REPORTAJES

Ganaron un oro olímpico…¡después de morir!

Conquistar un oro olímpico después de morir y sin haber tocado un escenario de competencia parece imposible, pero más de 20 personas de cuatro países conformaron un equipo que recibió esa presea. Esta extraña y antigua historia sucedió en las zonas más frías de Nepal.


KATY LÓPEZ

En 1922 un grupo de hombres se preparaban para hacer historia y conquistar la cumbre más alta del mundo: el Monte Everest. El Brigadier británico Charles Bruce, lideró a alpinistas de Gran BretañaSuiza, que fueron acompañados y asistidos por nativos de Nepal y de India.

La expedición hizo tres intentos por llegar a la cumbre y siete guías murieron durante los ascensos fallidos: los sherpas Sange, Temba, Antarge, Pembra, Pasang, Lhakpa, Narbu y el guía Tejbir Bura de Nepal.


JOI.CeremoniaChamonix1924 MEMORIA. Al clausurar los Olímpicos de Invierno de 1924, el Barón Pierre de Coubertine dio este oro.


Todo lo sucedido durante el ascenso de esta expedición se supo en Europa y dos años después del incidente, durante la Ceremonia de Clausura de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno, en la edición de Chamonix 1924, sucedió algo inédito:

En persona, el Barón Pierre de Coubertin -fundador de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna- brindó un discurso y una presea para los expedicionarios:

 

“Esta medalla es un pequeño testimonio de la admiración con la que todas las naciones han seguido sus jornadas (…) ustedes honran no sólo a sus países, sino a la humanidad”.

Tras sus palabras, Coubertin entregó la simbólica presea al representante del equipo de alpinistas Bill Strutt, pues los sobrevivientes de la primera expedición se preparaban para un segundo ascenso, a mediados de 1924, pocos meses después de culminados los Olímpicos Invernales.

El Barón fue claro al solicitar que esta medalla se extendiera para todos los montañistas que formaron parte del primer equipo, incluídos sherpas y nativos asistentes. De esta forma, India y Nepal lograron su primer oro olímpico en 1924 y aunque no fue en condiciones de competencia y ya habían fallecido, el Comité Olímpico Internacional reconoce la existencia de estas preseas para todos los alpinistas.

 


GeorgeMallory1 (1) PÉRDIDA. George Mallory, uno de los medallistas olímpicos, falleció en la segunda expedición.

Pero en la segunda expedición que tanto planificaron los alpinistas, falleció uno de los medallistas olímpicos: el británico George Mallory, cuyo ascenso es uno de los más misteriosos de la historia: su cuerpo fue encontrado en la ruta hacia la cima ¡75 AÑOS DESPUÉS! por el montañista estadounidense Conrad Anker. Hasta hoy, nadie sabe si George Mallory fue el primer hombre que tocó la cumbre del monte más alto del mundo.

En octubre del 2024 se encontraron restos humanos en la cumbre que databan de esa época y gracias a las insignias escritas en una prensa, se supo que pertenecía a A. C. Irving, es decir Andrew ‘Sandy’ Irving amigo y compañero de Mallory en los ascensos.


Relatos 'off the record'

El impredecible 7 agosto

A los reporteros ni una gitana podría leernos el futuro. Jamás sabes lo que encontrarás al abrir los ojos por la conquista de un nuevo día. Uno de esos días fue éste: 7 de agosto de 2012, cuando en menos de cuatro horas vi más de lo que podría imaginar.

Estar allí era un sueño cumplido por el que trabajé diez años sin descanso. Desde 2002 se inyectó en mi el espíritu olímpico y llegar a unos Juegos se volvió mi meta; un camino complejo en el que para los periodistas no existe propiamente un proceso de clasificación, sino de designación. Así que al pasar una década entre pistas, tatamis, dianas, arcos, gimnasios, libros, cifras, datos y detrás de la computadora, sentir el respiro del ambiente olímpico británico, pese a dejar al otro lado del mundo a mi bebé, era una especie de ‘medalla de oro’ para mi.

Pero específicamente, en esa fecha del 7 de agosto del 2012, el atletismo estaba en sus días iniciales en Londres 2012. Me instalé en el Estadio Olímpico, lista para ver al corredor David Rudisha en los 800m. Rudisha me caía bien. Su papá ganó plata en el relevo 4x400m de México ’68 y aunque no nos conocíamos ya me parecía que su historia se entrelazaba de alguna forma con mi país. Así que me senté en la grada para prensa junto a un desconocido y pronto descubrí que era un sabio: un austriaco de 81 años que gozó esa competencia a tal grado que me hizo llorar de emoción. Tan pronto el keniano cruzó la meta con el oro, este hombre europeo empezó a escribir aceleradamente para compartirme muchos datos que me hicieran valorar ese récord mundial que jamás olvido: 1:40.91 minutos. Así veía la vida aquel señor y pues sí, de alguna forma no sabríamos en qué momento dejaría de atestiguar, valorar y compartir cada instante. Esa fue su lección más grande, más allá de los textos que aún conservo; más allá de la diferencia en nuestros idiomas o culturas, para él la prioridad era compartir la luz de sus emociones y, de forma implícita, su sabiduría conmigo. Aún tengo sus líneas, como el recuerdo de un aprendizaje más grande incluso que el imperioso atletismo.

