Deportes, Mujer y Deporte

Cecilia Tamayo: La alumna del ‘Hijo del Viento’

Su mayor placer es sentir el intenso palpitar del corazón y el vértigo en el estómago. Cecilia reposa cada spike en el block de salida, se inclina, acomoda sus manos, inhala profundo y mientras exhala visualiza el proceso de su momento favorito: correr a máxima velocidad.

“Me gusta mucho la adrenalina que siento en la carrera, que mi corazoncito esté latiendo a toda velocidad, siento que me va a dar una taquicardia…¡y me encanta!”


Cecilia Tamayo
Velocista mexicana

Cecilia ha roto en tres ocasiones el Récord Mexicano de 200m, la última vez el 14 de mayo de este año: paró el reloj en 22.45 segundos en el American Athletic Conference Championship y esta marca le dio la clasificación a los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Budapest 2023. Todo gracias a esfuerzo y disciplina constante, acompañados de la guía de una leyenda mundial: el nueve veces Campeón Olímpico Carl Lewis, a quien el mundo vio volar en el tartán y por ello le bautizó como ‘El Hijo del Viento’.

“La verdad admiro mucho a mi entrenador. No solo por su carrera deportiva. Lo veo en el día a día, el cómo es, cómo nos trata a sus alumnos, cómo nos cuida y nos regaña. Es muy admirable y más porque podría estar haciendo otra cosa de su vida: dedicarse a salir en la tele y aprovechar su fama, pero no, sigue dedicando su tiempo y su vida a transmitir sus conocimiento, entrenar a las nuevas generaciones y me honra mucho ser parte de esas nuevas generación que podemos aprender de él”, comentó sonriente Tamayo.

La mexicana ha compartido con Lewis tantas temporadas, que ha conocido la personalidad del hombre que además ganó diez medallas del orbe; las primeras de ellas, 40 años atrás: tres oros en los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Helsinki 1983 (100m, 4x100m y salto de longitud).

“Es todo un personaje, debo de admitirlo. Es una persona muy enfocada de la que se puede aprender mucho; te va a corregir y regañar cuando no lo hagas bien. De repente es un poco gritón (risas), no lo voy a negar, pero tiene un amplio conocimiento que me ha ayudado a crecer un montón y lo que más me gusta de entrenar con él es que busca mantenerte enfocado en la meta que estás buscando. Es muy claro en ello y me gusta mucho esa cualidad”, compartió la atleta de 26 años de edad.


Constructora de velocidad

Si bien, Cecilia probó las mieles de muchos deportes, como: futbol, gimnasia o natación, el atletismo se convirtió en el ‘fuego’ que detonó la pólvora en su corazón.

“Así como muchos sienten esa pasión por anotar un gol, para mi desde que sentí esa adrenalina, esas ganas de buscar mejoría, de querer superarme a mi misma, fue algo increíble. Todo eso me hizo enamorarme del atletismo”, confiesa la velocista.

De entre los 25 eventos atléticos disponibles en pista y campo para ella, eligió los dos más explosivos: 100m y 200m, hasta descubrirse como una constructora de velocidad nata.

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Es el lugar que hasta ahora ocupa Ceci Tamayo en 200m, en lo que lleva la temporada mundial 2023 avalada por World Athletics.

“Soy una corredora que construye su velocidad en la carrera. Según estudios, la máxima velocidad que un ser humano alcance la puedes mantener un segundo y después de eso comienza a desacelerar pero, hemos visto que tengo una gran resistencia a la velocidad; es decir: a que una vez que construyo mi velocidad, puedo mantenerla por un poco más de tiempo y hasta sentir que estoy acelerando en lugar de decaer.

“En los 200m, al salir de la curva, aún quedan 100m que para mi son muy fuertes, porque en la recta tengo para mantener esa fuerza y seguir con las técnicas para cerrar hasta la meta”, explica la atleta.

Cecilia ya logró la marca a los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Budapest, Hungría en la prueba de 200m y buscará cubrir el crono también en los 100m, pero en verano, cuando inicie la ventana de clasificación a los Juegos Olímpicos de Paris 2024 (del 1º de julio del 2023 al 30 de junio del 2024), también buscará superar las marcas y llegar a la magna justa francesa.

En 100m, Ceci tiene como mejor marca de temporada 11.35s (con viento legal) y su mejor crono personal en el hectómetro es de 11.21s hecho en 2021.

“Esos tiempos son verdaderos retos para muchos atletas, pero la verdad está entre mis planes superarlas. Busco competencias con buen nivel para estar en el ranking por puntos de World Athletics, pero también sé que esas marcas son factibles de lograr”.


GO COUGARS!

Cecilia estudia Ingeniería en Sistemas Computacionales en la Houston University y viste los colores de los Cougars,.

“Me gusta la logística, las matemática y los retos de programar. Vi varios programas de distintas Universidades; antes de tomar la decisión hablé con varios entrenadores y me gustó mucho el programa de Houston, me identifiqué mucho con su proyecto y su proceso de desarrollo”, compartió la atleta, que antes de correr en el Mundial húngaro, representará a México en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023 y buscará también su boleto a los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile.

“Me siento muy feliz de regresar al atletismo y estar en un momento fuerte, en el que siento que voy en una dirección correcta hacia lo que quiero llegar para cumplir mis metas”, expresó la atleta, pues desde los Juegos Olímpicos Juveniles de Nanjing 2014 no formaba parte de una Selección Nacional.

“Para mi Nanjing 2014 fue un cambio total. Verme en un estadio olímpico, que mi esfuerzo había valido la pena para llegar a este punto, que estaba lista para competir con las mejores y decir ‘así me quiero ver, pero en unos Juegos Olímpicos de grandes’ fue mi motivación”, recordó la nacida en Guanajuato, quien desde Texas admite entre sus añoranzas, la familia y en especial, la gastronomía.

«La comida es lo que mas extraño. La familia también pero si extraño un buen mole rojo…y también los tacos, porque en Houston no son iguales”, admite sonriente.

Cecilia regresará a la pista, a poner sus spikes en los blocks de salida, a escuchar las instrucciones de una leyenda que le aconseja, a sentir el corazón acelerado y al escuchar el disparo de salida saldrá a construir su máxima velocidad por el mayor tiempo posible, hasta llevar sus piernas a la máxima frecuencia y el cronómetro a sus límites, siempre en busca de poner el nombre de México entre lo más selecto y veloz del atletismo en el mundo.

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Palmira Martínez: demoledora de barreras y creadora de sueños.

Palmira Martínez nació con discapacidad visual y a causa de esa condición creyó por años que el destino no tenía nada qué ofrecerle; pero hoy es ella quien le da lecciones a la vida y este lunes correrá el major más importante del mundo: el Maratón de Boston.

“La discapacidad es una gran maestra que me ha enseñado mucho. Me ha dado el empuje para saber que puedo correr y lograr todo lo que me proponga; puedo llegar muy lejos con este desafío de romper paradigmas”

Palmira Martínez
Maratonista ciega
Este es el número con el que correrá la mexicana.

“Cuando llegué a la meta del Maratón de la CDMX del 2022, me dijeron mi tiempo (4:13.54 horas) y supe que había calificado al Maratón de Boston. Es un sueño que jamas pensé lograr. En su momento me despertaba y decía “¿de verdad voy a ir a Boston?”. Es algo muy grande para mi y estoy muy motivada a dar lo máximo”, compartió sonriente Palmira, que en Massachusetts vivirá el décimo maratón de su vida y el primero fuera del país.

APOYO MÚLTIPLE

Palmira entrena con la ayuda del entrenador Roberto Vázquez y el guía Gustavo Cruz, también con la asistencia del Club de Corredores Halcones, especializado en entrenar a corredores ciegos y débiles visuales.


Su camino como corredora inició a sus 39 años de edad, en 2011, cuando en un concurso de una estación de radio ganó cortesías para una carrera de ruta de 5 kilómetros.

