Para escribir su historia no busca ganar una medalla. Su camino se ha trazado en el valor de la voluntad y es gracias a ella que la mexicana Pina Flores busca establecer el Récord Guinness como la persona que acumula más participaciones en Juegos Olímpicos al fungir de voluntaria; un trayecto que inició en los Juegos de México ‘68 y que culminará en París 2024.
“Yo estudié en la Escuela Nacional de Educación Física. Era muy estudiosa y así, por escalafón, a los mejores promedios nos pidieron que fuéramos voluntarios en los Juegos Olímpicos. No entendía muy bien qué íbamos a hacer, pero ahora puedo contar que Bob Beamon casi casi me despeinó cuando saltó porque ¡tuve la suerte de estar ahí!
“Ahora voy a hacer mis doceavos Juegos Olímpicos como voluntaria. Soy muy afortunada de que me eligieran y me hace más feliz por que los Juegos regresan después de 100 años a Francia, donde nació el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Olímpicos Modernos y porque mis abuelos nacieron allá”, comentó Pina.
Aquella jovencita vivió su primer voluntariado olímpico y atestiguó no solo el Récord Mundial que Bob Beamon rompió en Salto de Longitud (8.90 metros), también vio el icónico ‘Black Power’ en el podio de los 200m con los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, más el australiano Peter Norman, en protesta contra las diferencias étnicas y cuya historia puedes conocer aquí); o al icónico John Stephen Akwari, último lugar en el maratón de México ’68.
Si eso era “poco”, dos años después, para graduarse como Maestra en Educación Física, hizo voluntariado en la Copa del Mundo de la FIFA México ’70. “Mi generación fue muy linda, nos tocaron momentos históricos para el mundo y de hecho mi anillo de graduación tiene grabado por un lado los aros olímpicos y al otro lado la Copa Jules Rimet. Somos privilegiados los de esa generación que estuvimos en los dos eventos deportivos más importantes que existen”, comparte Pina.
Tras esa experiencia futbolística, guardó sus recuerdos olímpicos y mundialistas y viajó a Alemania, para iniciar una maestría, pero a su salón escolar tocaría de nueva cuenta la atmósfera de los Juegos.
“Estaba en clase y entró alguien diciendo: “Necesitamos personas de habla materna española” y éramos solamente una salvadoreña y yo. Levantamos la mano y resultó que ¡nos querían como voluntarias en los Juegos Olímpicos de Munich ‘72! Me la pasé en la Villa Olímpica. Fueron momentos tan hermosos, que allí mismo me prometí ir a todos los Juegos Olímpicos posibles como voluntaria”.
Esa promesa a sí misma no era tan fácil de lograr. El Comité Organizador de cada edición de los Juegos hace una convocatoria y elige a quienes cuentan con cualidades para apoyar en labores, sin horario fijo y sin sueldo.
Base de los Juegos
El voluntariado es parte esencial operativa de los Olímpicos. Sin ellos, el evento no se realizaría, pues asisten a: atletas, visitantes, Direcciones Técnicas de cada deporte, federativos, funcionarios o reporteros…sin recibir sueldo. Si son seleccionados para colaborar en los Juegos, pagan su traslado aéreo y su estancia.
Pina se convenció de que, si lograba pasar los filtros, ahorraría por cuatro años para cubrir sus gastos. Así ha conocido: Seúl, Barcelona, Atlanta, Sidney, Atenas, Beijing, Londres y Río de Janeiro, siguiendo la estela del olimpismo.
“Yo trabajaba cuatro años: dos años ahorraba para el avión y los otros dos para pagar mi hospedaje por 21 días y al país que voy, por cuatro años estudio el idioma: ya aprendí griego, ya se hablar francés, inglés, alemán, chino…sí estudié japonés, pero por la pandemia no dejaron ingresar voluntarios extranjeros a los Juegos de Tokio 2020…¡pero lo bueno es que ya hablo nueve idiomas!”.
Pina solo “faltó” a los Juegos de Montreal 1976 y a Los Ángeles 1984 “porque estaba estudiando y no tenía dinero para el avión y el hospedaje, pero la verdad ser voluntaria es mi vida”, agregó la mexicana.
Locuras de idioma y confección
Muchas son las anécdotas en 12 experiencias olímpicas, pero entre las más surrealistas e hilarantes Pina conserva dos:
“Una vez, en Grecia, me tocó ir al aeropuerto por los presidentes de federaciones internacionales y me dicen: “tienes que ir por el señor tal, del deporte tal” y tenía un apellido como alemán, así que lo recibí, lo saludé en alemán y trabajé como su asistente personal.
“Un día me dice: “Tengo dos boletos porque van a develar un póster de Queta Basilio, que fue la primera mujer del mundo que encendió un pebetero olímpico, ¿me quieres acompañar?”. Le dije que si “…pero, oiga: qué raro que lo inviten a usted a ese evento, si usted no es de México” y me contestó: “¡Pero si yo sí soy mexicano!” Y le contesté “¿¡Pues qué no me ve el nopal en la cabeza!?” ¡Ya llevábamos tres días hablando los dos en alemán y los dos somos mexicanos!”, recuerda.
Pero esa eventualidad fue solo el preludio de otro episodio: “Para ir al evento de Queta Basilio me dijo: “¿No sabes quién le pueda subir el dobladillo a este pantalón?” Y pues yo con toda la amabilidad posible le dije: “Ah no te preocupes, yo se lo subo”. Me da su pantalón y cuando le voy pasando la tijera, pues resulta que ¡le corté toda la otra pierna! ¡No! ¡Eso ya no tenía remedio!…y cuando vi la marca: ¡Hugo Boss! Pues ahí voy a buscar a las tiendas de Atenas ese pantalón y me acuerdo bien que era talla 34 porque en la tienda solo había 32 y pues le tuve que llevar ese…claro que allí mismo ya le arreglaron el dobladillo. Se lo di, se lo puso y me dice “oye yo creo que engordé, porque me quedaba bien el pantalón y ahora me aprieta”, y solo le dije: “si yo creo que la comida de Grecia es muy grasosa”, porque ni cómo contarle toda la historia”, agrega entre risas.
El voluntariado olímpico que comenzó como requisito escolar en México ’68 vio el último capítulo de la vida de Pina en París 2024. “Es algo muy noble, que me gusta hacerlo. Es una felicidad incalculable. Es una cosa que te debe de salir del corazón, porque eso de que no te paguen y que a las 2:00am termines una jornada, apoyar y dar lo mejor de ti siempre es algo para lo que tienes que tener una vocación enorme”, agregó Flores, quien además ha ido a siete Copas del Mundo de la FIFA y seis Juegos Panamericanos, bajo la misma función.
Por el Guinness
Después de participar en París 2024, Pina busca registrar su historia en el Récord Guinness como la persona con más participaciones en el voluntariado de los Juegos Olímpicos, pues sus 12 ediciones sumando esfuerzos para apoyar el desarrollo de la justa, nadie en el mundo las iguala.
