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¿Solidaridad o prohibición?

KATY LÓPEZ

Los Juegos Olímpicos han capturado distintos momentos que enaltecen el espíritu de la fraternidad y la humanidad; sin embargo, sobre sus podios también se ha develado el lado cruento de las sociedades. Aunque la justa de Tokio 2020 se postergó por la pandemia del coronavirus al verano de 2021 (del 23 de julio al 8 de agosto), entre muchas otras incertidumbres queda esta: ¿en el verano de 2021 los estadounidenses van a manifestarse ante las tensiones sociales que enfrenta el país tras el homicidio de Georg Floyd, entre otros procesos de brutalidad policial?

(Floyd, un afroamericano de 46 años de edad, fue asesinado en Minneapolis el 25 de mayo de 2020 a manos del policía Derek Chauvin, que lo detuvo por el presunto uso de un billete falso de 20 dólares y aunque Floyd no se resistió al protocolo, el oficial lo sometió y dejó, por 8 minutos y 46 segundos, su rodilla sobre el cuello del detenido cuyas últimas palabras fueron “¡No puedo respirar!”. Aunque el oficial fue detenido, en Estados Unidos iniciaron las protestas no sólo por la justicia en este caso, también en nombre de todas las víctimas de violencia racial en el país).

El 10 de enero de 2020, en Lausana, Suiza, durante la 135ª sesión del Comité Olímpico Internacional, su presidente Thomas Bach recordó que los deportistas no deben hacer expresiones sociopolíticas ni en el podio, ni en ninguna de las instalaciones olímpicas, al decir que el movimiento olímpico no se puede usar como un trampolín de sus manifestaciones, pero tienen permitido hacerlo en sus redes sociales. Por un lado, tiene sentido, pues algunos atletas, como la saltadora Voula Papachristou emitió comentarios racistas en sus redes sociales y fue expulsada de la Villa Olímpica y de la justa de Londres 2012.

A la par, el propio COI tiene sus propias iniciativas sociales, como la creación de un equipo de un grupo vulnerable: el de los refugiados, que compite con la bandera de los cinco Aros Olímpicos, que debutó en los Juegos de Río 2016 y que en Tokio 2020+1, el protocolo marca que se presentarán justo después de la primera Delegación Nacional que entrará en la Ceremonia de Inauguración: Grecia, que tiene el honor de aperturar la justa, al ser su país el creador del certamen, en la Antigüedad.

Sin embargo, en los Juegos de Tokio 1964 y posteriormente en los de México 1968, se dio uno de los momentos más representativos de la lucha social. Fue contundente, pero discreto: ni Japón ni México invitaron a Sudáfrica a participar en sus Olímpicos, como señal de rechazo a su política de Apartheid (un sistema de segregación racial con la que los colonos europeos buscaban mantener privilegios sobre la población negra e india, nacida en estas tierras). Aunque Avery Brundage, presidente del COI en esa época, se manifestó en contra de esos actos, nada podía hacer, pues el país sede decidía a qué nación invitaba y cual no.

Pero en México 68 sucedió uno de los actos más contundentes. Cuando, en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, durante la premiación de los 200m varoniles, Tommie Smith y John Carlos, ganadores del oro y el bronce de forma respectiva, levantaron el puño con un guante oscuro para hacer alusión al grupo Panteras Negras que buscaba la igualdad racial. Seis meses atrás, la comunidad afroamericana había perdido a su más grande líder: el pastor bautista Marthin Luther King y aunque muchos deseaban no competir en la justa como boicot, fue Jessie Owens quien los convenció de asistir a la Ciudad de México y ganar medallas no sólo por su país, sino por su gremio. El más grande símbolo del deporte afroamericano, Owens fue el vínculo entre los atletas de esta comunidad y el Comité Olímpico de ma Unión Americana.

De una forma casi imperceptible, el ganador de la medalla de plata en aquel podio, el australiano Peter Norman, también se manifestó y aquí también está su trágica y admirable historia.

Peter Norman: Un blanco contra el racismo.

En septiembre de 2018, en la conmemoración del 50 aniversario de los Olímpicos del 68, John Carlos regresó a la Ciudad de México y en una charla con estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México comentó:

«Si en verdad quisieran que no haya manifestaciones políticas en los Juegos, entonces los deportistas no deberían tener un uniforme de ninguna nación, ni ver su bandera al ganar una medalla, ni entonar el Himno Nacional de ningún país; eso también es un acto político. Debería ser la fiesta de la humanidad, sin distinción, ni banderas»

John Carlos
Medallista olímpico de bronce en los 200m de México 68.