“Empecé a trotar con mi hermano y cuando gané esos pases y corrimos, lloré como no tienes idea cuando llegué a la meta porque había logrado algo que nunca imaginé. Desde ese momento dije “quiero seguir corriendo y sentir de nuevo esta alegría, esta satisfacción al lograr una meta”. Me emociono mucho al recordarlo porque descubrí que yo soy de este mundo de las carreras”, confesó la corredora de 50 años de edad.

Lograrlo fue difícil, no solo por el esfuerzo físico, sino por los años de crecer entre limitaciones, prejuicios y barreras sociales.

“Yo nací con malformación del nervio óptico y hubo una etapa en la que eso paralizó mi vida. Estudiaba la primaria en una escuela regular y recuerdo que al salir la directora le dijo a mi mamá “Su hija no puede seguir estudiando. Llévesela a su casa y mantenga allí porque ya no hay mas para ella”. Yo pensé que así era.


“Me quedé en casa, creyendo que no había más para mi, prácticamente cuando empecé a correr tuve un despertar y descubrí que tengo muchas habilidades, que una discapacidad no iba a encerrarme
, compartió Palmira, con una sincera sonrisa vestida de un labial rojo carmesí.

Correr la llevó a nuevos destinos pero también a nuevos retos y así detonaron sus talentos: aprendió computación, otro idioma y se certificó como coach de vida y de entrenamiento en liderazgo.

“Acepto mi discapacidad y vivo con ella, pero también me empuja a dar lo mejor. Tal vez me cueste más trabajo, tal vez lo haga más lento, pero lo que me proponga lo voy a lograr. Muchas veces nos resignamos a decir “no hay de otra, no puedo”, pero al cruzar esa primera meta en mi primer carrera me dije: “¿¡cómo no voy a poder!? ¡Claro que puedo!” Hoy no veo mi discapacidad como barrera, sino como motivación”

Palmira Martínez, maratonista mexicana

Palmira ya se encuentra en Estados Unidos, lista para descubrir con qué nueva hazaña va a sorprender a la vida.


PALMIRA MARTÍNEZ CÁRDENAS
Edad: 50 años
Lugar de nacimiento: Ciudad de México
Ocupació: Coach de vida, fotógrafa, artista plástica y maratonista.
Logros: Ha ascendido al podio en pruebas de maratón y 21k en México.


Más mexicanos en Boston


Palmira no será la única corredora ciega de México en el Maratón de Boston, con ella también participarán: Mariel Salas, Héctor Martínez y Francisco Hernández. Este es el primer equipo mexicano de corredores ciegos que competirá en el 42km más antiguo del mundo, pues vio su primera edición el 19 de abril de 1897 y tanto Palmira como Mariel son las primera mujeres con discapacidad visual que llegan al major más importante del orbe.


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¿Exigencia en la inestabilidad?

A 500 días de los Juegos Olímpicos de Paris 2024, México enfrenta el ciclo olímpico más turbulento de su historia… pese a ello ¿habrá medallas?

El terreno olímpico de México se encuentra en la condición más inestable, de su historia. A 500 días de los Juegos Olímpicos de Paris 2024, son diversas las incógnitas del desempeño de la Delegación Mexicana en la Ciudad Luz y el reloj inició una imparable cuenta regresiva en la que los resultados de los deportistas van mucho más allá de una preparación religiosa y su esfuerzo personal.

Diferencias ‘extra cancha’

En este ciclo olímpico por primera vez dos de los tres organismos deportivos más importantes de México son dirigidos por mujeres: la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) por la medallista olímpica en atletismo Ana Guevara y el Comité Olímpico Mexicano (COM) por la medallista mundial en clavados Marijose Alcalá; aunque este es un importante paso histórico para la administración deportiva femenil en México, las diferencias políticas e ideológicas de cada titular han decantado en esfuerzos independientes y no coincidentes por el mismo fin: ver el mejor desempeño de México en Juegos Olímpicos.

Marijose Alcalá y Ana Guevara.

Las mayores discrepancias estriban en su accionar ante las Federaciones Mexicanas de Natación, Atletismo y Ciclismo.

En el primer caso, su titular, Kiril Todorov, fue desconocido por World Aquatics (Federación Internacional de Deportes Acuáticos), decisión que apoyó el COM y por ello promueve la operación de una Comisión Estabilizadora; sin embargo, la Conade mantiene el apoyo a Kiril Todorov.

En el segundo caso: la Conade denunció a Antonio Lozano, por recibir dinero del gobierno para apoyar al atletismo mexicano, pero este a cambio entregó facturas falsas por más de 4.8 millones de pesos; al cometer peculado quedó inhabilitado para presidir el atletismo nacional y para recibir recursos públicos y a pesar de ello, el COM respalda a Lozano.

En ciclismo la Unión Ciclista Internacional desconoció a Edgardo Hernández como presidente de la Federación Mexicana de Ciclismo y Conade apoya el fallo, pero el COM se perfila por Edgardo.

A este escenario hay que agregarle una pieza: además de dirigir el COM, Marijose Alcala dirige la Comisión de Deporte en la Cámara de Diputados (legisla desde la bancada del Partido Verde Ecologista de México) y es ésta junta la que presenta la propuesta presupuestal de cada año a la Comisión de Hacienda.

¿Y los recursos?

Además de las diferencias en las rutas políticas que trazan, hay que agregar la situación presupuestal. En 2019, tras la cancelación de los fideicomisos públicos, se eliminó también el fideicomiso Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar) que, si bien tenía vicios corregibles, de él dependía la compra de material deportivo, pago de campamentos y competencias o pago de equipo multidisciplinario (entrenador, fisiatra, psicólogo).

Hoy, el recurso federal etiquetado para este fin no solo se redujo, además llega más lento a sus beneficiarios, pues a inicios del 2023 hay entrenadores que no habían recibido el pago de los últimos siete meses de trabajo del 2022.

Ello se suma al ‘freno de mano’ que ya padecía la administración deportiva federal, al tener recursos a cuenta gotas en deportes como: atletismo, boxeo, judo, lucha, natación o polo acuático. Pocas son las disciplinas que se sustentan de la Iniciativa Privada, como el basquetbol varonil, donde el empresario Carlos Lazo destinó recursos propios a la Selección Nacional que recién clasificó a la Copa del Mundo de la FIBA 2023.

La pandemia apresuró todo

La condición similar para todos en el mundo es la pausa por la pandemia de COVID-19, que desfasó la realización de eventos y encausó la reprogramación de los calendarios de rendimiento de los atletas, aunque retrasó los Olímpicos de Tokio 2020, al 2021, para 2023, el año preolímpico tendrá todas las justas con diferencia de meses: Juegos Centroamericanos y del Caribe (San Salvador, El Salvador); Juegos Panamericanos (Santiago de Chile, Chile), además de Campeonatos Mundiales en cada disciplina, que ofrecerán plazas olímpicas a Paris 2024.

¿Qué puede lograr México en Paris 2024?

Entre estas condiciones, Mexico avanza con ‘freno de mano’ hacia los Juegos Olímpicos y a pesar de ello, si hay oportunidad de subir al podio entre dos y cinco veces, pues en algunos deportes las condiciones administrativas, políticas y financieras fluyen con mayor agilidad, entre ellos destaca el taekwondo.

El taekwondo, que es el deporte que más recursos públicos recibió en el ciclo olímpico pasado, vio la caída más dolorosa de su historia pues en los Juegos de Tokio 2020 el país no subió ni una vez al podio en este deporte de combate, después de hacerlo de forma consecutiva desde los Juegos de Seúl 1988 (como deporte de exhibición) y ya después a partir de Sidney 2000 (cuando se incorporó al programa olímpico), hasta Río 2016.