“Tengo entendido que hay que demostrar pruebas de tu voluntariado y además hacer un registro. Yo tengo todas tus mis acreditaciones, son como mi tesoro. Luego haces la solicitud y tengo entendido que tiene un costo como de 200 mil pesos. Quisiera pedir un donativo para que me apoyen y cooperen a que pueda lograrlo y hacer a todos parte de este Récord”, agregó la más experimentada voluntaria olímpica del mundo.
Mientras ellos ya tienen un lugar en la historia deportiva de México, hoy son sus hijos quienes buscan escribir sus propios capítulos; quizás en otras disciplinas y mediante otros caminos, pero algunos «hijos»retoños» de deportistas mexicanos enfrentan sus propios retos por ganarse su propia gloria. Aquí los nombres de diez destacados mexicanos ahora fans de pequeños que de una u otra forma siguen sus pasos.
Saúl ‘Canelo’ Álvarez
En el boxeo ha brillado por más de 10 años el jalisciense Saúl ‘Canelo’ Álvarez, Campeón Mundial unificado en la División de los Supermedianos, hasta convertirse en un referente mundial del deporte de los puños.
Aunque su hija Emily Cinammon se interesó en el deporte, no perfiló por calzarse los guantes, sino por montar caballo. Emily tiene grande grandes cualidades en el deporte ecuestre.
LEGADO. Tal como ‘Canelo’ su hija heredó la pasión por los caballos y eligió el salto ecuestre para desarrollar sus cualidades deportivas.
Si bien, a su padre le gusta coleccionar caballos de alta estirpe, ella encontró allí el primer encuentro para dedicarse a un deporte nuevo en la familia y su mamá la inscribió a clases de equinoterapia; así comenzó su desarrollo en la disciplina de salto, en la que ha representado a México en concursos juveniles en Estados Unidos.
Erick ‘Terrible’ Morales
Mientras el tijuanense Erick ‘Terrible’ Morales conquistó al mundo desde el ring y es el primer púgil mexicano que alcanza títulos mundiales en cuatro distintas divisiones, hoy su hijo ‘Terriblito’ ha firmado con las fuerzas básicas de Xolos de Tijuana y estará en la División Sub18.
El linaje de Erick Jr. en el deporte es basto. Su abuelo materno, Benjamín Mora, fue uno de los más grandes promotores de la lucha libre y posicionó este deporte en Tijuana, Baja California y su abuela materna, Antonieta Mendívil fue parte de la Selección Nacional de Voleibol Femenil que jugó en los Olímpicos de México 1968.
Su abuelo paterno, José Morales, el famoso ‘Olivareros’, fue el histórico entrenador de boxeo que llevó al éxito al ‘Terrible’ Morales; mientras la mamá del joven futbolista, Andrea, también fue seleccionada nacional de voleibol.
Julio César Chávez
El ‘César del Boxeo’, una de las grandes leyendas del pugilismo mundial, dejó una estela en ascenso a los tres escalones del ring para sus hijos Omar y Julio César Jr.
Mientras el segundo hijo de la leyenda, Omar comenzó su carrera profesional a los 16 años de edad (2006) y en el camino ganó el Título Intercontinental Ligero Juvenil del Consejo Mundial de Boxeo (septiembre del 2011). Su última pelea fue en diciembre del 2023, cuando superó por KO al veterano Javier Carrera, en pelea estelar de Culiacán, Sinaloa.
Por su parte ‘Julito’ fue el último rival mexicano que enfrentó Saúl ‘Canelo’ Álvarez, batalla que causó una gran expectativa en 2017, cuando salió con el puño en alto el jalisciense.
Desafortunadamente el Jr. ha pasó por complejos momentos a causa de las adicciones, declaraciones en contra de su padre y al pasar unos días bajo arresto en Estados Unidos, por posesión ilegal de un arma de alto calibre.
Jorge Campos
Mientras el famoso ‘Brody’ brilló por su fluorescente vestimenta y su calidad, enmarcado en las porterías del futbol, su hija Andrea le “rompió el corazón” al ex portero tras confesarle que no estaba tan interesada en el futbol, como en el voleibol, según compartió la jugadora al Chicago Tribune.
En 2017, Andrea Campos apoyó a su equipo a conquistar el título de la Southern Section de División 7 de la CIF , primera vez que la Archer School of Girls logró ese campeonato.
En herencia comparten dos características: quizá ambos no son tan altos, pero ambos tienen una gran elasticidad y capacidad para saltar más alto que el promedio.
Aun cuando es un deporte muy distinto al que Campos practicaba, continuamente aconseja a su hija, la apoya en busca de su sueño y asiste a los encuentros de Andrea…aun cuando eso implique que a veces se robe la atención por el deseo de algunos fans que quieren una selfie.
Hoy, Andrea juega para los Wildcats de Villanova University.
Alejandro Cardenas y Romary Rifka
Alejandro Cárdenas fue famoso a finales de los 90 y principios del Siglo XXI por destacar en pruebas atléticas en las que México no figuraba; mientras nuestro país tenía grandes representantes en pruebas de fondo y medio fondo o en marcha atlética, el sonorense brilló en la prueba de velocidad de 400m y fue la primera persona del país que ganó una medalla mundial en la vuelta a la pista (bronce en los Campeonatos Mundiales de Sevilla 1999).
Cárdenas Robles se casó con la saltador Romary Rifka, única mujer de México que ganó un título continental en el salto de altura de unos Juegos Panamericanos (oro en Río de Janeiro, Brasil, en 2007).
La pareja tuvo dos hijos: Romary y Alejandro, quienes tomaron su propio camino en el deporte: ella juega tenis; mientras el pequeño Alejandro (de 1.93m de estatura) se perfiló por hacer atletismo en la misma prueba que su padre: 400m.
“Una vez mi hijo me dijo: “papá: me gustó sentir la adrenalina, esa emoción de competir, ¿tu crees que yo pueda entrenar?” Así comenzó a entrenar y poco después tuve que entrar yo como su entrenador. Está muy contento, le ha ido bien en los Juegos Nacionales Conade y vamos llevándolo poco a poco (…) desde que conocí a Romary pensaba que la genética de ambos sería muy buena, pero esto es de tiempo de tenerles paciencia porque no por tener papás deportistas ellos tienen que lograr lo mismo que uno, sino que logren lo que les apasiona y gusta y tengan sueños propios”, expresó el ex velocista.
Ivar Sisniega
Antes de ser el 2º dirigente de la Conade, cargo que ocupó durante el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000), Ivar fue pentatleta y compitió por México en tres ediciones de Juegos Olímpicos; su mejor resultado lo logró en la edición de Los Ángeles 1984, donde terminó en 5º sitio.
Después de dirigir la Conade, fue presidente de Chivas, con Jorge Vergara como dueño del ‘Rebaño Sagrado’; en su etapa, el club jalisciense levantó el título del Torneo Apertura 2006.
Hoy, Sisniega Campbell es el presidente ejecutivo de la Federación Mexicana de Futbol.
El hijo de Ivar, Pablo Sisneiga Fink es portero de futbol y ha jugado en la Major League Soccer (Estados Unidos). Debutó con Los Ángeles FC en 2019, su último equipo en este circuito fue el Charlotte Football Club y por ahora es agente libre.
