OPINIÓN

La maldición de hacer la fiesta y el por qué México ganará en Barranquilla 2018

KATYA LÓPEZ

Una serie de combinaciones inusitadas llevarán a México a ganar los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018, algo que no sucedía con Cuba presente desde hace 52 años, en San Juan 1966. A la mitad de la justa, ya se vislumbran los escenarios

Sin duda hay un despunte en el rendimiento de los mexicanos. Éste resurge y se entremezcla con los peores momentos para equipos de Venezuela, Cuba y el local Colombia, que hoy padece la misma suerte de México, hace cuatro años, pues en Veracruz 2014 ni como local pudo superar a Cuba en el medallero y así, desde Barranquilla emana el desaliento el día de hoy para los anfitriones.

Los propios Alfredo Castillo, titular de la CONADE, Carlos Padilla, presidente del Comité Olímpico Mexicano o Marijose Alcalá, Jefa de Misión de la Delegación Mexicana, dieron pronósticos que hoy parecen reservados. El que más apostó fue Castillo al decir que México alcanzaría un máximo de 127 oros, a pesar del recorte de eventos en los que nuestro país garantizaba ganar, como los 20km de marcha en donde competiría la Campeona de Copa del Mundo Lupita González.

La evaluación se quedó corta y a mitad de los Juegos, nuestro país suma 189 podios, de ellos 77 oros, lejana va Colombia en segundo sitio con 43 primeros sitios y por debajo, Cuba con 35 áureas. Mientras leemos este análisis, se abulta la ventaja mexicana gracias a deportes como tiro deportivo.

Hoy la realidad marca que México escuchará el Himno Nacional en el podio entre 53 y 55 ocasiones más. Algo que sucedió en San Salvador 2002 pero sin Cuba presente y que nunca antes había pasado en competencia directa con los isleños: ganarles hasta 132 oros.

¿Pero a qué responde? Si Colombia amenazaba con destronar a México de su segundo sitio y dar pelea hasta a la potencia mundial Cuba. Su triunfo con 239 podios (94 oros) en los Juegos Sudamericanos de Cochabamba, en junio pasado, eran su mejor cartel, pero el brillo fue fortuito.

Colombia, de local sufre lo que México sufrió en Veracruz 2014. Aunque en patinaje de velocidad logró el liderato del medallero, sus deportes potencia olímpica se sumergen en las sombras. En ciclismo de pisa sólo ganaron dos oros, mientras México se llevó ocho. Los colombianos no contaban además con Paul Nicholas el trinitario que ganó tres oros en las pruebas de velocidad del velódromo.

Natación tuvo dos grandes sorpresas: por un lado, la caída de la hegemónica Venezuela que lideraba los medalleros en las albercas y en Veracruz se consagró con 17 títulos, pero en Colombia sólo ganó dos; por el otro, la actuación de México con 43 podios y de ellos 15 oros; sería necio atribuir el resultado de los tritones nacionales sólo al factor Venezuela, pues 13 oros se ganaron con nuevo récord de evento y por vez primera contaron con atención focalizada, campamentos de preparación y competencias internacionales, como un equipo integrado. Natación logró la segunda mejor actuación histórica detrás de Panamá 1970 (19-16-16), cuando México saboreaba los remanentes del nivel alcanzado en los Olímpicos de México 1968 y cada país podía llevar tres nadadores por evento a la justa centrocaribeña, por ende la probabilidad de podio era más alta.

Sin embargo, a la lista se suma otra variable: Cuba. Como ejemplo, remo: que en Veracruz 2014 ganó las diez de oro disponibles y esta vez sólo cinco, mientras México conquistó seis; gracias a una nueva y competitiva generación que incluye al Campeón Mundial Sub23 Alexis López, pero también a dolorosas ausencias en el equipo isleño: remeros que dejaron la selección en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y en el Campeonato Mundial de Florida 2017 mermaron en la creación de un equipo más consolidado y a los cubanos les quedó como mejor y nada despreciable figura, el Subcampeón Mundial Ángel Fournier.

Mucho se ha dicho que en ésta, la justa regional más antigua del mundo, no debe mezclarse el deporte con la política y sin embargo, quedó inmersa directo en el medallero. Desde el inicio de la Guerra Fría (principios de 1960), mucho se sospechó de los apoyos del bloque comunista para con Cuba en asesoría técnica y científica, con la firme convicción de demostrar que su nuevo modelo políticosocial era superior al capitalismo. ¡Y vaya que lo fue! Cuba llegó a reinar los Juegos por hasta 150 medallas de oro aunque la máxima fue Ponce 1993 con 227 oros y 364 totales, México penosamente alcanzaba el segundo lugar con 66 primeros sitios.