Pese al descalabro, en el Campeonato Mundial de Taekwondo de Guadalajara 2022el anfitrión ganó seis medallas: tres oros con Daniela Souza (-49kg.), Leslie Soltero (-67kg.) y Carlos Sansores (+87kg.), además de una plata de César Rodríguez (-54kg.) y los bronce de Brandon Plaza (-58kg.) y Bryan Salazar (-87kg.). Los tres oros del taekwondo mexicano se lograron en divisiones donde nunca antes había triunfado México, por lo que esta nueva generación tiene perspectivas al podio de Paris 2024. (Recordemos que el taekwondo en Mundiales tiene ocho divisiones por rama y en Juegos Olímpicos se conjugan pesos para tener cuatro categorías para hombres y cuatro para mujeres).

Daniela Souza y su entrenador Abel Mendoza.

El tiro con Arco con la sonorense Alejandra Valencia y Luis ‘El Abuelo’ Álvarez, que ganaron bronce en la prueba mixta de Tokio 2020, al lado de la Subcampeona Olímpica Aida Roman (plata en Loneres 2012) comandan a una nueva generación entre arcos y flechas.

Mientras en atletismo, pese a los rasgos financieros y administrativos en su federación, el nivel de la marchista Alegna González, al ser 5ª en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, 4ª en la Copa del Mundo de Muscat 2022 y 7ª en los Mundiales de Oregon22 la perfilan para estar entre las ocho primeras de los 20km de marcha atlética.

Mientras en levantamiento de pesas, la Subcampeona Panamericana y medallista mundial Aremi Fuentes ganó bronce olímpico en Tokio 2020 y prácticamente a mil días de los Juegos de Paris 2024 ya estaba entrenando para regresar al podio en la división de -75kg.

En tanto los atletas sepan enfrentar la intrincada situación administrativa que viven los deportes acuáticos en México, en la disciplina de Clavados se mantienen las posibilidades, junto con el ciclismo mexicano que cierne sus mayores posibilidades en el velódromo; estos dos, al lado del deporte que inventó el Baron a Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos Modernos: el Pentatlón Moderno.

Si en Paris 2024 Mexico no ganase ni una medalla, se repetiría un hecho que el país no vive desde Ámsterdam 1928 y que solo ha sucedido dos veces, en la participación histórica de Mexico: primero justo en Paris 1924 y después en Ámsterdam 1928. Pero más allá del dato, el trago amargo podría a su paso dejar tanto mal sabor como fortalecimiento y sería la inflexión hacia la renovación (y en algunos casos la creación) de un modelo deportivo…y no, al decir esto no deseo que México se quede sin ganar medallas.

Es más difícil que México no toque ni un podio olímpico, a que sí lo haga y por ello, pese a las condiciones en que llega el deporte mexicano al cierre de este ciclo olímpico, si las medallas caen, sucederá algo a la vez tan bueno como malo; en lo bueno, se premia al esfuerzo del atleta y los lustros que dedicó a consumar su sueño; en lo malo, sobre sus logros se justifica la operatividad del ‘sistema’ del deporte, sin priorizar una necesidad de mejorarlo.

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La indómita Pilar Roldán

Fue una adelantada a su tiempo. Una innovadora, precursora y pionera de muchos sucesos inéditos. Sus contextos la llevaron entender que el deporte no era un pasatiempo ni un lujo, sino un recurso tan esencial como el agua. Pilar Roldán ya era esposa y madre de dos pequeños cuando se convirtió en la primera mujer de México que subió a un podio olímpico, en una época que juzgaba a las mujeres deportistas, en un deporte sin tradición nacional, en un entorno administrativo que dudaba de sus capacidades…pero todo ello en vez de impedimento se volvió una vitamina que nutrió cada uno de sus días de esfuerzo.

Aun no nacía Pilar y ya estaba destinada la deporte. Su padre, Ángel ‘El Güero’ Roldán, fue uno de los mejores tenistas de México y su madre, María ‘La Chata’ Tapia, fue medallista en los Juegos Centrocaribeños de San Salvador 1935. A los seis años tomó su primer raqueta, luego leyó ‘Los Tres Mosqueteros’ de Alejandro Dumas y jugaba a duelos imaginaria con la nada, pero la diversión se tornó en deseo y pidió a sus padres que le permitieran incursionar en la esgrima. El entrenador italiano Eduardo Alajmo le enseñó los fundamentos de tirar con florete y Pilar contagió su pasión a sus padres y su hermana menor Lourdes.

Comenzaba en este deporte de combate, cuando cerca de cumplir 15 años vio a su mamá ganar dos medallas de plata en el tenis de los Juegos Centrocaribeños de 1954. Esa era la naturaleza de la familia, para Pilar lo normal era ser una mujer de crecimiento integral: madre, deportista, competitiva y exitosa. Meses después ella misma representó por vez primera a México en los Juegos Panamericanos de 1955, que se inauguraron en la recién construida Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México y donde su mamá contendió como tenista, pero su padre y ella lo hicieron como esgrimistas. Es la primera y única vez que padres e hija representa a México en un evento de ciclo olímpico.

Su padre fue un guía innovador que iluminó su crecimiento deportivo. Sus consejos, su apoyo, su conciencia de entender que ni el esfuerzo ni la victoria tienen género, centraron las bases de su vida.

En la justa continental Pilar llegó invicta y venció a la finalista olímpica de Helsinki 1952  Maxime Mitchell de Estados Unidos, pero después vivió su primera derrota ante la venezolana Ingrid Sanders. Finalizó 4ª. Nada mal para el debut de una quinceañera.

Un año después, Pilar clasificó a los Olímpicos de Melbourne, Australia, los primeros donde se usó el toque electrónico. Roldán Tapia llegó a semifinales tras cuarto victorias y se ubicó en 10º puesto, pero lo que más saboreó fue ganarle un asalto a la experimentada británica Lillian Scheen que al final del torneo se llevó el oro de los Juegos.

Pilar continuó su vida entre floretes, caretas, guardias y audaces ataques y tras una serie de competencias en el extranjero (que costeó su padre por varias temporadas), Pilar construyó un prestigio en Europa y Estados Unidos y conquistó el oro en los Juegos Panamericanos de Chicago en 1959. Al año siguiente, en los Olímpicos de Roma 1960 dirigió a la Delegación Mexicana como abanderada del equipo y finalizó 8ª en el torneo.

Al regresar de Italia se casó con Edgar Giffenig. En 1961 se convirtió en mamá y de nueva cuenta se encontró con un apoyo sin precedentes para la época: para entrenar en las mañanas, su esposo cuidaba a su hijo, un solidario gesto que rindió frutos, pues Pilar ganó plata individual y con su hermana Lourdes ganó plata en la prueba por equipos de los Juegos Centrocaribeños de Kingston, Jamaica en 1962.

En 1963 nació su hija Ingrid. Pilar mantenía vivo el sueño olímpico con el apoyo familiar y el esfuerzo diario. Alternaba su vida como mamá y esgrimista, enfocada en tocar el podio olímpico en Tokio 1964, pero se encontró con una incongruencia: a unos días de partir le informaron que no fue inscrita. Busco al entonces presidente del Comité Olímpico Mexicano, José de Jesus Clark Flores, quien le dijo, según recuerda Pilar, que “no tenía calidad para ir”…aunque ya era una de las más prestigiosas floretistas del circuito internacional.

En vez de derrumbarse, aquella frase detonó sus más profundos deseos de poner al descubierto su inquebrantable valía.

Pilar se preparó por más de mil 400 días y en medio de esa mejora continua, recuperó el cetro del florete femenil en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 67.

Al año siguiente, México recibió los Juegos Olímpicos de 1968. Pilar fue nominada para ser la última relevista del Fuego Olímpico en la Ceremonia de Inauguración, sería la primera mujer del mundo que encendería el pebetero olímpico, pero declinó el honor para dedicarse íntegramente a su competencia, que iniciaría cinco días después de arrancar la justa. Era el 19 de noviembre. Pilar tenía 29 años y dos hijos de 5 y 2 años cuando llegó a la Sala de Armas ‘Fernando Montes de Oca’ con 37 competidoras más.