Sisniega Fink, de 28 años de edad, ha externado su deseo de llegar a la Selección Nacional.
Carlos Mercenario
De entre los casos de herencia deportiva, destaca Carlos Mercenario, el ex marchistas que logró la única medalla para México en los Juegos Olímpicos de Barcenloa 1992, al ganar plata en la extinta prueba de 50km de caminata y quien dejó el deporte como herencia a su hijo Carlos Mercenario Jr.
Dos veces Campeón de la Copa del Mundo de Marcha Atlética (en 20km en Nueva York 1987 y en 50km en San José en 1991) el mexiquense ha entrenado con su hijo para apoyarle a escribir su propia historia; hasta ahora, el joven Mercenario ha sido Subcampeón Panamericano Sub20 (Costa Rica 2019) y 9º en los Campeonatos Mundiales de Atletismo Sub18 de Nairobi, Kenia, en 2017 y busca representar a México en eventos del ciclo olímpico, tal como hizo su padre.
Madaí Pérez
Aún dueña del Récord Mexicano de Maratón (2:22.59, Chicago 2006), la taxcalteca Madaí Pérez es uno de los referentes del atletismo de fondo del país: fue 7ª en el 42k de los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Moscú 2013 y Subcampeona Panamericana de esta prueba en Guadalajara 2011, además de subir al podio con la medalla de bronce en el major por excelencia: el Maratón de Boston del 2007 (2:30.16).
Hoy Pérez Carrillo es Directora del Instituto del Deporte de Tlaxcala y ve a su hija Kenia Cuahutle Pérez seguir sus pasos, pues ya compite en las pruebas de medio fondo del atletismo en los Juegos Nacionales CONADE, con el apoyo de su entrenador y padre Odilón Cuahutle, quien también fue seleccionado nacional y representó a México en eventos como los Campeonatos Mundiales de Medio Maratón.
Isaac ‘Tortas’ Bustos
En el gremio de los boxeadores, Isaac Bustos, quien contra todos los pronósticos, en diciembre del 2004 se convirtió en Campeón Mundial paja del Consejo Mundial de Boxeo, al derrotar por KO al tailandés Den Junlaphan.
‘El Tortas’ heredó el gusto por el deporte de los puños a su hijo Isaac Bustos Jr., quien a sus 24 años de edad ya ha participado en funciones profesionales; como amateur dejó un récord de 53 victorias con solo 3 derrotas. Padre e hijo trabajan juntos para ver una nueva generación de la familia Bustos escribir capítulos sobre el ring.
Las escenas de: un príncipe austriaco con traje de charro en competencia; el perdedor más grande del deporte olímpico invernal, dos mujeres rompiendo añejas reglas; una madre y ama de casa en el podio; o un militar que murió sin saber si fue asesinato o suicidio, son algunas de las historias que se entremezclan con los pulsos del Comité Olímpico Mexicano (COM).
En sus primeros 100 años de existencia, conozcamos curiosidades de su historia y la importancia de París, Francia en el desarrollo del deporte olímpico mexicano.
EL PRELUDIO
Aun antes de que existiera el Comité Olímpico Mexicano, nuestro país ya tenía una historia olímpica por contar.
Paris 1900 fue la primera participación de México en unos Juegos Olímpicos con tres hermanos que además fueron los primeros mexicanos en un podio de los Juegos. Los hermanos Pablo, Manuel y Eustaquio Escandón y Barrios, con el estadounidense William Wright, ganaron bronce en el polo hípico.
Porfirio Díaz era aun presidente de México cuando los hermanos Escandón y Barrios compitieron en los Olímpicos. Eran hijo del empresario Antonio Escandón (quien, por cierto, regaló a la CDMX el monumento a Cristobal Colón que se encontraba en Av. Paseo de la Reforma) un importante accionista en la industria ferrocarrilera que impulsó con gran interés el entonces presidente de México.
En la historia del deporte olímpico mexicano no se contempla este bronce, pues participó un jinete estadounidense y se determinó este logro como ‘medalla mixta’.
Pero después de los hermanos Escandón, hubo una participación mexicana de la que muy poco se sabe, pero que contrasta profundamente con la primera: mientras los Escandón procedían de las esferas socioeconómicas más altas y privilegiadas de México, la segunda Delegación Olímpica Mexicana procedió de una comunidad indígena del norte del país.
En los Juegos de San Luis 1904 se alternaron los Olímpicos con un evento llamado ‘Días Antropológicos’. En ellos por primera vez México compitió en impulso de bala con cuatro representantes de la tribu Cucapah, una comunidad que radica tanto en la zona norte de Baja California y hasta el sur de Arizona.
En aquella edición compitieron, representado a México: el Jefe Pueblo Colorado, Jerry, John Roy y Chizi; quienes compitieron contra atletas de pueblos originarios de otros países; sin embargo, el Comité Organizador determinó ese y otros 11 eventos distintos del impulso de bala como competencias que no ofrecían medalla. Solo la competencia que se hizo casi dos semanas después fue contemplada como el evento oficial que si concedió preseas y donde sólo contendieron siete estadounidenses y un griego. A pesar de ello, México sí tuvo una segunda participación en el entorno olímpico, antes de crear su propio Comité Olímpico Nacional.
LOS INICIOS
En el amanecer del Siglo XX el Comité Olímpico Internacional cumplía 30 años de existencia (se fundó el 23 de junio de 1894) y pocos países, casi todos europeos, hacían quórum para contender en los Juegos.
La situación fue un pretexto para el Barón Pierre de Coubertin -fundador de los Olímpicos Modernos- para enviar a su amigo, Henri de Baillet-Latour, aristócrata belga y vicepresidente del COI, a una gira diplomática y estratégica por América Latina.
El 16 de febrero de 1923 Baillet-Latour llegó a México, acompañado por Miguel Beistegui, embajador de nuestro país en Bélgica, con dos motivos: extenderle al país una invitación oficial para competir en los Juegos Olímpicos de Paris 1924 y difundir el movimiento olímpico al hacer justas multideportivas regionales.
El 23 de abril de 1923 se creó la Sociedad Olímpica Mexicana de la que el poblano y destacado empresario zapatero Carlos B. Zetina fue el primer dirigente y el General Tirso Hernández el segundo al mando.
Los dirigentes del primer antecedente del Comité Olímpico Mexicano se comprometieron a que en 1926 realizarían la primera edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la Ciudad de México con Cuba, Guatemala y el anfitrión del evento en contienda presente. Esta es la justa olímpica regional más antigua del mundo y en 2023, la ciudad de San Salvador, en El Salvador, recibirá la edición 24 del evento.
PARÍS 1924
Así como en 1900 París fue la primera sede olímpica que vio la participación de México (y su primer ascenso al podio de los Juegos), en 1924 de nueva cuenta la Ciudad Luz vería el regreso de México a la magna justa de verano, para no ausentarse nunca más, pues desde París 1924 hasta Tokio 2020 el país ha estado siempre presente en estos Juegos.