Cayó el Muro de Berlín en noviembre de 1989 y aún quedaron en Cuba secuelas de la metodología deportiva, que hasta los Olímpicos de Río 2016 le alcanzó para estar entre las 20 potencias mundiales con 11 medallas (5 oros, 2 platas y 4 bronces) pero eso es solamente el suave oleaje de lo que un día fue el tórrido ritmo de un país arrasador.

Hace más de 30 años, Cuba descubrió algo mejor que ganar las medallas: exportar a la materia intelectual que las fabrica: los entrenadores. Los convenios de colaboración de Cuba con diversos países de la región son continuos, pero su mejor aliado es México, donde en los últimos 15 años no sólo se han firmado convenios con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, sino con los Institutos Estatales del Deporte y entidades como Baja California, Jalisco o Nuevo León, potencias de la Olimpiada Nacional, deben mucho de sus resultados a estos baluartes. México puede hablar de Campeones Mundiales Juveniles como Roberto Vilches en atletismo o Natalia Botello en esgrima gracias al apoyo focalizado de extraordinarios técnicos isleños como Lázaro Paz o Alain Tandrón y como ellos, muchos más en todo el país que hoy lidera el medallero de Barranquilla 2018 muy en parte al intelecto cubano.

Sin embargo, también hay intelecto nacional de por medio. Así como lo hubo en la natación, lo hay en el ciclismo y en otro deporte sorpresa: el tiro deportivo en el que México está a la mitad de su torneo y acumula 15 preseas ocho de ellas de oro, cuando hace cuatro años apenas ganó seis de primer lugar. El talento más destacado allí es Edson Ramírez, quien ganó los tres oros que buscaba, de la mano del entrenador mexicano Blas Ruiz.

Aunque en halterofilia Colombia ganó los Juegos con 13 de oro, México mejoró lo hecho hace cuatro años, cuando sólo se ganó uno y ahora fueron cuatro, tres de ellos con récord de evento de Tania Mascorro, Aremi Fuentes y Quisia Guicho; mientras, deportes tradicionales para México: clavados, squash, racquetbol o taekwondo cumplieron con sus tradicionales dominios.

En la segunda mitad de los Juegos, Cuba remontará para superar a Colombia, con boxeo, lucha, judo femenil y atletismo; sin embargo, no alcanzará para superar a México y podría quedar hasta diez medallas por debajo de nuestro país.

Además, a México le falta contender sus deportes potencia: nado sincronizado, triatlón, gimnasia rítmica, tiro con arco y en el atletismo un máximo de siete eventos por ganar.

Sobra decir que el presupuesto para Conade de este año fue el menor en los últimos siete años. Si en 2012 fue de 5 mil 357.1 mdp, este año fue de 2 mil 200mdp y se redujo más del 50 por ciento de la cifra inicial; a causa de ello, se dieron recursos focalizados para atletas específicos, no para selecciones nacionales, por lo que casos como Pentatlón Moderno se quedó sin ganar más de sus dos oros o el boxeo no recibió apoyos federales para competir o lucha que la mayoría de sus campamentos los hizo en Jalisco, mientras sus contrincantes entrenaban en giras por Europa. A eso se suma que entrenadores de seleccionados nacionales llevan meses sin recibir sus sueldos, un malestar que se ha vuelto una constante pues han pasado hasta medio año en estas condiciones, mientras sus atletas triunfan en eventos internacionales.

Aún con dificultades y desatinos, la segunda parte de la Delegación Mexicana llega por vez primera sin la presión de colgarse el oro, sino con el deseo de mantener una racha nunca antes vista y que podría dar la mejor cosecha de oros, en la historia de México dentro de la justa centrocaribeña un promisorio inicio a Tokio 2020 que se mezcla con sin sabores extranjeros y resiliencia mexicana.

Mujer y Deporte, OPINIÓN

Ella, la misógina

¿Cuánto hiere la violencia contra las mujeres? Desde el acoso hasta los feminicidios, el dolor nos une para recriminar a quienes hieren, verdugos que invalidan. Son muy dolorosas esas versiones de abuso, pero antes estamos nosotras mismas, en una escala invisible de violencia de género sobre el propio género.

Esta observación es una toma de consciencia y admitirnos todas que existen estas conductas; ponerlo en la mesa es exponerlo para aprender nuevos modelos que corrijan todo aquello que no nos beneficia.

Es una desafortunada y normalizada forma de actuar entre muchas mujeres (no todas): el “pero” eterno ante algo bueno que descubren en otra mujer, lo que refleja la increíble capacidad de la mujer de ser misógina. ¡Sí!

Palabras como:

“Si es bonita, pero es muy tonta”.

“Tiene buen cuerpo, pero se viste muy mal”.

“Es buena en su trabajo, pero está amargada”.

«Seguro logró su aumento por otros ‘talentitos’ que nomás el jefe le conoce»

Son algunos hostiles y violentos ejemplos de las frases que una mujer puede decir de otra -sin que la implicada esté presente, por cierto- para crear la primera línea de violencia, la que emana de sus palabras.