Entrenada por el polaco Jerzy Buczak, Roldán fue sembrada en el Pool 5. Debía enfrentar a seis floretistas y las cuatro que obtuvieran los mejores resultados clasificarían a la siguiente fase. La mexicana ganó cinco de seis partidos (dio 22 toques y recibió 16) para clasificar a la siguiente fase en segundo sitio, detrás de la rumana, medallista mundial, Ecaterina Stahl-Iencic. Esa misma tarde, en la segunda ronda, Pilar terminó 2ª de su grupo con 3-2 y pasó a la gran final.

Pero para David Romero Vargas, entonces presidente de la Federación Mexicana de Esgrima, aquello no era indicativo de nada. “¿Una medalla? No. ¡Imposible! No hay que hacerse ilusiones”, dijo, tras ver a Pilar hacer historia. Ella encontró en esas frases una nueva ‘vitamina’.

La mañana del domingo 20 de octubre, era crucial. A la primera derrota, quedaba fuera del torneo. En el primer combate venció por 2-0 a la húngara, Campeona Olímpica por equipos, Lídia Dömölky, en la segunda a la italiana, medallista mundial, Giovanna Masciotta y logró algo tan inédito como anhelado: ¡estaba en la final!

En el Pool Final Pilar enfrentaría a: la Bicampeona Olímpica defensora Ildiko Rejto de Hungría, a la francesa, medallista mundial, Brigitte Gapais, la sueca Kerstin Palm y las soviéticas Campeonas Mundiales por equipos Yelenda Novikova y Galina Gorokhova.

Por la tarde, el primer duelo sería ante la soviética Novikova. Pilar esperaba en la pista al inicio del duelo, pero Yelena no llegaba. Al parecer el tráfico desde la Villa Olímpica hacia la ciudad Deportiva ‘Magdalena Mixhuca’ mermaban el camino de Novikova. Mientras tanto, en pista, los jueces le anunciaron a Pilar que, por regla, le darían el triunfo por default, pero la mexicana se negó. Pidió a los jueces esperar a su rival, pues un triunfo sin esfuerzo no sería digno ni loable. Novikova llegó tarde y en un aguerrido duelo, superó a Roldán…pero el gesto de la mexicana tuvo sus recompensas décadas después.

En los Olímpicos mexicanos Novikova cerró la contienda final con cuatro victorias y una sola derrota y Pilar con 3-2, empatada con la húngara Rejtó, el criterio de desempate fueron: Toques dados/Toques recibidos: la mexicana hizo 17/14 y la húngara 14/16.

Contra los pronósticos ajenos, contra un falso criterio de ‘falta de calidad’ y de ‘no hacerse ilusiones’, pero acompañada por el apoyo y la filosofía de esfuerzo de sus padres, su esposo y sus hijos, después de 14 años inmersa entre pistas y floretes olímpicos, Pilar Roldán, la esposa y madre de 29 años de edad, se convirtió en Subcampeona Olímpica en su propia casa, la primera mujer de México con una medalla olímpica sobre su pecho.

Pilar nunca dejó la esgrima, aunque fuera de manera recreativa. Nació su hija Sandra y dedicó su vida a apoyar el desarrollo de sus tres pequeños, pero una vez que fueron grandes regresó de lleno a la pista y con ese deseo, de nueva cuenta se volvió pionera: En 1984 Pilar fue la primera mujer del país que dirigió un organismo deportivo, al ser presidenta de la Federación Mexicana de Esgrima y a la par entrenó, compitió y clasificó a los Juegos Panamericanos de Indianapolis 1987; casi 20 años después de convertirse en la primera mujer medallista olímpica de México, ganó la presea de bronce en la prueba por equipos del florete femenil, en la justa continental y al año siguiente culminó su administración como dirigente de la esgrima nacional.

«Para todo eso me sirvió el deporte: me educó, me formó, me permitió realizarme como mujer, me permitió representar a mi país y sentirme muy orgullosamente mexicana al hacerlo»

Pilar Roldán. Subcampeona Olímpica de Esgrima y primera mujer de México con una presea olímpica.

…y respecto a aquel gesto que en México ’68 tuvo con Novikova: siete años después de su retiro, en 1995, el Comité Internacional del Juego Limpio le entregó a Pilar una medalla en reconocimiento por su ética y su valor extradeportivo, por darle la oportunidad a su rival de ganarle en la pista, aunque pudo elegir superarla por default y con ello habría accedido al oro. Con ese reconocimiento, Roldán Tapia se convirtió también en la primera persona de México que recibió la Medalla al Fair Play.

El brillo de aquel podio olímpico fue un resplandor con el que Pilar abrió el camino para que más mujeres encontraran en sus propias pistas el orgullo de lograr las victorias de sus propios combates.

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Maratón de Nueva York: Una conquista a ciegas.

El húmedo aroma del bosque se entremezcla con la fría mañana y Martha ya acumuló más kilómetros en las piernas. Será la primera mujer ciega de México que corra el Maratón de Nueva York y se alista para hacer de lo inédito, algo extraordinario.

“Esto es algo que puede hacer visibles tres condiciones que vivo: la discapacidad, mi género y mi edad porque a mis 58 años me animo a hacerlo. ¿Qué necesito? Entrenar: lo estoy haciendo, recursos: los estamos buscando, con eso lo voy a lograr y qué mejor: ¡representando a México!”, comparte Martha Beatriz tras culminar el entrenamiento en el Bosque de Chapultepec, algo que en su vida, antes de llegar al gremio de la discapacidad, no hizo nunca.


“Tengo 14 años en la discapacidad y anteriormente yo no corría, pero al verme sin hacer nada mi condición de salud era muy deplorable; empecé a correr y a sentir mejoría en mi cuerpo: hoy no tomo tantos medicamentos, he bajado de peso, he encontrado amigos y muchas disciplinas que puedo hacer. ¡El ejercicio me fortalece tanto!”, agregó López Vértiz, quien lleva una playera amarilla con el letrero ‘corredor ciego’ para ser visible y considerada por aquellos que también entrenan y sí pueden usar su vista.

Hace más de 35 años que Martha lidia con artritis reumatoide. Al detectar esta enfermedad crónico degenerativa recibió un tratamiento que debilitó su vista hasta que la perdió por completo.

“Fue algo paulatino…y digo: no fue por mi causa y nadie somos ajenos a que nos suceda. Perder la vista fue muy complicado porque en tu vida normal lo tienes todo y de pronto todo se va: trabajo, amigos, dinero”, compartió Martha con la voz entrecortada ante la impotencia de saber cómo todo lo que un día tuvo esfurmó. “Pero no me quedé a esperar nada. Quería seguir creciendo a pesar de todo. Entré a la Escuela Nacional para Ciegos, me rehabilité, conocí a muchas personas, vi que no era la única y estudié tres años, ahora soy Técnico en Masoterapia”, explicó la maratonista queda va por su segundo camino académico pues estudia en la Universidad Nacional Autónoma de México la carrera en Trabajo Social.

“No solamente quiero crecer en lo deportivo, también en lo educativo. He tomado muchos cursos de todo relacionado a la discapacidad no solo lo visual sino en todas las condiciones y sé que puedo aportar a empatizar y mejorar la calidad de vida de quienes tienen discapacidad. Curiosamente estudiar una carrera es algo que no había podido lograr antes y hoy lo hago con esta condición y a esta edad”, comparte orgullosa y sonriente la maratonista, que hizo de una dura pérdida su mayor motivo para reinventar su vida y hacer hoy más de lo que hacía 14 años atrás.