Pero, en mi deber laboral, salí aceleradamente de allí. Debía ir a cubrir las competencias en el Complejo Acuático. Me instalé en la tribuna de prensa, lista para ver las pruebas de clavados. No había tantos reporteros de México. La mayoría estaban en el ExCeL Complex, donde el sonorense Óscar Valdez peleaba los 4os de final contra Irlanda. De ganar, rompería una sequía de 12 años sin ver a un mexicano en un podio olímpico de boxeo. En su segunda incursión olímpica, el querido Valdez Fierro se despedía del pugilismo amateur con una derrota, mientras yo, seguía en los saltos ornamentales.

Todo parecía una historia conocida: Laura Sánchez en el trampolín 3m individual. Fue 6ª en Beijing 2008 y en el primer salto de Londres 2012 estaba 5ª; en la segunda ronda 6ª. Para mí ya era loable que estuviera en finales con una lesión severa en el hombro y en medio de diversas adversidades administrativas. Empecé a escribir la nota ‘Culmina Sánchez en 6º sitio’. ¡Oh error! Laura remontó. No me quiero poner técnica, pero Laura rozaba zona de medallas. Estaba en una dura lucha con la italiana Tania Cagnotto y al final la superó ¡por 20 centésimas! (362.40 puntos de Laura, por 362.20 de Tania) HISTÓRICO: Laura es hoy por hoy la primera y única mujer mexicana que gana una medalla olímpica en una prueba individual de clavados. ¿¡Qué más esperaban mis ojos!? Un récord mundial de atletismo, una medalla olímpica histórica para México…¡y faltaba mucho!

Entrevisté a Laura y salí de la sala de prensa del Complejo Acuático prácticamente jalada por Carlos Legaspi, quien me tomó por el codo y me apresuraba para regresar al Estadio Olímpico de Atletismo. Legaspi fue mi lazarillo en ese andar de casi 2.5 kilómetros y se lo agradezco, pues mientras avanzaba, escribía las letras finales de la nota sobre Laura.

Llegamos al Estadio y es literal que ya no cabía ni un testigo más; increíble porque había 80 mil asientos, pero solo cupimos de pie y en un rincón. Lamenté mucho no poder sentarme junto al sabio austriaco, pero menos de 15 minutos después, allí estaba un mundo silente y expectante: presenciando a ocho hombres hincados que esperaban el disparo de salida y a su sonido, respondió un estruendo único y electrizante. El mundo vio entonces al primer hombre en la historia que retenía un oro olímpico de 100m…con nuevo récord olímpico. Sí: Usain Bolt, con crono de 9.63 segundos, tiempo suficiente para que la multitud se rindiera ante el ‘rockstar del tartán’.

Lo que más recuerdo de aquella final es el dedo índice de la mano derecha de Usain. Aún le faltaban dos pasos para cruzar la meta y ya había puesto ese dedo sobre su boca, una señal universal de «silencio»; una especie de «¡a callar!», pues durante un año cargó la pesada loza de la «rumorología». En 2011, durante los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Daegu, Corea, en la final de los 100m pasó lo impensable: Usain se descalificó por una salida en falso, por estar pendiente de los movimientos de su compatriota Yohan Blake (que al final ganó el oro mundial del hectómetro en Daegu 2011). Fue un error, un trauma, un fantasma que lo persiguió hasta Londres 2012, con un»¿y si pasa de nuevo?» «¿Y si Blake le gana?». Así que esa noche de verano británico, sus zancadas sacudieron esas y más dudas y el ademán tenía que reforzar su monarquía.

Pero ¿y mi historia? ¿Allí acabaría la aventura? ¡Pues no! ¡FALTABA LA CONFERENCIA DE PRENSA CON BOLT! Bajábamos apresurados cuando Legaspi me dijo: “Voltea discreta y mira quién viene detrás de nosotros».

Obviamente que no fui discreta, obviamente que miré hacia atrás y al verlo pensé «¡NO-PUEDE-SER!» A dos escalones de mí estaba caminando ¡SIR PAUL MCCARTNEY! Tal vez fue en ese instante cuando debió de darme un infarto ¡pero no! Sólo pude verlo, tratar de tomarle fotos y (estúpidamente) decirle “¡Hola!” (sí en español) y me contestó igual “¡Hola!”.

Pude infartarme allí de no ser porque el guardaespaldas que nos separaba empezó a empujarme y a gritar “¡Camina! ¡Camina!” y pues sí, se me fue el espasmo y desperté para TRATAR de andar, y de asimilar la serie de anormalidades que en tan pocas horas viví, para rematar con: la conferencia de prensa de Usain, siempre ocurrente, bromista, creativo y paciente.

A las 11:40 de la noche me di cuenta de que no había comido desde el desayuno, que hacía frío y que la noche sería bastante complicada (en especial considerando que, por una carambola de azares, en aquellos días me tocó dormir en el banquito de uno de los pianos verticales que están en la estación de trenes de St. Pancras), pero ¿qué más daba? Si lo que viví esa noche no salía ni planificando.

