Es curioso cómo el futbol mexicano nos ofrece frustraciones gratuitas. Eliminan a México de la Copa del Mundo, la Copa Oro o cualquier otro torneo y la Nación se vuelca por la renuncia del DT en turno. Se da la presión social por la dimisión de un Director Técnico de futbol, antes que por la salida de un mal funcionario y sin embargo el burócrata sí le cuesta a la sociedad y el dirigente deportivo no.
El futbol es un negocio. Es un negocio muy raro. Sorprende ver un producto de poca calidad ser tan rentable, y en la otra mano tener deportes altamente exitosos que no poseen esas cualidades mercadológicas.
Es una ironía como la Federación Mexicana de Futbol (una Asociación Civil), no requiere del apoyo del Gobierno Federal para su desarrollo, aun cuando su nivel en representación nacional no es comparable con otras disciplinas, y aun así, el resto de las federaciones deportivas, como: clavados, taekwondo, o tiro con arco sí piden ingresos públicos, pese a ser los deportes más exitosos de distintos ciclos olímpicos, con obtenciones de medallas centroamericanas, panamericanas, olímpicas y mundiales.
No ignoro los títulos mundiales juveniles del futbol, el primer sitio en Copa Oro, el oro olímpico de Londres 2012, o la plata en la Universiada Mundial 2013 del futbol femenil, pero la cantidad de logros internacionales del futbol mexicano es menor a los alcanzados en muchos otros deportes.
¿Qué hace el futbol para convertir un producto de baja calidad en un negocio? ¿Qué hacen otras federaciones deportivas para tener competidores exitosos? Ambos gremios deberían intercambiar las respuestas, tropicalizarlas y aplicarlas a sus medios.
En mucho se debe a una falta de preparación en la administración deportiva. No es culpa de nadie. Los estudios formales para la ministración del deporte en México iniciaron hace menos de diez años y en las últimas dos décadas se da la cosecha de los frutos en esa nueva generación con tendencia a la profesionalización. Los presidentes de Federaciones Deportivas son en muchos casos ex atletas, ex entrenadores, integrantes del cuerpo directivo de administraciones anteriores y ellos, en el trajín mismo del recorrido van aprendiendo a caminar (sí, en gerundio); un tanto experimental.
Esta demora en la profesionalización del deporte responde también a la culminación del ‘amateurismo’. El Barón Pierre de Coubertine, creador de los Juegos Olímpicos Modernos, en su romanticismo por revivir la justa griega, prohibió a los atletas olímpicos recibir dinero por competir, para no ‘manchar’ el espíritu del evento, y mantener la motivación interna de hacer deporte por el mero gusto.
Era pecaminoso ‘sacar provecho del éxito’, pero hay casos en que duele ver la triste consecuencia de ese requerimiento ¿un ejemplo? El ex nadador estadounidense Brian Job, bronce en 200m pecho en México ‘68, vive en situación de calle y fue arrestado en Palo Alto, California, por encender una fogata en el estacionamiento de un restaurante, para poder cenar. (Aquí la nota del Mercury News, escrita por Bruce Newman).
En 1992 por primera vez en unos Juegos Olímpicos, se eliminó ese criterio y se permitió la llegada de deportistas profesionales y así conocimos al único y verdadero ‘Dream Team’ de basquetbol en los Juegos de Barcelona, España. Desde entonces se vinculó al deporte de paga con el que no la recibía. Ante este cambio hay quienes, como los surfistas, hallaron una ‘buena ola’ y otros que se siguen revolcando en la marea. Es un encuentro fuerte para la comprensión de la administración de los gastos e ingresos en el deporte.
La adaptación a esta tendencia ha permitido a muchos organismos y hasta deportistas capitalizar una medalla en ingresos y patrocinadores; casos como el de Usain Bolt, Michael Phelps son una muestra de cómo hacer del éxito más que sólo fama y admiración, una posibilidad de contar con ingresos.
¿Lo han pensado? A veces el cortoplacismo de las administraciones en las federaciones deportivas limita a sólo pensar en ‘sacar provecho’ del momento (cuyos periodos duran, GENERALMENTE un ciclo olímpico (cuatro años), pero en otros casos ya llevan más de 25 en el cargo…historias tan largas y enredadas como su tiempo en la silla, en fin); sin embargo, al abrir los ojos a una perspectiva empresarial, en el mediano o largo plazo, hay un camino fértil de siembra para hacer florecer la exitosa autonomía en el deporte.
Si el futbol puede, ¿por qué los otros no?
Que a ti no te guste el fútbol no significa que este deporte sea de mala calidad, el fútbol es la pasión de millones en el planeta, a mi si me gusta, yo si he comprado productos que son realmente malos, cuando me doy cuenta del engaño simplemente no lo compro más y listo, busco otra cosa, he comprado alimentos, equipos electrónicos muy muy malos, ¿que hago? no los compro más, cero dramas!
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Excelente comentario, tan válido el tuyo como el mío. Gracias por escribir 🙂
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