¿Para qué sirven esos comentarios? Por difícil que sea de creer, ¡Sí sirven! Sirven para conocer la verdadera manera de ser de quien los expresa. Quien así habla, dice más de sí mismo, que los conceptos hacia quien juzga.

Otro ejemplo: si una mujer que padece misoginia tiene un puesto laboral de autoridad y a su cargo mujeres a quienes considera “mejores” que ella (más inteligentes, más eficientes o más bonitas), puede sentirse amenazada y afectar el trabajo de su propio equipo, por hacer quedar mal a esa que “la opaca”.

Aún hoy en día, que se habla abiertamente de sororidad y acompañamiento femenino, hay mujeres que ven a otra destacar y buscan argumentos para desacreditar sus esfuerzos y su desarrollo.

Hablo de desafortunados sucesos que yo misma viví en el pasado, de los que ahora soy consciente, por eso me he rodeado de mujeres admirables de las que quiero estar más cerca para aprender, crecer y compartir. Me alegra saber que cada día son más quienes se suman a esta forma de ser y hacer. Invitadas están todas las que deseen corregirse.

El Universo posee tanta belleza, que la derrama tanto en el brillo de todas sus estrellas, como en todas las flores de la Tierra; con más razón, en todas las mujeres hay hermosura, no hay nada que juzgar a la otra.

Ninguna es más ni menos. Lo que nos hace iguales es que todas somos peculiarmente únicas; en todas reposa algo extraordinario, en todas hay algo maravilloso por detonar, día a día. El éxito y la felicidad abundan para todas…y todos 🙂

Como en todos, habita también algún defecto y una vez que las mujeres nos quitamos la venda de la misoginia, somos capaces de hablar desde el corazón y la sororidad, con el amor de hacer crecer, de empoderar y no por propiciar que otra mujer se sienta víctima de nuestra lengua.

No dejamos que nos hieran, pero antes, dejemos de herirnos nosotras.

OPINIÓN

A todo pulmón

KATY LÓPEZ

Uno no valora las insignias nacionales, hasta que está fuera del país y las encuentra de repente en algún sitio. Nos dan identidad y pertenencia y hasta quien repudie al Estado Mexicano, defiende su Patria y cada elemento que la simboliza.

Entre quienes más pueden ver sus insignias en otros países, están los deportistas. Una especie de ‘embajadores’ que influyen en sus sociedades con sus resultados en el extranjero, que -de ascender al podio- ven ondear su Bandera, que cantan el Himno, que besan su uniforme, justo donde esté el Escudo Nacional.

Pero en aquel febrero de 2016 sucedió lo inédito: México estuvo, pero no existió en un evento deportivo. Los competidores  disputaban plazas olímpicas en la Copa del Mundo de Clavados, pero la Federación Internacional de Natación impidió  poner insignias nacionales en el evento; como uno de los castigos para ‘poner en evidencia a México’, tras la deuda que exigía la FINA, como multa al país por cancelar la realización de los Mundiales de Deportes Acuáticos de 2017.

Y sucedió lo esperado: que los mexicanos estarían en el podio. Rommel Pacheco ganó bronce en trampolín de 3 metros sincronizado con Jahir Ocampo y oro en 3m individual. Con él en el podio, lució la Bandera de la FINA y el Himno de esa Federación Interna se escuchó en el Complejo Acuático de Río de Janeiro.

Rommel no pudo usar el uniforme de México. Salió con una playera de Popeye y pese a la sanción, no había impedimento para que él, como Campeón de la Copa del Mundo, cantara su Himno Nacional. Así que lo hizo: Cantó, y muy fuerte. No titubeó, no murmuró las estrofas, ni lo cantó bajito, como solemos hacer en cualquier evento cívico que –penosamente– nos toque enfrentar, cuando volteamos a vernos unos a otros, para encontrar quién es el ridículo que canta el Himno en voz alta, mientras todos estamos, casi, rezándolo.

Esta vez, fue una situación más difícil, porque no valoramos las insignias hasta que hicieron falta. ¿Si la Bandera y el Himno Mexicanos hubieran estado allí, hablaríamos de Rommel hoy? ¡NO! Desafortunadamente no, porque en muchas ocasiones él y más atletas mexicanos suben a podios y no trascienden sus logros; porque tenemos la doble moral de “sufrir” porque no aparece nuestra Bandera en una Copa del Mundo de Clavados, pero cuando sí la vemos, no la respetamos, porque juzgamos que no se escuchó el Himno en la ceremonia de premiación de ese evento, pero cuando sí lo oímos, no lo entonamos.

Y mientras a los ciudadanos nos apena cantar el Himno a todo pulmón, los atletas despiertan diario con un motivo claro: Ganar por MÉXICO. Antes de entrenar, rinden honores a la Bandera Mexicana. En deportes como taekwondo, judo o lucha no hay entrenamiento que no inicie y culmine con ese breve pero significativo acto cívico. No hay un solo deportista, de cualquier disciplina, que no se emocione al recibir su primer uniforme como Seleccionado Nacional.