Un día singular, lleno de personas mágicas, que hicieron algo aquel día que me asombró, me conmovió, me alegró y me llenó el alma. Pasan los años y recuerdo con el mismo brillo cada instante de ese séptimo día de agosto, en un verano olímpico intenso, alocado e inédito.

REPORTAJES

¿Comprarías un producto de mala calidad? Entonces: ¿¡Cómo es que vende el futbol!?

Es curioso cómo el futbol mexicano nos ofrece frustraciones gratuitas. Eliminan a México de la Copa del Mundo, la Copa Oro o cualquier otro torneo y la Nación se vuelca por la renuncia del DT en turno. Se da la presión social por la dimisión de un Director Técnico de futbol, antes que por la salida de un mal funcionario y sin embargo el burócrata sí le cuesta a la sociedad y el dirigente deportivo no.

El futbol es un negocio. Es un negocio muy raro. Sorprende ver un producto de poca calidad ser tan rentable, y en la otra mano tener deportes altamente exitosos que no poseen esas cualidades mercadológicas.

Es una ironía como la Federación Mexicana de Futbol (una Asociación Civil), no requiere del apoyo del Gobierno Federal para su desarrollo, aun cuando su nivel en representación nacional no es comparable con otras disciplinas, y aun así, el resto de las federaciones deportivas, como: clavados, taekwondo, o tiro con arco sí piden ingresos públicos, pese a ser los deportes más exitosos de distintos ciclos olímpicos, con obtenciones de medallas centroamericanas, panamericanas, olímpicas y mundiales.

No ignoro los títulos mundiales juveniles del futbol, el primer sitio en Copa Oro, el oro olímpico de Londres 2012, o la plata en la Universiada Mundial 2013 del futbol femenil, pero la cantidad de logros internacionales del futbol mexicano es menor a los alcanzados en muchos otros deportes.

¿Qué hace el futbol para convertir un producto de baja calidad en un negocio? ¿Qué hacen otras federaciones deportivas para tener competidores exitosos? Ambos gremios deberían intercambiar las respuestas, tropicalizarlas y aplicarlas a sus medios.

En mucho se debe a una falta de preparación en la administración deportiva. No es culpa de nadie. Los estudios formales para la ministración del deporte en México iniciaron hace menos de diez años y en las últimas dos décadas se da la cosecha de los frutos en esa nueva generación con tendencia a la profesionalización. Los presidentes de Federaciones Deportivas son en muchos casos ex atletas, ex entrenadores, integrantes del cuerpo directivo de administraciones anteriores y ellos, en el trajín mismo del recorrido van aprendiendo a caminar (sí, en gerundio); un tanto experimental.

Esta demora en la profesionalización del deporte responde también a la culminación del ‘amateurismo’. El Barón Pierre de Coubertine, creador de los Juegos Olímpicos Modernos, en su romanticismo por revivir la justa griega, prohibió a los atletas olímpicos recibir dinero por competir, para no ‘manchar’ el espíritu del evento, y mantener la motivación interna de hacer deporte por el mero gusto.

Era pecaminoso ‘sacar provecho del éxito’, pero hay casos en que duele ver la triste consecuencia de ese requerimiento ¿un ejemplo? El ex nadador estadounidense Brian Job, bronce en 200m pecho en México ‘68, vive en situación de calle y fue arrestado en Palo Alto, California, por encender una fogata en el estacionamiento de un restaurante, para poder cenar. (Aquí la nota del Mercury News, escrita por Bruce Newman).

En 1992  por primera vez en unos Juegos Olímpicos, se eliminó ese criterio y se permitió la llegada de deportistas profesionales y así conocimos al único y verdadero ‘Dream Team’ de basquetbol en los Juegos de Barcelona, España. Desde entonces se vinculó al deporte de paga con el que no la recibía. Ante este cambio hay quienes, como los surfistas, hallaron una ‘buena ola’ y otros que se siguen revolcando en la marea. Es un encuentro fuerte para la comprensión de la administración de los gastos e ingresos en el deporte.

La adaptación a esta tendencia ha permitido a muchos organismos y hasta deportistas capitalizar una medalla en ingresos y patrocinadores; casos como el de Usain Bolt, Michael Phelps son una muestra de cómo hacer del éxito más que sólo fama y admiración, una posibilidad de contar con ingresos.

¿Lo han pensado? A veces el cortoplacismo de las administraciones en las federaciones deportivas limita a sólo pensar en ‘sacar provecho’ del momento (cuyos periodos duran, GENERALMENTE un ciclo olímpico (cuatro años), pero en otros casos ya llevan más de 25 en el cargo…historias tan largas y enredadas como su tiempo en la silla, en fin); sin embargo, al abrir los ojos a una perspectiva empresarial, en el mediano o largo plazo, hay un camino fértil de siembra para hacer florecer la exitosa autonomía en el deporte.

Si el futbol puede,  ¿por qué los otros no?