Pocas expresiones extradeportivas se recuerdan después de aquella; por ejemplo: el último día de los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando por tradición se contiende el maratón varonil, el etíope Feyisa Lilesa protestó al cruzar la meta en segundo lugar en el Sambódromo de la ciudad carioca. El corredor hizo este gesto para manifestarse en contra de la represión gubernamental a la tribu Oromo.

El etíope ganó plata en los 42k de Río 2016.

“Oromo es mi tribu. El pueblo Oromo protesta por lo que es correcto, por paz, por un lugar para vivir. El gobierno está matando a mi gente y respaldo todas las protestas, mi familia está en la cárcel y si hablan de derechos democráticos, los matan. En nueve meses, más de mil personas han muerto en la lucha porque no les quiten sus tierras de cultivo”, dijo Lilesa, que repitió esa señal en el podio y pidió asilo en Brasil, pues aseguró que podrían matarlo o enviarlo a prisión por manifestarse; hasta el keniano, Campeón Olímpico Eliud Kipchogue externó su solidaridad con él.

Aunque previo a la justa carioca, el COI reiteró estar en contra de actos políticos en los Juegos, so pena de retirarle la medalla a quien los hiciera, el caso de Lilesa no tuvo repercusiones y por el contrario, en redes sociales recaudaron 40 mil dólares en unas horas para apoyarlo en su nueva vida fuera de Etiopía.

Después, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, dos estadounidenses también protestaron en el podio. Mientras se escuchaba su Himno Nacional, el esgrimista Race Imboden se hincó, tal como hiciera el jugador de futbol americano Collin Kaepernick en los campos de NFL.

Aunque no es de un gremio discriminado, Imboden se manifestó

“El orgullo por mi país, al que le tengo tanto amor, está truncado por las múltiples fallas: racismo, control de armas, maltrato a inmigrantes o un presidente (Donald Trump) que propaga el odio. Elegí sacrificar mi momento arriba del podio para llamar la atención sobre las situaciones que deben abordarse. Animo a otros a usar sus plataformas para lograr el cambio”

Race Imboden
Medallista olímpico de esgrima

Mientras la lanzadora de martillo Gwen Barry ganó oro en Lima 2019, pero no dejó su mano derecha sobre el pecho al escuchar el Himno Nacional de Estados Unidos y, al terminar la ceremonia, levantó el puño en el podio, tal como en México 68 hicieron Smith y Carlos.

Después de sus protestas, Sarah Hirshland, jefe ejecutiva del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos, castigó por un año a ambos atletas; sin embargo, el 2 de junio de 2020, tras el asesinato de Floyd, Hirshland escribió una carta en la que dijo “Este Comité está del lado de aquellos que buscan la equidad y un trato igualitario”.

El mismo organismo que castigó las manifestaciones de Lima 2019, suscribió después un comunicado para manifestarse su repudio al trato que padeció George Floyd, por los elementos policiales. La atleta Barry exigió una disculpa pública del organismo por castigarla, si dicen coincidir en la misma lucha y porque el castigo le provocó perder patrocinios y apoyos en su preparación hacia Tokio 2020+1.

No solo eso. Hoy, la propia NFL, que años atrás excluyó a Kaepernick por su manera de protestar, emite un comunicado en el que acepta su responsabilidad en la creación del tejido social de la Unión Americana; la Federación Mundial de Atletismo tuiteó la silueta de aquel podio de los 200m en México 68 con el hasthag #BlackLivesMatter; jugadores de NBA como LeBron James o Dwayne Wade también se unen a la lucha, desde sus redes sociales; el pugilista Floyd Mayweather se dispuso a pagar los gastos funerarios de George Floyd y, para sorpresa del mundo, Michael Jordan (que en su vida como deportista activo jamás tomó un liderazgo social ante las injusticias que sufre la comunidad afroamericana) también protestó en su cuenta de twitter. Hasta futbolistas de la Bundesliga hicieron homenajes en el campo de juego, en honor a Floyd por una sola causa y una misma consciencia.

Entre el dolor y la prohibición ¿El equipo estadounidense o cualquier otro atleta de un país con dificultades sociales se animarán a protestar en Tokio 2020+1? ¿Ante la movilización social de atletas e instituciones deportivas el COI replanteará sus peticiones? ¿O estará escrito entre líneas el precepto de que “estará prohibido hasta que la institución lo haga”?

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