Lo que vivieron los clavadistas mexicanos en la Copa del Mundo sucedió de nuevo con las competidoras de natación artística, que tampoco tenían autorizado usar insignias nacionales en eventos FINA, por suerte, eso no sucedió en los Olímpicos de Riot2016..

Hablemos más de ellos, pero no por sus carencias, hablemos por sus resultados…y si un día hay que cantar el Himno, que sea como ellos: a todo pulmón.

OPINIÓN

¿Y si los políticos actuaran como futbolistas?

¿Estoy diciendo un disparate? Sí tal vez, pero la forma operativa de este deporte da muy buen ejemplo a las élites políticas e intelectuales del mundo.

En México tomaré por muestra el Poder Legislativo: Se conforma por diputados y senadores cuyas cámaras trabajan divididos en grupos parlamentarios (PRI, PAN, PRD los más fuertes). ¿Por qué? En el papel por la organización, en la práctica por la protección de las tendencias ideológicas y los intereses del partido.

¿Cuántas reformas o iniciativas de ley se truncan porque en las Comisiones no se ponen de acuerdo los legisladores, entre lo que uno u otro partido desea? Y cuando libran el obstáculo de la Comisión, ¿cuántas esperan en el pleno por ser aprobadas, rebotadas a la Cámara de al lado y al final, ver la luz del ejercicio social? Así el errante andar de las reformas, buenas, malas, elitistas o populares, pero todas con su derecho a ser votadas.

Mientras los ciudadanos escuchamos rondas de ‘declaracionitis’ de los legisladores, cuando el de ‘x’ color dice que el de ‘x’ otro hizo y deshizo, que tomó la tribuna, que es ausentista, que detienen el progreso. Tradición Mexicana. Los políticos no se asumen como representantes nacionales, sin partido, ni más color que el de su país, pero a ver si el futbol me ayuda en esto.

En los Olímpicos de Londres 2012, México ganó el primer oro en deportes de conjunto gracias al futbol con siete jugadores de equipos rivales: cuatro de Chivas (Miguel Ponce, Néstor Araujo, Marco Fabián y Jorge ‘El Chatón’ Enríquez) y dos del América (Diego Reyes y Raúl Jiménez). ¿Estarían ellos pensando en eso durante los partidos? ¿Llevaron un coordinador de bancada para la representación de cada equipo? No creo. Tampoco supe que en Cruz Azul pidieran a Jesús Corona que como seleccionado nacional portara el uniforme de ‘La Máquina’. ¿Por qué entonces los partidos creen que les pertenecen las personas que ahora representan a la sociedad?

Un futbolista -como un político- debe su formación al equipo/partido en el que inició y en el que por años hizo los fundamentos y principios, deportivos -o ideológicos- que lo tienen donde está. Se forja un estilo de juego -o una forma de pensar- pero una vez electos ¿no será momento de quitarle color a sus ideas y de emprender el camino del beneficio nacional? En el futbol pasa.

¿Qué tal con la campeonísima ‘Furia Roja’ de 2010? ¿Qué sería de la Real Selección Española de Futbol si pensaran como políticos? Un infierno. Específicamente en la que ganó el título de Sudáfrica 2010 había cinco jugadores del Real Madrid (Iker Casillas, Raúl Albiol, Xabi Alonso, Sergio Ramos y Álvaro Arbeola) y siete del Barcelona (Gerard Piqué, Carles Puyol, Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Víctor Valdés, Sergio Busquets y Pedro Rodríguez).

¿Cómo sería una concentración en la que los jugadores no pueden olvidar las rivalidades de sus equipos? ¿Cuál sería el resultado? La derrota sin duda y el juicio del mundo ante injustificables acciones que ponderarían la pertenencia a un club local, por encima del beneficio nacional.

El futbol, así de burdo y elemental, tiene la simple cualidad de ser medible: ganar o perder; en las complejidades de la política, no hay marcadores, y la situación se torna mucho más grave cuando los actos de los parlamentarios tienen efectos de decisiones parciales en las sociedades.

Sería un insulto que con tanto talento futbolístico pasara algo así. España y su historia agradecen el civismo, carácter y estricto conocimiento del significado del esfuerzo de esos ibéricos, por la alegría de una nación. No se diga México por sus jugadores y la historia olímpica que alcanzaron.

¿Por qué en algo como el deporte, algo lúdico, algo simple y de entretenimiento, se conjugan hombres de equipos rivales, para un fin común y convertir a España en la selección europea más destacada de los últimos tiempos, con dos títulos de Europa y uno Mundial? ¿Por qué un grupo de mexicanos puede dejar afuera las diferencias de sus equipos y hasta los conflictos durante los torneos nacionales, para esforzarse un país?