Desde los hermanos Escandón, hasta la edición de la capital nipona de Tokio 2020, nuestro país ha visto a mil 792 atletas competir en unos Juegos; pero, después de tocar un escenario olímpico ¿cuál es el destino? De esto nos habló el único medallista olímpico mexicano de lucha Daniel Aceves, quien ganó medalla de plata en lucha grecorromana de Los Ángeles 1984.
Medallas olímpicas ha ganado México entre Paris 1924 y Tokio 2020
UN PREMIO AL COM
En 1962, cuando José de Jesús Clark Flores ejercía su segunda dirigencia (no continua), en el Comité Olímpico Mexicano, este organismo recibió el Trofeo Conte Alberto Bonacossa, un reconocimiento concedido desde 1954 por el Comité Olímpico de Italia, en honor al Conde Alberto Bonacossa, quien fue miembro del Comité Olímpico Internacional.
El premio se le concedía al Comité Olímpico Nacional que rindiera más esfuerzos en beneficio del Movimiento Olímpico. La última vez que se entregó fue en 1974.
Venezuela (1959), México (1952) y Ecuador (1967) fueron los únicos organismos latinoamericanos que fueron galardonados con este trofeo.
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Mexicanos han competido en alguna disciplina del atletismo en Juegos Olímpicos; el gremio Olímpico más grande para el país
MÉXICO COMO SEDE
Un año después de recibir este reconocimiento, José de Jesús Clark Flores impulsó la idea de ver a la Ciudad de México como la primera capital latinoamericana sede de unos Juegos Olímpicos. Con el apoyo del presidente Adolfo López Mateos, se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto presidencial para autorizar al Departamento del entonces Distrito Federal y a la Secretaría de Educación Pública a gestionar la candidatura que se ganó el 12 de octubre de 1963, para recibir la XIX Olimpiada en 1968.
México no solo fue la 1ª sede olímpica latinoamericana, fue además la primera del mundo con una altitud a más de dos mil metros sobre el nivel del mar; situación que continuamente reprocharon los delegados de países europeos, pues ese factor resultó en condiciones difíciles para las pruebas de resistencia (como el maratón), pero a la vez fue una característica idónea para las disciplinas anaeróbicas (como las pruebas de velocidad o las pesas).
La justa se realizó en el sexenio siguiente bajo la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz y entre condiciones socio políticas de altos contrastes entre capitalismo y socialismo, grupos estudiantiles y autoridad; esta tensión decantó en ver, diez días antes de la inauguración de los Olímpicos, la matanza de integrantes del Movimiento Estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, al norte de la Ciudad de México.
Pese a beneficios y adversidades, México 1968 es recordado por ser una de las ediciones más innovadoras de todos los tiempos y la última en donde reinó un espíritu de hermandad y pacifismo, pues a la siguiente edición, en Munich 72, se dio el ataque terrorista a la Delegación de Israel.
De entre las historias extraordinarias que nacieron en México 68, destaca dos: la protagonizada por el último hombre en cruzar el maratón olímpico:
En los más de 100 años de historia olímpica mexicana, nadie ha podido igualar lo hecho por el jinete chihuahuense Humberto Mariles (1913-1972) quien es hasta ahora el mexicano más exitoso en Juegos Olímpicos, pues ganó dos medallas de oro y una de bronce en una misma edición de los Juegos: Londres 1948; dos de ellos con su eterno y querido compañero ‘Arete’; aquí la historia del binomio más glorioso y malquerido del deporte mexicano:
Medallas ha ganado México en deportes de conjunto: bronce de basquetbol en Berlín 1936, oro de futbol en Londres 2012 y bronce de futbol en Tokio 2020.
Pero después de Mariles, en cantidad de medallas totales, sin importar el color, el líder es el clavadista capitalino Joaquín Capilla (1928-2010), quien ganó cuatro medallas, una de ellas de oro.
Mientras la mujer más exitosa del país es la taekwondoín sinaloense Maria del Rosario Espinoza, con tres preseas que ganó de forma consecutiva, una de cada color: conquistó oro en Beijing 2008, bronce en Londres 2012 y plata en sus últimos Juegos Olímpicos, los de Rio 2016.
LA MUJER MEXICANA
La primera como referente en la historia del deporte olímpico es la esgrimista Eugenia Escudero (1914-2011), quien fue la primera mujer del mundo en portar la Bandera Nacional en la ceremonia de inauguración de unos Juegos Olímpicos, durante la décima edición de Los Ángeles 1932.
De 73 atletas mexicanos que compitieron en esos Juegos, solo dos eran mujeres, una de ellas fue la lanzadora María Uribe Jasso y la otra Eugenia Escudero, cuyo padre fue maestro de armas del Colegio Militar y uno de los impulsores de este deporte de combate en México.
Eugenia tenía 17 años cuando abanderó a la Delegación Olímpica Mexicana de 1932 y días después participó en las clasificatorias y fue eliminada en la 1ª ronda del florete, para ser la primera mujer de México en la esgrima olímpica.
Otra fue la famosa velocista Enriqueta Basilio, 1ª mujer del mundo en encender un pebetero olímpico, durante los Juegos de México 1968. Aunque su carrera deportiva no fue tan destacada, Basilio y su buena condición para subir los 93 escalones hasta el pebetero del Estadio Olímpico Universitario, la pusieron en el reflector social y aprovechó la posición para darle un mejor lugar al deporte, a la mujer y al Movimiento Olímpico.
Otra importante mexicana fue esposa, madre y ama de casa; después de cumplir con los compromisos sociales de la época se convirtió en la primera mujer de México que ganó una medalla olímpica; ella es Pilar Roldán y esta es su historia:
De los momentos históricos para las mujeres mexicanas en unos Juegos Olímpicos destaca el logro de Aída Román y Mariana Avitia, pues en Londres 2012 no solo le dieron a México sus primeras medallas olímpicas en tiro con arco; además fueron las primeras mujeres del país que ascendieron a un mismo podio juntas.
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Medallas para México se han ganado en clavados; 13 en boxeo y 11 en atletismo y en este último deporte, Raúl González es la única persona de México que ha ganado dos medallas en una misma edición: oro en 50km y plata en 20km en Los Ángeles 1984.
HISTORIA EN HIELO
La nieve podrá derritirse, pero la historia escrita en ella permanece y para México también cuentan los capítulos escritos entre el frío.
México tuvo su primera incursión en Juegos Olímpicos de Invierno en St. Mortiz 1928 con un equipo de bobsleigh conformado por: Lorenzo Elízaga, Mario Casas, Genaro Díaz, José Díaz e Ignacio de Landa. Ellos lograron mejor participación del país en esta versión de los Juegos, hasta hoy en día, al terminar en el sitio 11 de 22 equipos.
Fue a mediados de los 80 cuando un príncipe austriaco llevó en manos la Bandera de México para competir en el esquí alpino: Hubertus von Hohenlohe (1959-), hijo del Principe Alonso von Hohenlohe y la Princesa Ira von Fürstenberg, quien rerpresentó a nuestro país en seis ediciones Olímpicas de Invierno: Sarajevo 1984, Calgary 1988, Albertville 1992, Lilehammer 1994, Vancouver 2010 y Sochi 2014.