“A veces te sientes culpable de adquirir tu condición, pero me di cuenta que no es así. Espero que las personas puedan ser más sensibles con la comunidad porque no tenemos la vida comprada, cualquiera en cualquier momento puede llegar a la discapacidad y si alguien llega, hay que aprender a vivir y a superar; aprender que con lo que tenemos podemos hacer lo que deseamos”

Martha López
Maratonista ciega

Aprender a correr sin ver fue un reto que rompió las barreras de todos sus límites. “Al principio tenía temor y decía: «¿cómo voy a correr si caminar en la calle me cuesta mucho?» Empecé caminando con miedo, pero aquí Halcones me ha dado mucha seguridad y fortaleza, ya he hecho carreras desde cinco kilómetros hasta maratón, he encontrado amigos, oportunidades de todo lo que puedo hacer y darme cuenta que no debo ponerme límites de ningún tipo: ni condición de discapacidad, ni edad, ni género, lo que sea que yo quiera ¡lo puedo hacer!”, agregó.

Pero el camino ha sido más complejo que dominar sus propios temores. Martha ha superado además la pesadumbre de los prejuicios. 

“En mi casa hay ese tabú. Mi madre dice ‘¿pero por qué te vas a salir? ¿por qué te arriesgas?’ Pero es que no puedo encerrarme sin hacer nada. Hay mucho que deseo hacer: ya anduve en bici por 14 días desde Baja California a Baja California Sur; hace dos años anduve en motocicleta un mes por 19 estados de la República, ya hice un duatlón y me preparo para un triatlón. De niña no tuve una bicicleta propia, pero ahora quiero comprarme una bici tándem y en especial quiero demostrarle a mi familia que lo puedo hacer, ¿me voy a caer? si, tal vez ¿me voy a levantar? Seguro que me voy a levantar. No pasa nada”, agregó la aventurera que tocará el asfalto neoyorquino el 7 de noviembre próximo, en busca de conquistar sus calles con su esfuerzo y abrir las puertas de la confianza para quienes llegan a la discapacidad y creen que lo han perdido todo.

“Sueño con llegar a la meta. Pisar Nueva York es algo maravilloso, pero cruzar una meta con tanta gente, con el equipo que llevo, con el acompañamiento que tengo: mis guías, mis amigos que está al pendiente, llegar a la meta va a ser un sueño logrado. Solamente faltan un poco de recursos y un poco de entrenamiento pero lo demás está puesto para seguir yendo pa’ delante”, garantizó sonriente la mensajera de una esperanza ilimitada y retos inagotables.


Halcones del Asfalto

Martha entrena con el Club de Corredores Halcones, que vincula a personas con discapacidad visual (desde debilidad hasta ceguera total) con voluntarios que desean apoyarles en construir metas sobre el asfalto: desde tener la confianza de caminar 500 metros sin un bastón, hasta competir en eventos de 42 kilómetros.

“Uno de los principales valores que tenemos es el de al confianza, que se va construyendo con entrenamientos, asistencia, interacción.Una persona con discapacidad visual va a confiar en ti desde para caminar un kilómetro sin usar su bastón, hasta para correr durante 42 kilómetros, te conviertes en sus ojos y tienes que trabajar en construir confianza y este vínculo es muy poderoso”, explicó Teresita Robledo, coordinadora de Halcones México, que hoy, además de apoyar a atletas con discapacidades visuales, también recibe a personas con otras condiciones discapacitantes.

“En el camino fuimos aprendiendo que cuando eres guía entiendas que la discapacidad no define a una persona, pero sí tenemos que saber cómo podemos mejorar para ayudar al corredor a que en verdad de su máximo”, agregó.

El equipo se reune los sábados a las 7:00am en el Altar a la Patria del Bosque de Chapultepec para hacer entrenamientos conjuntos y allí mismo capacitan a los voluntarios que desean incorporarse como guías.

“Hay que asumir un compromiso tanto para ir a entrenar, como apoyar a un atleta con una meta en específico por ejemplo: correr medio maratón, un maratón, disminuir tiempos en 5k… en el equipo siempre decimos que todas las metas son importantes así sea que hoy empiezas a caminar un poco más, hasta correr un maratón en busca de ganar tu categoría”.

Con seis años en el equipo, Edgar Elenes Inchaurregui es el guía más experimentado. “En un principio fue curiosidad conocer y entender qué implicaba ser guía. Llegué con la idea de darles tiempo y esfuerzo pero me di cuenta de que yo recibía mucho más al aprender de su actitud ante la vida y su resiliencia. Me han enseñado a ser una persona más paciente, a entender un poco más las necesidades de los demás y tener un poco de más de conciencia sobre las diferencias y necesidades de las personas”, agregó el voluntario.

“La puerta está abierta. No es necesario tener experiencia como corredor, solo un poco de tiempo, voluntad y deseo de ayudar. Si estan interesados: vengan, conozcan al equipo que tiene a corredores entusiastas y a un grupo de guías que tratamos de ayudarles. Yo espero que la salud me acompañe por muchos años y poder hacer esta actividad el resto de mi vida”

Edgar Elenes Inchaurregui
Corredor guía
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Ella Bucio: La doble de acción que es Campeona Mundial


Cierra los ojos, se concentra, inhala profundo y al despegar los párpados corre a máxima velocidad para saltar de una techumbre, hacer un giro y caer en el siguiente edificio. ¡Lo logra! Le aplauden y cortan la toma. Así pasó Ella Bucio los últimos cinco años de su vida: como doble de acción, hasta que decidió hacer una pausa laboral de tres meses para cultivar un sueño: dedicar cada hora de cada día a hacer parkour hasta que logró convertirse en la mejor del mundo.

A sus 25 años, Ella ahorró lo de un lustro de trabajo como stuntman, un oficio de riesgo que implica representar a un personaje ficticio en escenas de acción, para dedicarse enteramente a sí misma, a escribir con esfuerzo, disciplina y valor el guión de su propia historia a practicar cada día, mejorar cada elemento y costear sus primeras competencias internacionales.

Mientras trabajaba, pasé meses sin poder entrenar parkour, por lo que mi progreso en esos cinco años fue lento y frustrante. Yo sabía que un día podía ser la mejor, pero no tenía tiempo para entrenar lo suficiente

Ella Bucio. Campeona Mundial de Parkour Freestyle.

En 2022 salió a representar a México por vez primera: fue a las Copas del Mundo de Montpelliere, Francia y de Sofía, Bulgaria, con el corazón adolorido al ver el gran talento mexicano que no sale del país a causa de los pocos apoyos para brillar en otras tierras.

“En todo este proceso, el coraje ha sido mi principal motor, mientras lloraba camino al aeropuerto, me dije: “voy a ganar esta mie*””, aseguró antes de tomar el vuelo por la conquista de Europa.

Se lo dijo y se lo cumplió. Ella ganó oro en la modalidad de freestyle en Francia (con 21.500 puntos) y oro en Bulgaria (también con 21.500). A pesar de nunca antes haber entrado al circuito, hoy es además la líder del ranking mundial de la temporada, además en la prueba de velocidad se ubica en cuarta posición en la lista del orbe de esta campaña.

Pero el preludio en su historia de éxito comenzó muchos años atrás, cuando la gimnasia artística y ella se fundieron en horas y horas de continua práctica.

“Toda la vida hice deporte, incluyendo muchos años de gimnasia. Después conocí a algunos chicos que practicaban parkour y me dijeron que podría ser buena en este deporte. Como doble de acción entre más cosas sepas hacer, tienes mejor condición y tienes más habilidades, por eso acepté…luego me di cuenta que la gimnasia era algo más estructurado: vas y practicas elementos que muchos otros ya han hecho antes, pero el parkour siempre está retándote a crear tus propios elementos”, analizó Bucio.

Con esa perspectiva, sus ahorros, la experiencia de escuchar dos veces el Himno Nacional y su creatividad en competencia, Ella llegó a Tokio, Japón, a la primera edición del Campeonato Mundial de Parkour, donde comenzó en las clasificatorias con 26.000 unidades (13.000 en ejecución y 13.000 en dificultad). En la final, Ella fue la única representante de América y en ella añadió .500 a cada criterio, para totalizar 27.000 puntos, a 2.000 de la japonesa Hanaho Yamamoto (25.000) y 2.5 de la checa Adela Merkova (24.500) que se quedaron plata y bronce de forma respectiva.