Así lo veo. Tierno, estúpido, simplón. Sí, tal vez, pero una vez electo para un cargo, en cualquiera de los tres niveles de gobierno, se es un seleccionado, cuyas características intelectuales individuales -y no del partido- se potenciarán para promover una mejoría y un éxito de la comunidad, del estado o del país.

Ser electo debería ser un honor, debería implicar un esfuerzo y la entrega absoluta de su ser, con un liderazgo y una representación que enorgullezca, no sólo a su partido, sino a su comunidad o una nación…como creo que lo es para un futbolista.

Mujer y Deporte, OPINIÓN

Zudikey Rodríguez: La reina de los obstáculos

¿Un deportista es admirado por la cantidad de medallas que ha obtenido? ¿Brilla más si gana más oros? Esta historia puede mostrar la falsedad de esas teorías. Lo adelanto: la de Zudikey Rodríguez, es una historia muy triste.

‘Zudi’ era velocista. De niña corría 100m y 200m en la Olimpiada Nacional. Era muy buena, pero como  juvenil, una sorpresa hermosa llegó a su vida: esperaba un bebé. Dejó el atletismo y en un día de marzo de 2006 nació Ethan. Unos años después, el entrenador Cosme Rodríguez, de la Universidad de Chihuahua, la invitó a regresar a las pistas.

En poco tiempo, Zudikey se convirtió en todóloga: mamá, estudiante de la Licenciatura en Nutrición y atleta de alto rendimiento. Cada hora transcurría con cronómetro en mano.

En diciembre de 2007, viajó para visitar a sus papás en Valle de Bravo. En la carretera, un auto chocó contra el suyo y lo sacó del camino. Ethan estaba bien.

En ese accidente, los vidrios de la ventana se incrustaron en la cara de Zudikey y allí permanecen. Me ha dicho que en ocasiones le duelen. Pero esa noche, las astillas cristalinas sobre sus ojos no le preocupaban, lo grave fue un fuerte golpe en su rodilla izquierda. Parecía que los sueños de la temporada olímpica por iniciar no serían para esta atleta.

Tres meses después de rehabilitaciones, en marzo de 2008, corrió 400 metros y clasificó para integrarse al relevo 4x400m que compitió en los Olímpicos de Beijing 2008. Con estudios, maternidad, terapias y esfuerzo.

En 2009 corrió en la Olimpiada Nacional, representaba a Chihuahua. “El deporte ha cambiado mi vida, no haces lo que una persona normal haría, me encanta lo que hago, lo disfruto al máximo, sé que es difícil ser mamá, deportista de alto rendimiento y estudiante, pero también es muy bonito, me siento llena, plena y realizada, mi vida se lleva a base de disciplina, tengo horario para todo y lo que hago es cumplir mi agenda al pie de la letra para organizarme”, eso me dijo después de ganar cuatro oros en esa Olimpiada.

Ese junio de 2009 fue de desolación y dolor. La Olimpiada fue en Hermosillo, Sonora, en el sitio y la fecha del suceso más horrible en la historia de la ciudad: el incendio de la Guardería ABC.

Ese 5 de junio, dos días después de entrevistar a Zudikey, supe que algo terrible pasó en su vida. No fue a ella. Fue peor. Fue a su hijo Ethan: Falleció en un accidente y no hace falta detallarlo. No fue en la guardería. Tampoco hace falta decir lo mucho que hasta hoy le duele esta pérdida; porque para todo hay nombre, menos para perder un hijo.

¿Por qué? No hay explicación. Zudikey ha sido siempre una estrella, un fulgor reluciente en medio de la adversa oscuridad y entonces veía en el firmamento como su luz dorada se apagaban. Así me parecía su dolor. Creí que allí había terminado todo su brillo en una pista.

La más grande lección la dio unos meses después, cuando en el Campeonato Nacional de Atletismo ganó -con récord de evento- los 400m vallas (con 56.10 segundos). El resultado de la suma entre valor y fuerza. En junio de 2010, Ethan cumplía un año de haber partido y Zudikey, en la tercera carrera de su vida en 400m con vallas, ganó oro en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo de España, con 56.33 segundos. Esa estrella renacía y brillaba más fuerte.

Llegaron los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Mayagüez 2010, Zudi ganó plata en 400m vallas y bronce con el relevo 4x400m. Es obvio valorar el brillo de sus preseas, pero en ninguno de los podios era legible a simple vista la magnitud de sus esfuerzos.

Pero meses después, el Comité Organizador de Mayagüez 2010 dio a conocer que Zudi y otros cuatro mexicanos dieron positivo en uso de sustancias prohibidas. Les retiraron las medallas a todos.

