Lake City 2002, en los que logró la mejor actuación de su carrera olímpica: el sitio 64 en la prueba de 10km; también compitió en los de Turín 2006 y buscó clasificarse tanto a Vancouver 2010 como a Sochi 2014, sin lograrlo.

Hoy vive en Kenia y en algunas ocasiones sale a las calles a entrenar, con esquís adaptados para el asfalto.

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Ganaron un oro olímpico…¡después de morir!

Conquistar un oro olímpico después de morir y sin haber tocado un escenario de competencia parece imposible, pero más de 20 personas de cuatro países conformaron un equipo que recibió esa presea. Esta extraña y antigua historia sucedió en las zonas más frías de Nepal.


KATY LÓPEZ

En 1922 un grupo de hombres se preparaban para hacer historia y conquistar la cumbre más alta del mundo: el Monte Everest. El Brigadier británico Charles Bruce, lideró a alpinistas de Gran BretañaSuiza, que fueron acompañados y asistidos por nativos de Nepal y de India.

La expedición hizo tres intentos por llegar a la cumbre y siete guías murieron durante los ascensos fallidos: los sherpas Sange, Temba, Antarge, Pembra, Pasang, Lhakpa, Narbu y el guía Tejbir Bura de Nepal.


JOI.CeremoniaChamonix1924 MEMORIA. Al clausurar los Olímpicos de Invierno de 1924, el Barón Pierre de Coubertine dio este oro.


Todo lo sucedido durante el ascenso de esta expedición se supo en Europa y dos años después del incidente, durante la Ceremonia de Clausura de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno, en la edición de Chamonix 1924, sucedió algo inédito:

En persona, el Barón Pierre de Coubertin -fundador de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna- brindó un discurso y una presea para los expedicionarios:

 

“Esta medalla es un pequeño testimonio de la admiración con la que todas las naciones han seguido sus jornadas (…) ustedes honran no sólo a sus países, sino a la humanidad”.

Tras sus palabras, Coubertin entregó la simbólica presea al representante del equipo de alpinistas Bill Strutt, pues los sobrevivientes de la primera expedición se preparaban para un segundo ascenso, a mediados de 1924, pocos meses después de culminados los Olímpicos Invernales.

El Barón fue claro al solicitar que esta medalla se extendiera para todos los montañistas que formaron parte del primer equipo, incluídos sherpas y nativos asistentes. De esta forma, India y Nepal lograron su primer oro olímpico en 1924 y aunque no fue en condiciones de competencia y ya habían fallecido, el Comité Olímpico Internacional reconoce la existencia de estas preseas para todos los alpinistas.

 


GeorgeMallory1 (1) PÉRDIDA. George Mallory, uno de los medallistas olímpicos, falleció en la segunda expedición.

Pero en la segunda expedición que tanto planificaron los alpinistas, falleció uno de los medallistas olímpicos: el británico George Mallory, cuyo ascenso es uno de los más misteriosos de la historia: su cuerpo fue encontrado en la ruta hacia la cima ¡75 AÑOS DESPUÉS! por el montañista estadounidense Conrad Anker. Hasta hoy, nadie sabe si George Mallory fue el primer hombre que tocó la cumbre del monte más alto del mundo.

En octubre del 2024 se encontraron restos humanos en la cumbre que databan de esa época y gracias a las insignias escritas en una prensa, se supo que pertenecía a A. C. Irving, es decir Andrew ‘Sandy’ Irving amigo y compañero de Mallory en los ascensos.