“Tengo muchos sentimientos por ahora. ¡Las otras chicas son tan buenas! Para mi es difícil sentirme tan competitiva como ellas, porque todas son tan talentosas. Todas merecen ser reconocidas”, comentó la capitalina de 25 años de edad, quien consumó el sueño de lograr la primera conquista en el mundo del Parkur, un deporte que busca debutar en Juegos Olímpicos pero no lo hará en Paris 2024, pese a que fue justo en Francia donde nació esta exigente disciplina que combina los ejercicios de la gimnasia artística, con los retos que implican los implementos que se encuentren en la calle.


Con la ciencia del peligro

Ella tiene una gran pasión por el deporte y la ciencia y por ello, en el costado derecho de su torso lleva un tatuaje que así lo indica.

“Me hice un tatuaje de la molécula de la adrenalina porque en mi vida he tenido siempre dos pasiones: una que es el deporte, por el asunto de la adrenalina que me encanta, y otra es la ciencia que siempre me ha gustado muchísimo. Si no me hubiera dedicado al deporte, probablemente ahorita estaría trabajando en un laboratorio”.

Mujer y Deporte

VOLUNTAD

Tenía la boca abierta, grande, muy grande. Me dolía una muelita y Nayeli estaba por inyectarme anestesia mientras platicaba conmigo. Si algo me encanta de los odontólogos es que platican con nosotros a sabiendas de que no podremos entablar propiamente una conversación, pero igual se involucran con nuestra historia, nos comparten la suya y a veces hasta el capítulo de alguien más, de alguien que crea caminos asombrosos.

“Deberías de entrevistar a mi amiga, ella va a ir a Juegos Olímpicos, me dijo Nayeli, amiga de una de mis mejores amigas: Laura. Le pregunté su nombre y me apenó confesarle que no la conocía (cosa rara porque, al seguir el ciclo olímpico desde Juegos Centrocaribeños uno conoce a todos los atletas y especialistas que acuden a Olímpicos). “Ah, es que ella no es deportista, ella es odontóloga también y va a ir como voluntaria”, me dijo.

¿Voluntaria, eh? Yo nunca había entrevistado a los voluntarios olímpicos y conocer la historia de alguno me pareció interesante.

Nayeli llegó a mi vida de forma incidental a introducirme con alguien que nunca imaginé cómo influiría en mí. Me dio el número de su amiga: Erika Grifaldo. Le llamé y acordamos entrevistarla en su consultorio para hacer un reportaje que saldría en TvAzteca.

Fue una tarde de la primavera de 2016. Erika estaba un poco nerviosa, así que empezamos con grabar algunos aspectos de ella “en acción” y después la entrevisté. Además de dentista, era corredora, hablaba un fluido portugués y con lo capacitada que estaba, la imaginé trabajando en la Policlínica de la Villa Olímpica (que opera 24 horas desde días antes y días después de la realización de los Juegos) quizás auxiliando a Simone Biles, Michael Phelps o Usain Bolt, en alguna dificultad dental.

Para su aventura a Río 2016 me contó que hubo un largo y detallado proceso de selección: aplicar para ser candidato, explicar sus aptitudes, garantizar que podría pagar su viaje y su hospedaje. Todo lo pudo ella, todo con el deseo de vivir esa experiencia de ayudar en medio de la atmósfera olímpica.

Pero no era la primera vez que dedicaba su tiempo a asistir a alguien más. En ocasiones, Erika se ha ido a las zonas serranas de Oaxaca para brindar servicios dentales a los niños que difícilmente tendrían acceso a ellos. La voluntad es una virtud innata en ella, radiante por sobre lo que algunos podrían considerar adversidades como: ser mamá adolescente y en medio del proceso estudiar una carrera tan compleja como la medicina, con subespecialidades como la anestesiología, la cirugía o traumatología, porque así de detallada es la odontología.

Publicamos la entrevista y desde entonces mis emociones olímpicas encontraron un nuevo y cautivante carril por dónde contar historias: la vida de una voluntaria.

Érika llegó a la ciudad carioca y casi a diario descubría algo nuevo: el Cristo Redentor, las banquetas de mosaico que trazan un oleaje en blanco y negro en Copa Cabana o el delicioso paõ de queijo, un bocadito terso muy común en Brasil; pero contrario a las expectativas que teníamos, el Comité Organizador mandó a Erika lejísimos de las playas, hasta Deodoro, para atender a los atletas del pentatlón moderno. Estábamos muy decepcionadas. Ella, con tantos recursos para ayudar de formas tan especiales, estaría haciendo labores más simples de las que imaginábamos; pero quizás esa fue la primera lección para ambas: la voluntad también implica la humildad de saber que, por pequeña o simple que parezca tu ayuda, mereces entregarte en excelencia, hacerlo bien porque tu apoyo es tan valioso e importante como tú mismo sepas apreciar el servicio que desinteresadamente ofreces a los demás.

La verdad Erika no le entendía muy bien al pentatlón moderno…o más bien nada, pero le puso su mejor rostro a la situación. Sonreía, apoyaba y, quizás sin conocer el deporte, empezó a entender a los deportistas, sus complejidades, sus necesidades y sus alegrías. Después de muchos días de ver caballos, espadas, googles, pistolas y spikes, empezó a comprenderlo todo y cuando así fue, en el último día de pruebas, la vida le concedió un momento inédito: ver al primer mexicano en la historia olímpica ganar una medalla en este deporte: Ismael Hernández, con el bronce.

Al ser una sede tan lejana, ni el público mexicano ni la prensa nacional estuvieron allí en ese momento; fue un logro nunca antes visto que pocos presenciaron, sufrieron, lloraron y celebraron en persona, entre ellos, Erika. Se puso feliz hasta tener la piel erizada y, muy a pesar de la distancia, me contagió su alegría.

Desde entonces, nunca perdimos contacto, primero porque se volvió mi odontóloga y luego porque no dejaba de hacer algo sorprendente. Al año siguiente, estábamos a las 5:30am sobre el camellón de Av. Aztecas para verla entrenar rumbo al MaratónCDMX 2017 y publicar un reportaje. Si algo le cuesta a Erika es entrenar de madrugada pero creó un motivo para hacer que valiera la pena salir en la penumbra a trazar esfuerzos en sus piernas: se dispuso a ‘vender’ sus 42 kilometros del maratón capitalino y recaudar fondos para una cirugía ocular que necesitaba una conocida; como ella sola no podría generar todo el recurso, se sumó Héctor Mendoza y los Happy Face Runners que delinearon toda una estrategia integral de ayuda con la que lograron la meta con creces.

Luego Erika volvió al voluntariado deportivo: en el Campeonato Mundial de Paranatación CDMX 2017, donde pasó algo muy triste: alguien robó los pines que con tanto esmero intercambió con voluntarios de todo el mundo, desde Río 2016; a pesar de ello, su espíritu solidario no se detuvo y apoyó en el evento con lo mejor de sí misma.

Después de hacer maratones, la montaña la llamó. Allá arriba comenzó los retos de correr en competencias de más de 50 kilómetros y hubo eventos que incluso ganó.

Pero después, Erika comenzó a sorprenderme de nueva cuenta con otra perspectiva de la voluntad, no solo para concederla a los demás, también para reforzarla hacia uno mismo. Ella, que en un punto de su vida padeció obesidad, que conquistó rutas maratónicas y después bosques y amaneceres, se decidió a construir la versión más fuerte y más difícil de su cuerpo al convertirse en fisicocultrista; algo mucho más profundo que levantar pesas todo el día, algo en nada relacionado con el uso de sustancias prohibidas (un prejuicio común para quienes desconocen este deporte), pero totalmente compatible con una disciplina que puede retarte hasta las lágrimas y tocar los límites de tu carácter hasta la desesperación, hasta exprimir tu voluntad al punto de desear el abandono.