¿Por qué? ¿Por qué había pasado eso? Alguien que ha vivido lo que ella, no busca hacer trampa. No lo habría hecho con dolo. A consejo de su entrenador ingirió un suplemento alimenticio que contenía esa sustancia. Esta vez, la ignorancia le quitaba el brillo del esfuerzo, la arrastraba a las lágrimas y de nuevo a esa pregunta sin respuesta “¿¡por qué!?”.

Entonces sí parecía todo perdido. Zudi fue suspendida un año de las competencias. ¿Cómo reponerse de eso? Únicamente ella tiene las respuestas y lo hizo ver en sus actos. Zudi no se detuvo a reflexionar en preguntas vacías, ni aceptó el papel de víctima que esos episodios de la vida le ofrecían. Quería el personaje estelar, quería ser heroína y ganó el papel en cada día de determinación, entrenamiento y tenaz esfuerzo.

La sanción terminó justo antes de los Panamericanos de Guadalajara 2011. Fue parte del relevo 4x400m. Hacía cuatro años, con tres integrantes de ese equipo (incluida Zudi y Ana Guevara), México ganó plata en una noche lluviosa, sobre el azul tartán del Estadio Joao Havelange, en los Juegos de Río de Janeiro, Brasil. Fue la última presea internacional de Ana Gabriela. Esa tarde de 2011, allí estaban de nuevo varias de esas velocistas, en la justa continental. A la segunda relevista se le cayó la estafeta y por mayor esfuerzo, las chicas terminaron en quinto sitio.

Casi dos años después, en agosto de 2013, Zudikey regresó a la pista atlética; ese espacio impredecible que puede victimizarla o encumbrarla. El capítulo fue en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo de Sao Paulo, Brasil, en los 400m vallas: Zudikey ganó oro con 56.63s. “Dude si algún día volvería a correr 56 en las vallas. Hoy no tengo la menor duda que pronto llegara el 55. Soñaba con este momento muchas noches. Ya se hizo realidad en Brasil. Al terminar la carrera apunté al cielo, el más contento es mi niño Ethan, él festeja más que yo este resultado. Lo Amo”, escribió en sus redes sociales.

En 2014 vivió su reencuentro con su cita más adversa: los Juegos Centroamericanos y del Caribe, ahora en Veracruz 2014. Si cuatro años atrás ganó y perdió dos preseas, en esa edición, se preparó para salir a escena y relucir en la adversidad. Zudikey ganó oro, el primer oro que una mujer mexicana ha ganado en los 400m vallas de la justa regional, y como cada vez que cruzó la meta, sonrió y apuntó al cielo, por Ethan, por la añoranza, por el dolor, por el amor y por su fuerza.

Zudi sigue hermosa como siempre ha sido, como son las estrellas y su brillo, con esa luz en los ojos y esa actitud incansable y optimista. Su ejemplo queda grabado en el tartán con una estela dorada, no por su victoria, sino por su valor y la grandeza de un alma llena de amor y gratitud.

OPINIÓN

2014: Compromisos del periodismo con el deporte olímpico

Colaboración publicada en el libro ‘2014. El periodismo Deportivo en Año Mundialista’.

Descárgalo en:

http://codigocambridge.com/2014_El_Periodismo_Deportivo_en_Anio_Mundialista.pdf

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En el periodismo deportivo mexicano, el inicio de un ciclo olímpico es opaco. Aunque el país arranca el cuadrienio con su participación en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, cada cuatro años, las actuaciones de los atletas en el certamen no destellan con tanta intensidad, pues los reflectores se concentran en la participación de la selección de futbol, en las Copas del Mundo.

Para 2014, las cosas deben cambiar. Brasil organiza un Mundial de Futbol por primera vez desde 1950; mientras que México recibe -por cuarta ocasión en su historia- unos Juegos Centroamericanos y del Caribe, y por primera en una ciudad que no es la capital, pues serán en Veracruz. Este año además, se realizarán los Juegos Olímpicos de Invierno, los II Olímpicos Juveniles, los Mundiales de más de 15 disciplinas olímpicas, e incluso la Olimpiada Nacional.

Ningún evento debería pasar inadvertido y el brindarles espacios en los medios de comunicación es una obligación. ¿Por qué? Tras vivir el ciclo olímpico más exitoso de su historia y tener el año pasado a 13 mexicanos en el podio de cinco Campeonatos Mundiales (atletismo, ciclismo, clavados, gimnasia, halterofilia y taekwondo), el deporte mismo solicita compromisos profesionales del periodismo.

Proporcionar más espacios mediáticos es el primer paso, pero ¿de qué sirve asignarlos al deporte amateur, si no se cuenta con información de calidad?

El año posterior a unos Olímpicos, en esta caso 2013, es llamado el ‘año muerto’ del ciclo olímpico porque es la temporada de transición hacia el próximo cuadrienio. Así como los atletas se preparan hacia el siguiente periodo, lo debe de hacer también el periodismo de la fuente.