Hubertus nunca ganó una medalla, pero siempre lució por sus trajes de competencia únicos, con la representación de México en ellos. Fundó la Federación Mexicana de Esquí, fue presidente del organismo y aún después de retirarse, se encargó de diseñar y manufacturar el uniforme de las Delegaciones Mexicanas que compitieron en Pyeongchan 2018 y Beijing 2022, además de mantenerse como un mentor para las nueva generaciones de alpinistas mexicanos.
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Apariciones ha tenido México en Juegos Olímpicos de Invierno, participando en seis deportes: esquí alpino, bobsleigh, cross-country, patinaje artístico, skeleton y esquí en estilo libre
En la edición de Calgary 1988 no solo compitió Hubertus, además en esos Juegos debutó la primer mujer mexicana: la jalisciense Diana Encinas, quien compitió en el patinaje artístico.
Entre las historias curiosas, en aquellos Olímpicos canadienses, en una camioneta sin calefacción llegaron también a Calgary los hermanos jaliscienses Roberto, Jorge, José y Luis Tamés Perea para competir en bobsleigh, en trineo para dos personas; procedentes de un país sin infraestructura de entrenamiento, las duplas terminaron en los sitios 36 y 37 de 41 participantes.
Hasta el día de hoy, Luis ‘El Cuaz’ Carrasco es el único atleta de México que ha clasificado a uno de los eventos más arriesgados y con una de las clasificaciones olímpicas más complicadas: el skeleton. ‘El Cuaz’ compitió en los Juegos de Salt Lake City en 2002 y se mantiene activo en la práctica de deportes como las disciplinas ecuestres.
En la historia más reciente, dos mexicanos acapararon el escenario en los Olímpicos de Invierno. El primero fue el queretano Germán Madrazo, quien con sus propios medios se sumó a un exótico equipo de países con poca o nada de nieve: el venezolano Yonathan Fernández, el tongano Pita Taufatufoa y el mexicano Madrazo.
Para ninguno fue fácil llegar con sus propios recursos, pero juntos compitieron en Pyeongchang 2018.
Después de meses de preparación y competencias continuas, para Germán -que entonces tenía 43 años de edad y pocos años de aprender a esquiar- fue especialmente complejo competir en los 15km del esquí nórdico olímpico y llegó en último sitio de 112 competidores; sin embargo, sus compañeros de equipo Pita y Yonathan, más esquiadores de otros países sin nieve, lo recibieron como su hubiese ganado una presea: la de sus propios reto y adversidades.
Cuatro años después tocó turno a Donovan Carrillo, el jalisciense que rompió con una sequía de 30 años sin ver a un mexicano en el patinaje artístico olímpico y quien en los Juegos de Beijing 2022 se convirtió en el primer mexicano en clasificar al programa largo de la justa.
Con el apoyo del entrenador Gregorio Núñez, Donovan no solo demostró que, pese a entrenar en una pista recreativa sin las dimensiones oficiales y pese a no contar con un amplio equipo de patinadores competitivos en eventos internacionales, él podría contender ante los mejores del mundo y ante el nivel de exigencia de los jueces.
Donovan, quien además fue abanderado de la Delegación mexicana, fue el único patinador que presentó programas con acompañamiento que no emergiera de la música clásica y, por medio de su ejecución, portó el orgullo latinoamericano sobre el hielo.
Estos y muchos más pasos son los que México ha dado en las atmósferas olímpicas. Hoy en su primer centenario, el COM es dirigido por primera vez por una mujer: la ex clavadista y medallista mundial Marijose Alcalá, quien en el verano de este 2023 verá su primer reto en un escenario deportivo, tanto en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, como en los Juegos Panamericanos De Santiago de Chile; además de preparar las logísticas de la Delegación Olímpica Mexicana que competirá en los Juegos de Paris 2024 y entre ello, lidiar con los conflictos que algunas Federaciones Deportivas Mexicanas (Ciclismo, Atletismo, Deportes Acuáticos, Tiro con Arco) tienen con sus respectivas Federaciones Mundiales, las diferencias con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte o la creación de estrategias para la captación de recursos.
Pese a estos u otros obstáculos en el camino, más y más nombres seguirán sumando sus historias a los pulsos del Movimiento Olímpico Mexicano, para inspirar, alentar y llenar de energía a un México cada día más escéptico pero también más ávido de figuras que iluminen los caminos hacia nuevos retos por conquistar.
El debut de México en la Copa del Mundo Qatar 2022 será ante Polonia, un conjunto que en solo nueve participaciones ha alcanzado el tercer puesto en dos ediciones: Alemania 1974 y España 1982, pero años antes de hacer brillar su fútbol, compartieron el fulgor de su metodología deportiva para que México también viviera sus propios destellos en escenarios olímpicos y mundiales y al menos ocho especialistas en ciencias del deporte viajaron desde su natal Polonia hasta el otro lado del mundo a entrenar a chicos desconocidos para ellos y también para México…pero con su apoyo, dedicación y paciencia, sus nombres entrarían a la lista de las figuras imborrables en la historia nacional.
En los Juegos Olímpicos de México 1968 surgieron los primeros capítulos de éxito en la relación deportiva de México y Polonia. El boxeo mexicano ganó cuatro preseas, dos de ellas los oros de Ricardo Delgado y Antonio Roldán, con los dos bronces de Agustin Zaragoza y Joaquín Rocha; los cuatro pugilistas hicieron historia bajo las instrucciones de los entrenadores polacos Casimiro Mazek y Enrique Nowara (quien estuvo en México hasta 1971 y enfiló parte del rumbo amateur del boxeador Alfonso Zamora, que en los Juegos de Munich 1972 fue el único mexicano que ascendió al podio olímpico, con una presea de plata).
Durante los Juegos de México 1968 hubo un resultado histórico: el mundo vio por primera vez a una mujer mexicana en un podio olímpico: la esposa, madre y floretista Campeona Panamericana Pilar Roldán se colgó la única medalla olímpica que ha ganado la esgrima nacional y en la etapa más importante de su preparación hacia ese podio, Pilar trabajo en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano con el apoyo del técnico Jerzy Buczak, quien no encontró limitantes alguna en nación, género o maternidad y trabajó duro con la mexicana hasta verla cumplir la meta que deseaba desde Tokio 64, aquí los detalles de su increíble historia.
En esos Juegos de 1968 el país local ganó su primera medalla olímpica en marcha atlética: el Sargento José Pedraza se colgó la plata en los 20km marcha, con la ayuda del entrenador polaco Jerzey Hausleber (con quien comenzó a trabajar en el verano de 1966) un técnico que en más de 35 años de esfuerzo directo con los atletas, contribuyó a que México colectara casi 120 preseas en Juegos Centrocaribeños, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos o Campeonatos Mundiales de Atletismo, además de romper en 15 ocasiones los récords mundiales de distintas distancias de la caminata atlética. Hausleber Roszezewska fue el técnico que innovó con los entrenamientos en alturas superiores a los 4 mil metros sobre el nivel del mar y con su metodología se volvió artífice de leyendas como: Daniel Bautista, Ernesto Canto, Carlos Mercenario, Bernardo Segura, Noé Hernández o Joel Sánchez; todos ellos medallistas olímpicos de marcha atlética y por ello recibió el premio a la ‘Orden Mexicana del Águila Azteca’, que se concede a extranjeros que ofrecieron su esfuerzo para el desarrollo nacional, después se naturalizó mexicano y ganó además el Premio Nació al de Deportes.