Eso y más superó mi voluntaria favorita. No ganó el concurso de fisicoculturismo, pero no era un evento contra las demás, todo fue para sí misma: fue por conceder lo mejor de su ser aún en sus momentos más oscuros y descubrir que podría lograrlo fue la mejor medalla, un podio de ella que reluce en enseñanza para muchos que tenemos la suerte de seguir su historia.

Contrario a como era hace muchos años, ahora disfruto muchísimo ir a mi citas odontológicas, no solo porque Érika cuida mi sonrisa, muy en especial, porque la provoca.

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Luz olímpica

Si no existiera la noche, no descubriríamos el potente destello de las estrellas. Así es la adversidad, que en sus fases más oscuras nos ayuda a encontrar la luz. En una de esas etapas, yo diría que encontré mi ‘Luz Olímpica’.

En noviembre de 2018, Luz Mercedes Acosta recibió la medalla olímpica que por derecho le correspondía desde los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Aunque no subió al podio en la sede británica, el Comité Olímpico Internacional anunció años después que tras descubrir los dopajes de: la kazaja Maiya Meneza (oro), la rusa Svetlana Tsarukaeva (plata) y la turca Simsek Sibel (4ª), la mexicana Luz Mercedes era la verdadera ganadora del bronce

Justo en esos Olímpicos ella hizo por mi algo que merecía una medalla de diamantes y como no puedo entregársela, lo mejor que puedo hacer es compartir esta historia…

Estaba en Londres 2012, mis primeros Juegos que fueron un tanto ‘X-tream’: tenía más de dos meses sin recibir pago, no tenía dinero, y al llegar a Inglaterra no tenía donde vivir… pero, el 23 de julio, en mi primer día de trabajo, fui al ExCeL Complex y encontré en entrenamiento a Joselino Montes y Luz Mercedes Acosta, los dos, de levantamiento de pesas.

Mientras practicaban, pensé en lo que pasaron para clasificar a los Juegos: Lino era el primer hombre mexicano, en 28 años, que competiría en unos Olímpicos y Luz Mercedes ¡uff! Yo no conocí antes de ella a nadie que peleara su plaza olímpica hasta las últimas instancias administrativas, institucionales y hasta jurídicas, sólo ella. La Federación Mexicana de Levantamiento de Pesas no quería llevarla, pero de acuerdo a sus propios criterios de selección –escritos meses antes de los Juegos – a ella le correspondía la plaza. Luz Mercedes no desistió hasta vivir sus segundos Olímpicos (fue 8ª en Beijing 2008) y allí estaba, en sus últimas practicas en Inglaterra.

Terminaron de entrenar. Se acercaron para que los entrevistáramos y al final, Luz Mercedes me saludó contenta, yo también lo estaba…no sé, ahora creo que ella notó algo en mí. Me preguntó qué pasaba y brevemente le conté mi austera y enredada historia. Se afligió pero -como buena sonorense- no tardó en sonreírle a mi desgracia, que vi en su rostro como si fuera suya.

Más en invitación que en los formalismos del trabajo me dijo: “¿¡vas a venir a mi competencia!?”. (Aquí quiero hacer un paréntesis: cuando un atleta te hace esa pregunta, es una distinción muy especial, quiere decir que quiere compartir contigo esa experiencia, quiere que, al final del momento para el que se preparó por años -o quizá toda su vida-, puedas estar a su lado).

A eso había ido yo a Londres: a ver a los atletas de México competir. Así que, sin titubeos, respondí: «¡Claro que sí Luz!”. Así quedamos.

Seguí mis días de cobertura y como fui invitada, a las 10:00 am del 31 de julio de 2012, estaba en el ExCel Complex de nuevo, para ver la competencia femenil del Grupo A en -63kg. de halterofilia; es decir, a Luz Mercedes, que hizo 99 kilos de arranque, 125 de envión, para un total de 224kg: sexto sitio para la mexicana.

Fui a la zona mixta para entrevistarla. Terminó el protocolo laboral y Luz Mercedes me dijo: “¡Espérame aquí! ¡No te me vayas!” Y así hice. Pasaron menos de 10 minutos y Luz no regresaba, pero entonces llegó la Doctora Mónica, quien formó parte del equipo multidisciplinario de Luz Mercedes; la Doctora me dijo: «Luz ya no pudo venir contigo porque le pidieron hacer prueba anti dopaje, pero vengo de su parte. Abre tu mochila» y sacó una bolsa llena de alimentos: cereales, frutos secos, jugos, sándwiches, panqués, barras energéticas, agua… Era demasiado y yo, bueno, casi lloraba. “¡Doctora, por favor dígale que muchas gracias!”, dije y la abracé muy fuerte. Después le escribí a Luz Mercedes y ella contestó: “No me digas nada, no puedo hacer tanto como quisiera, pero si en esto puedo ayudarte…además tú harías lo mismo”, me dijo. No había duda de que sí.

Toda esa semana pensé: ¿Cómo podía ella pensar en mí, teniendo encima la presión administrativa por su participación en Londres 2012? En el evento para el que se preparó por cuatro años, Luz se acordó de mí y pensó en cómo aminorar mis dificultades.

Además, los pesistas no pueden comer casi nada el día de su competencia, pues en ocasiones el peso corporal puede ser el criterio de desempate.

Con todo y eso, con todo y tener que cargar kilos de comida en pleno ayuno, antes de salir de la Villa Olímpica, Luz sacó del comedor tantos alimentos como pudo para entregármelos y ¿qué hice yo? Bueno claro que le agradecí y consumí parte de esa bendición, pero si algo aprendí de mi jefe y editor en Récord, Gustavo Borges, fue que la mejor forma de agradecer las bendiciones no era regresarlas a quien las entrega, sino compartirlas con quienes las necesitan.

Así hice con lo que Luz me entregó. Le invité a compañeros que tal vez no estaban en una situación como la mía -por que la verdad: no cualquiera es un homeless en el Reino Unido-, pero que por los andares olímpicos no tenían tiempo de salir a comer. Disfruté ver como la ayuda de Luz Mercedes se multiplicó para muchos más.

Yo no sé qué le habrá demostrado al público, los jueces y sus rivales en el escenario de competencia, pero para mí, Luz se llevó una medalla de diamantes azules, en humanidad y empatía.

Siempre le agradeceré mucho a Luz su solidaridad, su atención y el brillo de su nombre en su actitud.

Prácticamente al 6º aniversario de esta historia, en noviembre de 2018, la vida le permitió cosechar algunas de las hermosas bendiciones que han florecido tras la siembra de su bondad y escribió su nombre en el muro de los medallistas olímpicos de México.

El camino de una periodista, Mujer y Deporte

Ella, la misógina

¿Cuánto hiere la violencia contra las mujeres? Desde el acoso hasta los feminicidios, el dolor nos une para recriminar a quienes hieren, verdugos que invalidan. Son muy dolorosas esas versiones de abuso, pero antes estamos nosotras mismas, en una escala invisible de violencia de género sobre el propio género.

Esta observación es una toma de consciencia y admitirnos todas que existen estas conductas; ponerlo en la mesa es exponerlo para aprender nuevos modelos que corrijan todo aquello que no nos beneficia.

Es una desafortunada y normalizada forma de actuar entre muchas mujeres (no todas): el “pero” eterno ante algo bueno que descubren en otra mujer, lo que refleja la increíble capacidad de la mujer de ser misógina. ¡Sí!

Palabras como:

“Si es bonita, pero es muy tonta”.

“Tiene buen cuerpo, pero se viste muy mal”.

“Es buena en su trabajo, pero está amargada”.

«Seguro logró su aumento por otros ‘talentitos’ que nomás el jefe le conoce»

Son algunos hostiles y violentos ejemplos de las frases que una mujer puede decir de otra -sin que la implicada esté presente, por cierto- para crear la primera línea de violencia, la que emana de sus palabras.