El periodismo es más oficio que profesión. No todo el conocimiento se adquiere en los cuatro años de estudiar la carrera. Es necesario leer, estudiar, investigar, informarse de temas distintos al deporte, para vincular y mejorar la calidad de de los contenidos. Salir de lo informativo, hacia lo analítico, crítico o sensibilizador.

No se puede ser experto en las 28 disciplinas que se contienden en Juegos Olímpicos, pero especializarse en uno o tres deportes y conocer de otros fortalece la labor. Comprender a fondo cada modalidad, su historia, sus potencias mundiales, sus reglas, los tecnicismos, la metodología o hasta el biotipo para practicarlos, nos proporciona herramientas de comprensión para hacer de los espacios mediáticos, zonas sustanciales.

Un mayor contexto permite información de calidad; la posibilidad de obtener datos exclusivos, entrevistas especiales que le dan un sabor único a nuestro trabajo. Tener en cada medio esa competitividad impulsará mejor información; por ejemplo; habrá casi mil competidores mexicanos en los Centroamericanos Veracruz 2014 ¿la mitad de ellos no tendrán una historia buena qué contar?

De eso se trata el periodismo: escribir historias y analizar. Hay que superar la inmediatez. El resultado burdo circulará en redes sociales; pero ¿qué pasó para alcanzar esa meta? Posicionar a un medio en una cobertura no se trata de ‘postear’ fotos del evento en Facebook, Twitter o Pinterest; un enviado mostrará su presencia en contar detalles en torno al logro o la derrota.

No es sólo proveer entretenimiento. Es hacer que en los espacios mediáticos la sociedad encuentre empatía; que esta información motive a explotar lo mejor de los individuos.

Pocos recuerdan los números de los récords mundiales, pero nadie olvida quién los logra o bajo qué circunstancias. A veces la historia no se esconde detrás de una medalla; sólo hay que mantener viva la capacidad de asombro y explotar más géneros periodísticos que la básica nota dura –que por cierto, ya es posible desarrollar en 140 caracteres-; hacer crónicas, contracrónicas, entrevistas, reportajes.

Contar vivencias, prepararse para cubrir y analizar los resultados de los eventos, hará la diferencia en el periodismo actual y a través de éste, la percepción social sobre el deporte.

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OPINIÓN

¿Te importa o te interesa?

Caminaba un hombre en la calle cuando escuchó un consejo: “Pórtate bien para que te vaya bien”. Sonaba lógico. Dio la vuelta para saber quién lo decía y descubrió que era una recomendación del Diablo. Mi mamá me contó de ese ser acosado por el Demonio. Es real.

En esa frase encuentro las bases que mueven a la conducta humana: la motivación interna y la motivación externa. ¿Qué hay en un corazón para impulsar a un alma a actuar? ¿Y qué sucede cuando no es el alma la que estimula nuestros actos?

La motivación interna hace que las cosas nos importen, la motivación externa hace que las cosas nos interesa. Parecen sinónimos, pero son opuestos.  Mi lenguaje es el deporte, en él me explico.

Un niño sale a jugar futbol, por ejemplo. Esa actividad se convierte en su alegría; allí encuentra su momento de libertad, su diversión y sus retos. Sin obtener nada a cambio, desea jugar para esforzarse e inventar sueños en torno al juego: que es profesional, que representa su país en una Copa del Mundo…El futbol le importa, el juego mismo es su satisfacción.

El niño crece. Compite, destaca en el equipo, descubre que tiene talento, recibe reconocimientos, quizá hasta su papá o el entrenador proponen darle una recompensa por cada gol que anote. Todo eso le asombra. “¡Hago lo que amo, me aplauden… y encima me dan dinero si lo hago bien!”, piensa. El futbol es su diversión y por ello es importante, pero ahora, hay un beneficio extra.

En esta historia, el ahora joven, recibe ofertas para jugar en un equipo semiprofesional y recibir una paga formal. Siente más compromiso y se esfuerza más. Sus cualidades incrementan y así los apoyos económicos que recibe.

En unos años, alcanzó lo que de infante era un sueño: es jugador profesional y aunque sigue haciendo lo que ama y disfruta, el futbol se ha convertido en su medio de vida. En una lenta transición, la motivación interna se va transformando en externa. Antes era jugar por gozar, poco a poco, ese goce se reduce y lo que ahora mueve su accionar en torno al futbol, es el interés: tener ingreso para su desarrollo.

Aquel pequeño que se divertía mientras jugaba futbol, sin recibir nada a cambio, se ve ahora inmerso en firmas de contratos, representantes, sueldos, lesiones y hasta conflictos políticos, por tratar de llevar su vida, a través del futbol. Hoy juega por dinero y ha olvidado que en su origen jugaba por jugar.