Junto con Hausleber, llegó también a México en 1966 el entrenador Stanislaw Poburka para entrenar al equipo olímpico de voleibol varonil que no logró ganar ningún encuentro en el torneo de los Juegos de 1968, pero que contribuyó a sembrar la semilla que hizo crecer el deporte hasta tener talentos de exportación hacia Europa (como: José Luis Martell, Tomás Aguilera o Pedro Rangel). A sus 92 años de edad, Pobruka reside en Polonia.
Pero otro de los talentos polacos que llegó a México y se quedó aquí hasta su último aliento fue Tadeusz Kepka. Ambos, Hausleber y Kepka arribaron al país tras un contrato emitido por José de Jesús Clark Flores, entonces vicepresidente del Comité Olímpico Mexicano y en el caso de Kepka, su labor se enfocó en pruebas de fondo. Tadeusz -que hablaba fluido inglés, francés ruso, español y hasta latín- comenzó el arduo trabajo con una generación en la que estuvo el destacado Juan Máximo Martínez (qepd), único mexicano que se ubica en 4º sitio en dos distintas pruebas de unos mismos Juegos Olímpicos: en México 68 se quedó a un paso de las medallas tanto en 5,000m, como en 10,000m; con el también entrenó el medallista panamericano Mario ‘El Sope’ Pérez quien hizo los orígenes de la pista que lleva su apodo en la 2ª Sección de Chapultepec y aquí está la historia de este sitio y su creador.
Después, Kepka desarrolló el talento de Rodolfo Gómez, quien ganó maratones como Tokio o Atenas, fue dos veces 2º en el Maratón de Nueva York y también corrió el 42k en dos ediciones olímpicas: 1976 y 1980. Más tarde el mismo Rodolfo se volvería un destacado entrenador. Pronto llegó a manos de Kepka el talento de Arturo Barrios, el único mexicano que ha roto un récord mundial en pruebas de fondo (10,000m 27.08.23, Berlín 1989) y fue el primer hombre del mundo que hizo un 21k en menos de una hora. Con sus conocimientos, sus interminables cuadernos con estadísticas y su extraordinaria memoria, Tadeusz contribuyó a ver Subcampeón Mundial de maratón a Dionicio Ceron y también guió el trabajo que acumuló en sus piernas el veracruzano Germán Silva, dos veces ganador del Maratón de Nueva York y finalista olímpico del 42k en Atlanta 1996. Además se encargó de dirigir la preparación física de árbitros de fútbol mexicano. Antes de su último aliento, recibió a su último alumno destacado: el multimedallista panamericano y doble finalista olímpico Juan Luis Barrios.
A principios de la década de los 80 regresó a México con contrato en mano Andrzej Piotrowski (quien había venido a la capital del país en los Juegos de México 68 como parte del equipo polaco) y tendría por labor desarrollar los talentos en velocidad; entre otros, guió a Mayra González (400m), Óscar Juanz (400m vallas) y al sonorense Alejandro Cardenas quien practicaba la prueba combinada de decatlón y en 1999 se convirtió en la primera persona de México que ganó una medalla mundial en pruebas atléticas de velocidad: 400m y subió al podio con el bronce, al lado de la leyenda de las pistas, el estadounidense Michael Johnson. Hausleber, Kepka y Piotrowski estudiaron juntos en la Academia de Educación Física de su natal Varsovia. Antes de llegar a México Piotrowski entrenó a Irena Szewinska, Campeona Olímpica en México 68 en 200m y quien poseyó los récords mundiales de 100m, 200m, 400m y 4x100m.
Antes de ser entrenador, Piotrowski buscaba incursionar como actor en su natal Varsovia, pero migró a la Ciudad de México a desarrollar talentos deportivos. Hoy es el único de todos ellos que sigue viviendo en México.
La última en migrar de Polonia a México fue Wanda Panfil, considerada la mejor corredora de fondo del país, quien ganó majors como Nueva York o Londres, ademas de ser Campeona Mundial de Maratón en 1991 y fue así la primera y hasta hoy única Campeona Mundial del 42k nacida en Polonia. Wanda es la única de los ocho técnicos que aún se mantiene activa como entrenadora y apoya a distintos atletas como Vianey de la Rosa, olímpica en Río 2016.
Polonia, con el intelecto, la dedicación, la exigencia y, en casi todos los casos, con el ácido humor de sus técnicos, llevó a la gloria a atletas mexicanos que pusieron también intelecto, dedicación y exigencia en mancuernas que engrandecieron a México y crearon legados invaluables hasta hoy.
Una noche del verano de 2018 caía en la Ciudad Universitaria de la UNAM, cuando entre los caminos que conducen a sus aulas caminaba John Carlos; 50 años atrás, en ‘territorio puma’ brilló en el con el bronce olímpico de los 200m, pero el resplandor de su éxito deportivo fue solo el pretexto para pararse en el podio y desde las alturas de la victoria el denunciar lo injusto que era la discriminación racial.
De padres cubanos, Carlos nació en Harlem, Nueva York el 5 de junio de 1945 y antes de la medalla olímpica en México 68, fue Campeón Panamericano de 200m en Winnipeg 1967, pero el deporte nunca más volvió a escuchar su nombre y su silueta no brilló nunca más en el movimiento olímpico.
Pero entre aquel ocaso del verano de 2018, John caminaba por el Centro Cultural Universitario de la UNAM y recordaba cómo cinco décadas antes el mundo era tan distinto pero a la vez muchos prejuicios seguían arraigados y la lucha por eliminarlos debía continuar. Llegó a la Sala ‘Carlos Chávez’ donde muchos protagonistas y testigos presenciales de México 68 compartían lo que el corazón, la memoria y la reflexión les permite atesorar de aquellos 15 intensos días de otoño.
John Carlos compartía sus más profundos recuerdos. Usaba una gorra negra y de su cuello pendía un dije que resumía el momento más intenso de su vida: aquellos momentos en el podio de los Juegos Olímpicos, cuando levantó con el puño enfundado en guante negro en señal de protesta contra la desigualdad racial.
Esa misma seña era su dije: un puño con cada dedo del color de un aro olímpico, en cuya base se trazó la silueta de su figura a cuerpo completo.
“Se me ocurrió a mí el diseño y lo mandé hacer en el Suroeste de Estados Unidos”, compartió orgulloso. “Es único. Aquí lo dice todo. Quería usar los aros olímpicos, pero me dijeron que tal vez no podría hacerlo, por eso fue mejor poner el puño”.
La joya es el pequeño recuerdo del gran momento que cimbró la historia y que sumió su vida entre los más intensos contrastes.
“Primero nos respetaban mucho, en México muchos nos aplaudieron, pero después algunos yanquis nos acusaban de alborotadores. Al regresar a Estados Unidos, la gente que me apreciaba, a la vez trataba de evitarme, tenían miedo de represalias, de padecer lo mismo que nosotros de ser señalados, juzgados y hasta bloqueados por la sociedad”, agregó el hombre hoy de 74 años de edad.