¿Para qué sirven esos comentarios? Por difícil que sea de creer, ¡Sí sirven! Sirven para conocer la verdadera manera de ser de quien los expresa. Quien así habla, dice más de sí mismo, que los conceptos hacia quien juzga.

Otro ejemplo: si una mujer que padece misoginia tiene un puesto laboral de autoridad y a su cargo mujeres a quienes considera “mejores” que ella (más inteligentes, más eficientes o más bonitas), puede sentirse amenazada y afectar el trabajo de su propio equipo, por hacer quedar mal a esa que “la opaca”.

Aún hoy en día, que se habla abiertamente de sororidad y acompañamiento femenino, hay mujeres que ven a otra destacar y buscan argumentos para desacreditar sus esfuerzos y su desarrollo.

Hablo de desafortunados sucesos que yo misma viví en el pasado, de los que ahora soy consciente, por eso me he rodeado de mujeres admirables de las que quiero estar más cerca para aprender, crecer y compartir. Me alegra saber que cada día son más quienes se suman a esta forma de ser y hacer. Invitadas están todas las que deseen corregirse.

El Universo posee tanta belleza, que la derrama tanto en el brillo de todas sus estrellas, como en todas las flores de la Tierra; con más razón, en todas las mujeres hay hermosura, no hay nada que juzgar a la otra.

Ninguna es más ni menos. Lo que nos hace iguales es que todas somos peculiarmente únicas; en todas reposa algo extraordinario, en todas hay algo maravilloso por detonar, día a día. El éxito y la felicidad abundan para todas…y todos 🙂

Como en todos, habita también algún defecto y una vez que las mujeres nos quitamos la venda de la misoginia, somos capaces de hablar desde el corazón y la sororidad, con el amor de hacer crecer, de empoderar y no por propiciar que otra mujer se sienta víctima de nuestra lengua.

No dejamos que nos hieran, pero antes, dejemos de herirnos nosotras.

Deportes, Mujer y Deporte

¡GRACIAS, VANE!

AdiosVane1
Río 2007. Vanessa Zambotti se convierte en la primera mexicana con un oro Panamericano en judo.

Una férula sostenía su brazo recién dislocado, cuando me dijo: “Voy a clasificar a los Olímpicos de Atenas 2004”. Si ni la férula, el dolor, los tendones lesionados, los músculos desgarrados, no detuvieron esa idea, mucho menos lo harían mis palabras. Sólo la miré a los ojos y en ellos encontré una convicción férrea. Faltaban 11 meses para cumplir la meta y desde entonces su proceso acaparó mi atención: al cumplir el plazo, Vanessa Zambotti estaba en el tatami olímpico, en los Juegos griegos.

Desde entonces se ganó mi respeto. Vanessa no sólo fue a unos, sino a cuatro ediciones de Juegos Olímpicos: Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012 y Río 2016. Durante los años que buscó sus clasificaciones olímpicas cosechó en el camino más de 20 medallas continentales, más de diez medallas centrocaribeñas, medallas en Copas del Mundo y medallas en Grand Slams. Brilló como nunca lo ha hecho ningún mexicano en judo. Brilló como nadie.

Pero ni un podio se compara al brillo de Vanessa. Al brillo de su SER. Vanessa rompió todos los esquemas que yo conocía del deportista de alto rendimiento. Con Vanessa conocí a una mujer decidida a llevar más allá de los límites su cuerpo; de llevarlo hasta donde su mente deseaba y a la vez, su mente fue guiada por el camino que trazó su espíritu. El lugar donde se sentía libre, su cielo en la tierra, fue el tatami.

Hubo capítulos que aunque parecieran un sueño, merecían ser reales y Vanessa supo que pasaría por muchas pesadillas para encumbrarse en ellos. Allí descubrí su valentía: al decidirse a enfrentar todos los círculos del infierno, por un minuto en el cielo y durante ese proceso, ser transparente: anunciar sus absolutos deseos; su alegría rebelde y desbocada en la victoria; su profunda tristeza en la derrota y en ella, su responsabilidad: siempre dio la cara aún en llanto, siempre asumió el compromiso de cada pérdida y siempre agradeció a quienes colaboraron en sus triunfos.

En ese proceso, conocí a una Vanessa con la fortaleza de mostrar toda su honesta vulnerabilidad. Abierta a llorar, a reír, a brincar de gusto en el tatami, pero también a honrar a sus rivales, a ser agradecida incluso ante las experiencias injustas. Verla combatir era como ir a la escuela, ir a aprender a SER.

Vanessa ya nos había sorprendido al cumplir su palabra. Cuatro años después de escuchar su primera convicción, me dijo “Yo voy por la de oro”. Tenía toda mi credibilidad y por eso no dudé en asistir a sus combates. Era 22 de julio de 2007 y estábamos en Río de Janeiro, Brasil. Vanessa le ganó a la canadiense, medallista continental, Olia Berger, después a la cubana, dos veces Campeona Panamericana y multimedallista en Copas del Mundo, Ibis Dueñas y en la final a la ecuatoriana Carmen Chalá. ¡Vanessa era la primera mujer mexicana, Campeona Panamericana de judo!

Cuando marcaron su victoria, Vanessa brincó de gusto, corrió por el tatami se llevó las manos a la cara y lloró, eufórica. Era inevitable sonreír. Su alegría era tan contagiosa, que recuerdo muchos rostros llorando…incluso los brasileños, porque la felicidad no tiene bandera y el festejo de una victoria tan emotiva no requiere hablar el mismo idioma.

Vanessa tomó vuelo y saltó hasta los brazos de su entrenador: el brasileño Amadeu Moura. El hombre estaba tan feliz de crear a la mejor judoca de América y consagrarla en su propia tierra, que no le importó recibir tan de repente a Vanessa. Era una locura y en esa locura, al verla a punto de subir al podio, recordé todo: nació ochomesina; de pequeña ganó medallas en impulso de bala y en ajedrez; para llegar a la Selección Nacional salió de su Parral, Chihuahua y llegó con sólo 20 pesos a la Ciudad de México y en 2003, cuatro años atrás y justo en unos Juegos Panamericanos, salió en ambulancia con el brazo dislocado, cuatro años después de salir llorando lesionada, lloraba de alegría como Campeona Continental. Sonreí y lloré en silencio.

Vanessa subió al podio y entonábamos el Himno Nacional. Mientras se izaba la Bandera Mexicana, me limpiaba las lágrimas y vi los pies descalzos de todas las competidoras, todas, excepto Vanessa, que subió al podio en pantuflas. No pude evitar las carcajadas. Así que yo sonreía, lloraba y me carcajeaba, todo a la vez; es parte de lo que te hace vivir Vanessa Zambotti.

Así es Vanessa, ¡eso provoca! Quien tenga la grandiosa dicha de conocerla, sabe que uno puede naufragar en su mar de emociones. Inesperada, intensa, original, elocuente, irreverente, honesta, alegre, reflexiva, ocurrente y siempre SIEMPRE REAL, SIEMPRE VANESSA.

Cuatro años después, con los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, en casa, Vanessa se colgó el bronce, pero en la edición de Toronto 2015, llegó a la final, que iba empatada a un shido para cada rival, pero en los últimos segundos marcaron otra amonestación para ella y se quedó la medalla de plata, con esa plata, inició el adiós, el ocaso a su carrera deportiva, en el alto rendimiento.

Al iniciar su despedida del tatami, me dijo:

“El judo es algo que nunca voy a dejar; tal vez deje de competir, tal vez deje el alto rendimiento, pero nunca dejaré de ser judoka. El judo es una forma de vivir tu vida, sus preceptos te enseñan a llevar una vida honrada, una vida en la que te sientes útil y en la que disfrutas de cómo vives tu vida”

Querida Vane: el judo nunca dejaría ir a alguien como tú.