Si llega a la Selección Nacional, exige más beneficios, pues desde niño ha recibido elogios que ponderan su merecimiento ante su buen nivel y además, ya no alcanzan sus ingresos para sustentar su forma de vivir. El futbol se ha convertido en su profesión, en su interés.

A todos nos puede pasar. Ese futbolista es un ejemplo para replantearnos qué es lo que nos mueve a tomar ciertos caminos. ¿Actuamos en busca de un fin que nos de satisfacción? ¿O son nuestros propios actos los que nos brindan bienestares? Si nos desarrollamos en la búsqueda de recompensas por lo que hacemos, la frustración es altamente probable si no obtenemos lo que buscamos; en cambio, gozar del desempeño personal en sí, brindará los frutos de manera natural.

A aquél hombre que el Diablo le dijo un consejo, le dio a entender más bien que la bondad debe surgir por una motivación externa, por interés, porque debe tener una recompensa; cuando el estímulo de actuar con bondad radica en el propio hecho de hacer el bien; es decir, con una motivación interna, un ímpetu que nos anima a hacer las cosas bien porque ese sólo hecho nos satisface, porque nos importa.

Mi ejemplo es el futbol, pero puede suceder en basquetbol, en beisbol, clavados, atletismo…y no sólo en deportes, en cualquier actividad en que nos desempeñemos, en nuestros actos diarios.

Lo que tú haces ¿te importa, o te interesa?

OPINIÓN

Periodismo Deportivo: más que difundir resultados, en esta labor autodidacta

Al término de los cuatro años de estudiar periodismo, asumimos contar con las herramientas básicas para iniciar en el desarrollo práctico de este que es  –permítanme el término- un ‘oficio en vía de profesionalización’. Gran error. Culminar los estudios es quizá el primero de muchísimos pasos en el ‘terreno de juego de la información’.

El Periodismo es un trabajo autodidacta. Los estudios permiten conocer los géneros periodísticos (nota, entrevista, crónica, color, reportaje, artículo, columna) y a su vez las preguntas que deben responder (¿qué? ¿quién? ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde? ¿por qué? y ¿para qué?). Es la base para darle una estructura a la información; pero, el trabajo periodístico consiste en saber cómo investigar las respuestas a estas preguntas y a su vez, difundirlas con objetividad, claridad y de forma oportuna.

La carrera brinda las herramientas técnicas para generar la información; sin embargo, no hay una capacitación para convertirse en un experto del contenido mismo.

Vidas paralelas: si de manera alterna, una persona estudia Medicina y otra Periodismo, en cuatro años uno será Médico General y el otro Periodista. El doctor continuará los estudios en una especialidad (Ortopedia, por ejemplo), mientras el periodista empezará a ejercer en alguna fuente específica (Deportes, por ejemplo). Al término de su especialidad, el médico podrá estudiar una subespecialidad (como ortopedia en rodilla), mientras el otro, a base de experiencia, se convertirá en especialista, quizá, en Deporte Amateur (o también llamado Olímpico).

Mientras el Médico tiene un desarrollo avalado por la academia, el Periodista basa su crecimiento profesional en el campo práctico. En el Periodismo quien escribe aprende tanto como desea e igualmente difunde tanto como puede comprender. No hay un aval escolar que determine sus capacidades para informar temas especializados, ni una exigencia de sus medios, por una mayor capacitación en su labor.

En su desempeño laboral, puede cometer errores informativos, algunos graves, en el prestigio del medio que representa, pero en especial de su propio nombre, pues al fin, la firma de periodista, es lo primero y más importante que tiene. Como periodista, tu nombre es tu propia marca.

En el caso del periodismo deportivo, en la fuente de deporte amateur o deporte olímpico, nadie le explica al periodista cuántas disciplinas comprende el atletismo; qué es envión y qué es arranque en levantamiento de pesas; cómo son las claves que se utilizan en clavados; el ippon o el yuko en judo; los aparatos que comprende la gimnasia artística varonil y su proceso para obtener calificaciones; las figuras destacadas nacionales e internacionales; la historia de cada deporte; los logros nacionales previos; la legislación deportiva; la metodología competitiva…muchos otros temas.

Es más: no existe un ‘proceso’ de clasificación para definir si un periodista cuenta con los conocimientos necesarios para cubrir unos Juegos Olímpicos; aun cuando la calidad de su cobertura tiene un alto impacto en cómo la sociedad asimila los resultados de los representantes de su país, o de los logros históricos de figuras internacionales.

El deporte es más que una fuente periodística de entretenimiento, más que la difusión de notas a granel que nos evaden de las realidades personales; más que la burda difusión de estadísticas o resultados, más que una ilación de historias aspiracionales. Como lo ha escrito el holandés Johan Hizinga en su libro Hommo Ludens, “el deporte es una representación lúdica de la lucha por la vida”.

El deporte, como el arte, son importantes complementos para la vida, para una existencia armoniosa y plena; difundir sus cualidades pide mayor responsabilidad.