Pese al brillo olímpico, pese a levantar la mano para denunciar las desigualdades sociales, políticas, económicas, académicas o médicas que padecía la comunidad afroamericana, Carlos fue vetado y separado del deporte.
“La tristeza más grande de mi vida fue que mi esposa se quitó la vida. No pudo superar estas condiciones fue terrible. Si no hubiera tenido fe en mí mismo y en Dios no sé qué habría sido de mi”, confesó Carlos, quien visitó la UNAM y desde la Sala Carlos Chavez habló a las nuevas generaciones:
Al no poder continuar su desarrollo deportivo, ni tener el reconocimiento social que merece todo medallista olímpico, ni encontrar trabajo vinculado a su amado atletismo, encontró la forma de subsistir lavando autos, también fue obrero, pero perdió todo.
“La tristeza más grande de mi vida fue que mi esposa se quitó la vida. No pudo superar estas condiciones fue terrible. Si no hubiera tenido fe en mí mismo y en Dios no sé qué habría sido de mi”, confesó en la charla ante estudiantes y les dijo:
“Comprométanse con su sociedad. Pónganse al frente del cambio. No esperen a tener 60 años para pensar en hacer algo. Yo entonces tenía 22 y no estaba dispuesto a quedarme callado. Es difícil, es muy difícil, las consecuencias son muy duras; quizá ustedes no verán los resultados, pero sus hijos sí los vivirán”.
John Carlos. Medallista olímpico y luchador social
Hace 50 años en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, Carlos ganó bronce en 200m, al lado de su compatriota Tommie Smith (oro) y el australiano Peter Norman (plata). Todos se manifestaron allí: los estadounidenses con el puño negro y Norman con un parche a favor de los Derechos Humanos en el deporte olímpico. Todos fueron vetados de por vida del deporte, pero ninguno se arrepintió.
“No se trata de luchar por los derechos de un sólo grupo. Cuando se falta y se dañan los derechos de unos, queda probado que no se respetan ningunos”
John Carlos. Ex velocista estadounidense
Ni el medio siglo que ha hecho estragos en el color de su cabello o en la textura de su piel ha cambiado su carácter indomable, inquebrantable y valiente; el espíritu de un joven que porta sobre el pecho un dije más pequeño y más valioso que su medalla olímpica.
A los reporteros ni una gitana podría leernos el futuro. Jamás sabes lo que encontrarás al abrir los ojos por la conquista de un nuevo día. Uno de esos días fue éste: 7 de agosto de 2012, cuando en menos de cuatro horas vi más de lo que podría imaginar.
Estar allí era un sueño cumplido por el que trabajé diez años sin descanso. Desde 2002 se inyectó en mi el espíritu olímpico y llegar a unos Juegos se volvió mi meta; un camino complejo en el que para los periodistas no existe propiamente un proceso de clasificación, sino de designación. Así que al pasar una década entre pistas, tatamis, dianas, arcos, gimnasios, libros, cifras, datos y detrás de la computadora, sentir el respiro del ambiente olímpico británico, pese a dejar al otro lado del mundo a mi bebé, era una especie de ‘medalla de oro’ para mi.
Pero específicamente, en esa fecha del 7 de agosto del 2012, el atletismo estaba en sus días iniciales en Londres 2012. Me instalé en el Estadio Olímpico, lista para ver al corredor David Rudisha en los 800m. Rudisha me caía bien. Su papá ganó plata en el relevo 4x400m de México ’68 y aunque no nos conocíamos ya me parecía que su historia se entrelazaba de alguna forma con mi país. Así que me senté en la grada para prensa junto a un desconocido y pronto descubrí que era un sabio: un austriaco de 81 años que gozó esa competencia a tal grado que me hizo llorar de emoción. Tan pronto el keniano cruzó la meta con el oro, este hombre europeo empezó a escribir aceleradamente para compartirme muchos datos que me hicieran valorar ese récord mundial que jamás olvido: 1:40.91 minutos. Así veía la vida aquel señor y pues sí, de alguna forma no sabríamos en qué momento dejaría de atestiguar, valorar y compartir cada instante. Esa fue su lección más grande, más allá de los textos que aún conservo; más allá de la diferencia en nuestros idiomas o culturas, para él la prioridad era compartir la luz de sus emociones y, de forma implícita, su sabiduría conmigo. Aún tengo sus líneas, como el recuerdo de un aprendizaje más grande incluso que el imperioso atletismo.
Pero, en mi deber laboral, salí aceleradamente de allí. Debía ir a cubrir las competencias en el Complejo Acuático. Me instalé en la tribuna de prensa, lista para ver las pruebas de clavados. No había tantos reporteros de México. La mayoría estaban en el ExCeL Complex, donde el sonorense Óscar Valdez peleaba los 4os de final contra Irlanda. De ganar, rompería una sequía de 12 años sin ver a un mexicano en un podio olímpico de boxeo. En su segunda incursión olímpica, el querido Valdez Fierro se despedía del pugilismo amateur con una derrota, mientras yo, seguía en los saltos ornamentales.
Todo parecía una historia conocida: Laura Sánchez en el trampolín 3m individual. Fue 6ª en Beijing 2008 y en el primer salto de Londres 2012 estaba 5ª; en la segunda ronda 6ª. Para mí ya era loable que estuviera en finales con una lesión severa en el hombro y en medio de diversas adversidades administrativas. Empecé a escribir la nota ‘Culmina Sánchez en 6º sitio’. ¡Oh error! Laura remontó. No me quiero poner técnica, pero Laura rozaba zona de medallas. Estaba en una dura lucha con la italiana Tania Cagnotto y al final la superó ¡por 20 centésimas! (362.40 puntos de Laura, por 362.20 de Tania) HISTÓRICO: Laura es hoy por hoy la primera y única mujer mexicana que gana una medalla olímpica en una prueba individual de clavados. ¿¡Qué más esperaban mis ojos!? Un récord mundial de atletismo, una medalla olímpica histórica para México…¡y faltaba mucho!
Entrevisté a Laura y salí de la sala de prensa del Complejo Acuático prácticamente jalada por Carlos Legaspi, quien me tomó por el codo y me apresuraba para regresar al Estadio Olímpico de Atletismo. Legaspi fue mi lazarillo en ese andar de casi 2.5 kilómetros y se lo agradezco, pues mientras avanzaba, escribía las letras finales de la nota sobre Laura.
Llegamos al Estadio y es literal que ya no cabía ni un testigo más; increíble porque había 80 mil asientos, pero solo cupimos de pie y en un rincón. Lamenté mucho no poder sentarme junto al sabio austriaco, pero menos de 15 minutos después, allí estaba un mundo silente y expectante: presenciando a ocho hombres hincados que esperaban el disparo de salida y a su sonido, respondió un estruendo único y electrizante. El mundo vio entonces al primer hombre en la historia que retenía un oro olímpico de 100m…con nuevo récord olímpico. Sí: Usain Bolt, con crono de 9.63 segundos, tiempo suficiente para que la multitud se rindiera ante el ‘rockstar del tartán’.
Lo que más recuerdo de aquella final es el dedo índice de la mano derecha de Usain. Aún le faltaban dos pasos para cruzar la meta y ya había puesto ese dedo sobre su boca, una señal universal de «silencio»; una especie de «¡a callar!», pues durante un año cargó la pesada loza de la «rumorología». En 2011, durante los Campeonatos Mundiales de Atletismo de Daegu, Corea, en la final de los 100m pasó lo impensable: Usain se descalificó por una salida en falso, por estar pendiente de los movimientos de su compatriota Yohan Blake (que al final ganó el oro mundial del hectómetro en Daegu 2011). Fue un error, un trauma, un fantasma que lo persiguió hasta Londres 2012, con un»¿y si pasa de nuevo?» «¿Y si Blake le gana?». Así que esa noche de verano británico, sus zancadas sacudieron esas y más dudas y el ademán tenía que reforzar su monarquía.
Pero ¿y mi historia? ¿Allí acabaría la aventura? ¡Pues no! ¡FALTABA LA CONFERENCIA DE PRENSA CON BOLT! Bajábamos apresurados cuando Legaspi me dijo: “Voltea discreta y mira quién viene detrás de nosotros».
Obviamente que no fui discreta, obviamente que miré hacia atrás y al verlo pensé «¡NO-PUEDE-SER!» A dos escalones de mí estaba caminando ¡SIR PAUL MCCARTNEY! Tal vez fue en ese instante cuando debió de darme un infarto ¡pero no! Sólo pude verlo, tratar de tomarle fotos y (estúpidamente) decirle “¡Hola!” (sí en español) y me contestó igual “¡Hola!”.
Pude infartarme allí de no ser porque el guardaespaldas que nos separaba empezó a empujarme y a gritar “¡Camina! ¡Camina!” y pues sí, se me fue el espasmo y desperté para TRATAR de andar, y de asimilar la serie de anormalidades que en tan pocas horas viví, para rematar con: la conferencia de prensa de Usain, siempre ocurrente, bromista, creativo y paciente.
A las 11:40 de la noche me di cuenta de que no había comido desde el desayuno, que hacía frío y que la noche sería bastante complicada (en especial considerando que, por una carambola de azares, en aquellos días me tocó dormir en el banquito de uno de los pianos verticales que están en la estación de trenes de St. Pancras), pero ¿qué más daba? Si lo que viví esa noche no salía ni planificando.
Un día singular, lleno de personas mágicas, que hicieron algo aquel día que me asombró, me conmovió, me alegró y me llenó el alma. Pasan los años y recuerdo con el mismo brillo cada instante de ese séptimo día de agosto, en un verano olímpico intenso, alocado e inédito.
Es curioso cómo el futbol mexicano nos ofrece frustraciones gratuitas. Eliminan a México de la Copa del Mundo, la Copa Oro o cualquier otro torneo y la Nación se vuelca por la renuncia del DT en turno. Se da la presión social por la dimisión de un Director Técnico de futbol, antes que por la salida de un mal funcionario y sin embargo el burócrata sí le cuesta a la sociedad y el dirigente deportivo no.
El futbol es un negocio. Es un negocio muy raro. Sorprende ver un producto de poca calidad ser tan rentable, y en la otra mano tener deportes altamente exitosos que no poseen esas cualidades mercadológicas.
Es una ironía como la Federación Mexicana de Futbol (una Asociación Civil), no requiere del apoyo del Gobierno Federal para su desarrollo, aun cuando su nivel en representación nacional no es comparable con otras disciplinas, y aun así, el resto de las federaciones deportivas, como: clavados, taekwondo, o tiro con arco sí piden ingresos públicos, pese a ser los deportes más exitosos de distintos ciclos olímpicos, con obtenciones de medallas centroamericanas, panamericanas, olímpicas y mundiales.
No ignoro los títulos mundiales juveniles del futbol, el primer sitio en Copa Oro, el oro olímpico de Londres 2012, o la plata en la Universiada Mundial 2013 del futbol femenil, pero la cantidad de logros internacionales del futbol mexicano es menor a los alcanzados en muchos otros deportes.
¿Qué hace el futbol para convertir un producto de baja calidad en un negocio? ¿Qué hacen otras federaciones deportivas para tener competidores exitosos? Ambos gremios deberían intercambiar las respuestas, tropicalizarlas y aplicarlas a sus medios.
En mucho se debe a una falta de preparación en la administración deportiva. No es culpa de nadie. Los estudios formales para la ministración del deporte en México iniciaron hace menos de diez años y en las últimas dos décadas se da la cosecha de los frutos en esa nueva generación con tendencia a la profesionalización. Los presidentes de Federaciones Deportivas son en muchos casos ex atletas, ex entrenadores, integrantes del cuerpo directivo de administraciones anteriores y ellos, en el trajín mismo del recorrido van aprendiendo a caminar (sí, en gerundio); un tanto experimental.
Esta demora en la profesionalización del deporte responde también a la culminación del ‘amateurismo’. El Barón Pierre de Coubertine, creador de los Juegos Olímpicos Modernos, en su romanticismo por revivir la justa griega, prohibió a los atletas olímpicos recibir dinero por competir, para no ‘manchar’ el espíritu del evento, y mantener la motivación interna de hacer deporte por el mero gusto.
Era pecaminoso ‘sacar provecho del éxito’, pero hay casos en que duele ver la triste consecuencia de ese requerimiento ¿un ejemplo? El ex nadador estadounidense Brian Job, bronce en 200m pecho en México ‘68, vive en situación de calle y fue arrestado en Palo Alto, California, por encender una fogata en el estacionamiento de un restaurante, para poder cenar. (Aquí la nota del Mercury News, escrita por Bruce Newman).
En 1992 por primera vez en unos Juegos Olímpicos, se eliminó ese criterio y se permitió la llegada de deportistas profesionales y así conocimos al único y verdadero ‘Dream Team’ de basquetbol en los Juegos de Barcelona, España. Desde entonces se vinculó al deporte de paga con el que no la recibía. Ante este cambio hay quienes, como los surfistas, hallaron una ‘buena ola’ y otros que se siguen revolcando en la marea. Es un encuentro fuerte para la comprensión de la administración de los gastos e ingresos en el deporte.
La adaptación a esta tendencia ha permitido a muchos organismos y hasta deportistas capitalizar una medalla en ingresos y patrocinadores; casos como el de Usain Bolt, Michael Phelps son una muestra de cómo hacer del éxito más que sólo fama y admiración, una posibilidad de contar con ingresos.
¿Lo han pensado? A veces el cortoplacismo de las administraciones en las federaciones deportivas limita a sólo pensar en ‘sacar provecho’ del momento (cuyos periodos duran, GENERALMENTE un ciclo olímpico (cuatro años), pero en otros casos ya llevan más de 25 en el cargo…historias tan largas y enredadas como su tiempo en la silla, en fin); sin embargo, al abrir los ojos a una perspectiva empresarial, en el mediano o largo plazo, hay un camino fértil de siembra para hacer florecer la exitosa autonomía en el deporte.